Caos vial, vendedores ambulantes en la mayoría de los semáforos de las principales avenidas de la Ciudad de México, decenas de usuarios del metro entran y salen, actividades financieras, hospitalarias funcionando con normalidad como cualquier otro día.

Todo en orden después de realizar el simulacro en conmemoración al Día Nacional de Protección Civil y de estar preparados con antelación a que sonara la alerta sísmica como parte del protocolo.

En el Estado de México, Puebla, Morelos usuarios de redes sociales o de la radio y televisión siendo las 13 horas acaban de tener conocimiento que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto izó la bandera a media asta en recuerdo de las víctimas del sismo de 1985 que destrozó la capital del país.

 En las pláticas alusivas al trágico momento se recordaron los hechos y se habló del tremendo susto del pasado 7 de septiembre donde una escala de 8.4 grados sacudió los recuerdos y movilizó el pánico.

13:14 horas suena la alerta sísmica, lo lees en redes sociales, escuchas en la televisión y llega la confusión si se trata de un nuevo simulacro, pero este viene acompañado de movimientos, estruendos, gritos, pánico, la caída de  paredes y varios inmuebles colapsarse.

¿Acaso retrocedimos en el tiempo 32 años? La angustia, la sorpresa que no da crédito nos llevaron a 1985, una película hiriente se cruzó por la vista de quienes lo vivieron o solo tenían el registro histórico.

Aún no cierra por completo esa herida, aun lastiman los destrozos recientes por inundaciones, vientos huracanados y sacudidas. México tiene un movimiento telúrico aún más poderoso y devastador al cual hacerle frente, el de la rehabilitación, solidaridad y reconstrucción.

 En 32 años, el país ha tenido diversas eventualidades a las cuales hacerle frente y responder que han sido ensayos en el rescate, organización, logística, asistencia y reconstrucción ante la desgracia.

En 19 días México, su gobierno y ciudadanos están respondiendo a un examen severo, si después de 32 años se aprendió la cultura de la protección civil y se mejoró la movilidad de ayuda y apoyo.

 Las redes sociales han jugado un papel primordial de comunicación, lejos quedó el teléfono que usaba el fallecido periodista Jacobo Zabludovsky desde su automóvil para relatar los hechos;  la tecnología celular y aplicaciones que nos permite hacer uso el internet han sido herramientas de rescate invaluables que sin duda someten las labores a un nuevo y mejor proceso.

Hoy al igual que hace más de treinta años, el apoyo y solidaridad de los ciudadanos se ha dejado ver, haciendo cadenas humanas, quitando piedras y pidiendo silencio para lograr localizar a las personas que se encuentren con vida bajo los escombros.

México es solidario en las tragedias, el sismo del 19 de septiembre pero de 1985 modificó a la capital del país y la forma en que se organizan y colaboran los mexicanos con los afectados, y en su conmemoración en su trágica coincidencia de este 2017, que si no es destino, sí una realidad se somete una fehaciente y dura prueba.

 LO QUE LAS COPETUDAS CUENTAN

 Dónde se encuentran aquellas mujeres que salieron a marchar el pasado domingo exigiendo justicia para que no haya más mujeres violentadas y asesinadas y que sin reparo excluyeron a hombres que se sumaron a la protesta.

 Seguramente están ya organizadas para realizar labores de rescate o apoyo a los sobrevivientes, prácticamente es un hecho pensar que como autónomas y suficientes emprendieron labores de solidaridad ciudadana.

Feminazis que violentan lo que tanto reclaman, la igualdad y la equidad, dirigiéndola a un rumbo negativo y discriminatorio.

La violencia contra las mujeres no es un problema de mujeres, es un asunto que concierne a todos, así como son buenas para humillar a los hombres y sentirse que no necesitan de nadie y en bolita reclaman y agreden habría que verlas removiendo escombros  hombro a hombro ayudar con hombres y mujeres a rescatar y apoyar a quien lo requiera como dijera la tía Jovita: “Para el show y la fiesta hasta los payasos más pálidos sacan su mejor maquillaje”.