El martes por la noche veíamos en familia la discusión que estaba dándose en un Foro convocado por la Secretaría de Cultura de la Cámara de Diputados. El tema era cómo incide la cultura, la ciencia y la innovación en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, presentado por el Ejecutivo Federal. Durante el conversatorio salió a colación lo que sobre este tema plantea Nuccio Ordine respecto a los asuntos relacionados con la cultura. En su Manifiesto sobre La utilidad de lo inútil, este escritor dice que “en tiempos de crisis es cuando se echa mano del utilitarismo cultural que devora las instituciones, y sólo da entrada a aquello que produce beneficios. También señala que, en esa lógica, la música, la literatura, el arte, las bibliotecas, los archivos de Estado, la arqueología, son cosas que se consideran inútiles porque no dejan dividendos” (1)

Se extraña, y nosotros también que “cuando los gobiernos hacen recortes presupuestales, comienzan por estas cosas inútiles sin darse cuenta de que, eliminando lo inútil que supuestamente no trae beneficios materiales, se corta el futuro de la humanidad”. Este hecho lo empatamos con lo que los medios señalan que ha ocurrido con la cultura y la ciencia en el PND. ¡La discusión fue subiendo de tono! De pronto empezamos a hablar de libros, de presos, de cárceles y de torturas. Fue así como apareció lo que hace años motivó una discusión parecida. La vida de José León Sánchez, su libro La isla de los hombres solos y sus tremendos datos biográficos, pasaron a ser el centro de la discusión. Fue hijo de una prostituta, abandonado desde niño, acusado de robos, de un asesinato, llevado a la cárcel, torturado hasta el exceso y liberado treinta años después cuando las autoridades descubrieron que todas las denuncias habían sido falsas. A la fecha ha escrito 28 libros (2)

A partir de esta inicial discusión, la trama fue derivando hacia experiencias conocidas o vividas por diferentes personajes en diversas partes del mundo. Recordé pasajes de la vida que, junto a muchos de mis camaradas como Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Gerardo Unzueta Lorenzana, Gilberto Rincón Gallardo, Eduardo Montes Manzano, Rafael Jacobo, yo, entre muchos otros, vivimos en las cárceles de nuestro país. El fenómeno de las acusaciones falsas y la impunidad que aún vivimos hoy, mantienen en las cárceles de México a muchas personas inocentes. Los crímenes de lesa humanidad siguen dándose en pleno siglo XXI, la venganza política, la injusticia, la pobreza, la incultura, la desintegración familiar, el instinto asesino de personeros del terror, siguen siendo una constante en la vida de nuestra sociedad.

A los hechos de los presos de conciencia señalados y los que no fue posible subir a este texto, sumé a mis oyentes el caso de un comunista griego que lo tuvieron treinta años en un calabozo. Fue en una coincidente visita que hicimos a una iglesia ortodoxa en Moscú hace muchos años, donde nos contó que en esa mazmorra perdió la movilidad de sus piernas y de sus brazos. Que esa era la razón por la que siempre iba pegado a la pared de los edificios y el por qué tenía miedo a los espacios abiertos. Lo habían tenido la mitad de su vida en un agujero.

En la mayoría de los casos los presos que han pasado años en las mazmorras han sido defensores de las libertades, de la democracia y por el logro de una sociedad sin clases. Intelectuales, políticos y pensadores que han aportado al mundo cultura, ideales y ejemplos bastantes para transformar sus países. En cambio, los que han llevado a la cárcel a este tipo de personas defienden intereses de clase, son esbirros del capital, de los oligarcas, de los caciques y de los políticos ignorantes y convenencieros. La incultura, los intereses económicos y políticos, son los que han acotado y acabado con las libertades y la vida de muchos dirigentes revolucionarios. Nuccio Ordine, filósofo y escritor calabrés, afirma que solo un pueblo culto puede parar el utilitarismo de la política y construir el eslabón que una el humanismo, la inteligencia y la justicia.

Esta conversación familiar desgarró las fibras de nuestros sentimientos. Pensar que en pleno siglo XXI hay gobernantes que son capaces de mantener en las mazmorras a personas inocentes, acusados de delitos muchas veces inventados como fue el caso de José León Sánchez, el de otros muchos y el mío, es algo que encoge el corazón. Indigna a la sociedad la forma en que se violan los derechos humanos. Estas reflexiones colectivas las quisimos convertir en una muestra de reconocimiento a todos los presos que han entregado parte de su  existencia buscando justicia. Ojalá que ya no haya más espacios abiertos y cerrados donde se intente acabar con la vida y la inteligencia de quienes por alguna razón son o fueron llevados a la cárcel. Espero que con eso se pueda exprimir del corazón lo que queda de estos atropellos.

  1. La utilidad de lo inútil, Manifiesto, Nuccio Ordine, Editorial Acantilado 2018

  • Reseña biográfica de José León Sánchez por Osvaldo Corrales Jiménez
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