Algo hay que reconocerle al presidente espurio Felipe Calderón: el tipo no abandona, ni siquiera en los estertores de muerte de su criminal sexenio, su esfuerzo por ser considerado el peor presidente en la historia de México.
¿Quieren una prueba más de su tenacidad? Como prueba basta el despilfarro de más de 600 mil pesos en tres bustos para honrar a sus amigos cercanos, ya muertos, Juan Camilo Mouriño, Francisco Blake Mora y Carlos Abascal.
Así es: un traficante de influencias español, un compañero de fiestas y un miembro de la organización ultraderechista El Yunque serán puestos al nivel de personajes como Morelos, Madero o Lázaro Cárdenas en virtud de su íntima amistad con el ex candidato presidencial panista.
Bien haría Calderón en buscar otra manera de “honrar” la memoria de sus amigos y compañeros de pachanga, dos de ellos ex secretarios de gobernación fallecidos en accidentes aéreos, resolviendo las sospechosas circunstancias de su muerte, catalogadas rápidamente como “accidentes”.
Pero eso es mucho pedir, a estas alturas, a un hombrecito como Calderón. ¿No es verdad?
Mientras tanto y por los días que quedan de este malhadado sexenio que acumula ya decenas de miles de muertos, desaparecidos y ejecutados, que siga la farsa, que siga el despilfarro, que siga la impunidad, que siga la fiesta.