Amada Lorena:

No hay manera en que pueda describir con palabras la brutal sensación que nos deja a tantos tu partida. No encuentro una manera de describir lo indescriptible; además tu siempre fuiste mucho mejor escritora que yo. Pero tengo que intentarlo.

Solo queda decir lo que resulta obvio para las muchas personas que iluminaste con tu amistad, tu amor, tu capacidad de perdonar y tu afecto: que el mundo es un lugar más gris y más triste si tu ya no estás en él.

Siempre triunfaste y destacaste en todo lo que te propusiste: como escritora, como empresaria, como fundadora de una agencia de publicidad. Tu inteligencia y tu capacidad de trabajo no tenían igual y tu belleza hacía que todos voltearan a verte cuando entrabas a cualquier parte.

Lo que quiero decir es que no solo te amábamos, también te admirábamos.

Es por eso que tu partida, a tus apenas 36 años de edad, produce un dolor salvaje e inexplicable. Un doloroso vacío imposible de comprender y digerir.

Hasta tus últimos días nada pudo vencerte, nada pudo detenerte.

Se que si pudiéramos volver a platicar, aunque fuera una última vez, me dirías, (con tu honestidad tan norteña, tan tijuanense), algo así como: llórame, pero reponte y ten los huevos para seguir adelante.

Y lo intentaré. Lo intentaremos pero, oh querida Lorena, no te prometo el lograrlo. En realidad no se como.

Eres única. Espero que algún día, en algún lugar diferente, volvamos a encontrarnos.

Descansa en paz.