Vicente Fox es el ejemplo perfecto del cómo debe ser el protagonista de una campaña propagandística guiada por la mercadotecnia, para que ésta sea exitosa. En otras palabras, es el mejor representante mexicano de lo que llamo ‘un buen candidato presidencial’.

‘Un buen candidato presidencial’ es aquel que ve a los electores como clientes a los que hay que satisfacer y por momentos concederles la razón; es aquel que te cae bien mientras habla en un mitin, en una conferencia o en un recorrido porque te hace sentir cómodo y cercano, que cuenta chistes pero no habla de propuestas sólidas, que puede resultar simpático pero no inteligente.

Durante la campaña electoral, Fox se mostró como un hombre profesional, seguro de sí mismo y con posibilidades de tener un Gobierno exitoso. Sin embargo, no cumplió con las expectativas de cambio que los ciudadanos sembraron en él. Y terminó siendo el típico “quítate tú pa’ponerme yo”.

En campaña prometió que la economía crecería a tasas del 7 por ciento anual, pero durante su sexenio logró un crecimiento del 2.28 por ciento (INEGI); prometió innovación tecnológica en educación, presentó Enciclomedia y fracasó, pues los alumnos que lo utilizaron obtuvieron un promedio menor respecto de los estudiantes que no contaron con dicho programa; prometió transparencia y tampoco cumplió, de acuerdo con la Auditoría Superior su Gobierno no comprobó el destino de 4 mil 857 millones de pesos, supuestamente utilizados en el programa Enciclomedia. Y ni qué decir del famoso caso de “los amigos de Fox”.

A pesar de ello, hoy vemos un Vicente Fox peleando con uñas, tuits y dientes por conservar su millonaria pensión, que según sus propias palabras sirve para “no robar”. Será que aún no ha comprendido que su administración fue meramente un show, que dio espectáculo pero no resultados. Acaso no se da cuenta que los mexicanos ya no queremos un Gobierno que despilfarre el dinero, cuando hay millones en pobreza. No, no se ha dado cuenta que ya no es viable la continuidad del PRIAN.

Fox ganó la presidencia hace 18 años, tiempo suficiente para que emergiera una nueva generación. Una generación a la que le importan más las propuestas que el carisma, personas para las que vale más la justicia y la paz que una despensa, mexicanos que quieren un verdadero cambio.    

Por último, vale la pena tener en cuenta un par de datos curiosos: uno, dos de los artífices del fracasado Gobierno de Fox –Creel y Castañeda–, hoy son pilares de la campaña de Ricardo Anaya, y dos, Vicente Fox ha dicho abiertamente que su voto será para Meade.

¿Y tú, aún crees en los ‘buenos candidatos’? Este 2018 votemos diferente.