Los niveles de censura y represalias contra periodistas en nuestro país han llegado a niveles tan altos que se comparan con los de Afganistán, tan solo en lo que va del 2015 se han registrado más de 227 agresiones a la prensa, entre las cuales destacan 7 homicidios de periodistas en territorio nacional, cifras que nos han catapultado a ser el país más peligroso de América para ejercer el periodismo.
La libertad de expresión en México ha sido violentada de una manera exagerada durante los últimos años, en medio del auge de la información a través de medios digitales aún existen personas a las que les incomoda se digan las cosas como son, y lo peor aún existen personas dispuestas a hacer lo que se necesario para evitar que la verdad salga a la luz.
Los homicidios de periodistas además de ser delitos graves, son también una clara violación a nuestros derechos como ciudadanos, ¿dónde están las autoridades para garantizar nuestro derecho a la libertad de expresión? ¿Quién garantiza nuestro derecho a la información? Quizá encontremos la respuesta en que hace apenas unos años las intimidaciones a los comunicadores provenían del crimen organizado, el día de hoy en su mayoría lo hacen de Gobiernos corruptos que han sido claramente incomodados, no podemos exigir justicia de las autoridades cuando son las mismas las que han querido imponer un estado de represión, claro ejemplo de ello es el estado de Veracruz, donde desde el 2011 se han reportado 10 periodistas asesinados y 4 más desaparecidos, esto sin contar entre ellos la muerte de Rubén Espinosa el pasado fin de semana en la colonia Narvarte, quien huyó de dicho estado por amenazas que previamente había hecho públicas, es claro que algo pasa en ese estado y también es claro que nadie ha querido entrarle al tema; mientras tanto como ya lo dijo Manú Dornbierer: los periodistas mueren de noche.
Si lo que se busca con estos actos es intimidar a la población, debo decirles que únicamente logran el efecto contrario, asesinando periodistas no se calla la verdad, podrán callar algunas voces pero no las de más de 100 millones, hoy más que nunca levantaremos la voz y señalaremos estos hechos así como todos aquellos que involucren corrupción y violaciones a nuestros derechos; los mexicanos ya estamos cansados, tan cansados que ya no tenemos miedo, con la pena yo les digo que NO NOS VAMOS A CALLAR.