Con gran entusiasmo los habitantes de la Ciudad de México recibieron la noticia de que Claudia Sheinbaum Pardo será su próxima gobernante, porque en este momento muy pocos dudan que será MORENA el partido que se lleve casi todo en el 2018.

Aunque muchos han querido colgarle milagros y hasta apuntar que la Doctora en Ingeniería Energética por la Universidad Nacional Autónoma de México viene a refrescar la política y hasta de un relevo generacional, la realidad es que no. Claudia fue una activista reconocida en sus años de estudiante y formó parte del Consejo Estudiantil Universitario dentro de la corriente de los llamados “históricos”, que con el tiempo se conformó en Movimiento Al Socialismo (MAS) y en 1988 dieron su apoyo a Cuauhtémoc Cárdenas para la Presidencia de la República.

Ella y su aún esposo, Carlos Ímaz Gispert (del que se habla de divorcio por motivos políticos y de imagen no por falta de amor) fueron miembros fundadores del PRD en 1989 y aunque negaron haber operado como una tribu más, en los hechos sí lo hicieron en el otrora llamado “Grupo Universidad” en el cual estaban ambos más Rosario Robles Berlanga y Armando Quintero, como los principales.

Posteriormente, cuando Ímaz fue dirigente estatal del PRD DF y tuvo contacto con Andrés Manuel López Obrador, entonces líder nacional perredista, hubo grandes acuerdos del Grupo Universidad para que Rosario Robles quedara como interina –y no candidata que ella era lo que quería- del GDF y AMLO el prospecto para la candidatura capitalina, pese que no cumplía los requisitos de ley y que, como quedó registrado en expedientes periodísticos, “por decisión de Estado” (palabras atribuida a Emilio Chuayffet, entonces secretario de Gobernación) se le permitió competir y ganar en el 2000. De algún modo, esta nominación es el pago de López Obrador a ese gesto hace 17 años.

Los videoescándalos de Ahumada alejaron a Ímaz de la cercanía pública con Andrés Manuel, pero no así Claudia, quien de 2000 a 2006 fue secretaria de Secretaria de Medio Ambiente del Gobierno del DF en las administraciones encabezadas por Andrés Manuel López Obrador y Alejandro Encinas. Lo demás ya es historia conocida: a finales de 2006 se integró al Gobierno Legítimo encabezado por AMLO; en el 2008 fue parte de las “adelitas” que defenderían a Pemex de una reforma (que se aprobó, por cierto). En el 2012, AMLO la incluyó en su propuesta de gabinete para ocupar el puesto de Secretario de Medio Ambiente en caso de ganar las elecciones presidenciales de este mismo año y desde que fue nominada a la delegación Tlalpan se sabía que entraba en la ruleta para ser nominada candidata al gobierno de la CDMX, cosa que hizo con cuidado, sin alentar falsas expectativas como Ricardo Monreal, sin jugar sucio con Martí Batres ni tratar de chantajear a nadie.

 Dicho lo anterior… veamos.

Lo bueno

*Claudia es un triunfo de la última generación de universitarios que quisieron cambiar a México: la generación del CEU de la UNAM.

*Ella forma parte de una familia honorable, honesta, con trayectoria de calidad humana y profesional como pocas.

*Era y es una de las caras más limpias de MORENA, como lo fue del PRD.

*Hasta ahora representa una figura vinculada a lo mejor que tiene la UNAM: su comunidad científica.

*Si alguien de MORENA podría decirse totalmente de izquierda, así sin adjetivos, es Claudia, por lo que quienes están en este partido por un proyecto conservador, pueden preparar sus maletas.

*Lo que quiere verse como una desventaja también podría ser de oportunidad: el diálogo con el grupo en el poder, pues su todavía cuñado Eugenio Ímaz, desde hace años forma parte del círculo del Grupo Hidalgo.

*Sin duda hay mejores expectativas que cualquiera de sus contrincantes; no nos imaginamos una ciudad gobernada por Martí Batres y toda la carga negativa que él representa, o por Ricardo Monreal con todas las leyendas negras que no terminan de ser aclaradas. Lo peor era que Mario Delgado creyera que podría tener siquiera un chance, pues su corresponsabilidad en los puntos negros de su jefe Ebrard están muy intensos hoy en día.

*Su equipo de trabajo “se queja” de que los hace trabajar a marchas forzadas, lo que hará de su administración un ejemplo de nueva dinámica.

*Para los grupos económicos importantes de la Ciudad, entre ellos la comunidad judía, Claudia es una carta de confianza.

Lo malo

*La lealtad a AMLO que no le permita tener luz propia ni su propio proyecto personal y que, como pasó como Arturo Núñez en Tabasco, lo terminen distanciando de él o bien, sometiéndose a sus caprichos y posicionamientos religiosos (por ejemplo, su antiabortismo o contra las uniones gays).

*La opacidad de su administración de los segundos pisos tendrá que ser superada por acciones de vanguardia en esta materia, para romper con esa mala reputación.

*Si los rumores de su divorcio de Carlos Ímaz tienen el fin de desvincularlo de su gobierno y hasta de su pasado será más que evidente, porque desde hace años trabajan juntos (aunque él esté en la oscuridad y estará ahí).

*Más allá de los favores mutuos entre AMLO y el Grupo Universidad, Claudia tendría que romper con la ascendencia y reclamar su propio espacio de liderazgo como Andrés presidente o no; algo que por ahora se antoja difícil.

Lo que nos espera

La nominación de Claudia Sheinbaum formaría parte de un proyecto que podría ser transexenal si Andrés Manuel también afianzara su triunfo en la presidencia en 2018. Si ambos ganan, el país entraría en un proceso de transformación sistemática de su aparato de gobierno, porque Presidencia más el gobierno de la CDMX, impactará a todas las entidades e instituciones. Si como ha sido costumbre del modelo político-electoral impuesto por AMLO al PRD entre 1997 y 2012, de trabajar siempre para la próxima elección, entonces Claudia se proyecta casi en automático para estar en la fila del 2024.  

Las preguntas son: ¿para bien o para mal que así suceda? ¿Compartirán en el poder las mismas consignas regresivas de política económica o neopopulistas de la política social? ¿Qué proyección de izquierda dará Claudia y si esta será compatible con lo que tenga en mente AMLO y su círculo con quien pretende gobernar?

Ahora bien, si AMLO desiste y pierde “estratégicamente” la Presidencia, ¿con quién podría entenderse mejor Claudia: con el PAN, con el PRI con los coalicionistas? ¿Tendrá libertad de actuación sin aportar la cuota de poder a los leales incondicionales de AMLO?

Bien, por ahora, surgen estas dudas a probables actuaciones y desenlaces.

alexiabarriossendero@gmail.com