Los procesos electorales en el país del norte no parten de los mismos presupuestos y principios que nuestro sistema democrático, en cuanto a que siempre resulta ganador quien tiene el mayor número de votos emitidos por los ciudadanos. Cuando los estadounidenses van a las urnas en las elecciones, en realidad están votando por un grupo de funcionarios que conforman el colegio electoral. Así, si un candidato gana el voto popular en un estado, gana el voto del colegio electoral de ese estado. 

Para entenderlo claramente, es importante tener presente que, el modelo democrático estadounidense se origina en el sistema federal construido desde 1978. En ese entonces debido al tamaño del país y a la dificultad de transporte y comunicación era prácticamente imposible realizar una elección, por lo cual los “padres fundadores” (se les conoce como “founding fathers” a los líderes políticos que firmaron la declaración de independencia y establecieron la Constitución de los Estados Unidos) establecieron que cada estado elegiría a un grupo de “electores” que representaría a sus habitantes y ejercería su voto ante el constituyente para poder elegir al primer presidente.

Así, la democracia norteamericana es una de las más antiguas y más sólidas a nivel mundial y parte de dos principios fundamentales. El primero, que cada estado designa a electores que lo representará ante un colegio electoral, siendo que el número de electores se encuentra determinado por el tamaño de su población. Y, el segundo, que cada estado puede establecer los lineamientos para elegir a sus electores, lo cual implica que no hay una comisión electoral nacional que unifique los procesos electorales, sino que existen diferentes formas y modalidades para el ejercicio del voto. Los procesos y lineamientos para la mayoría de las elecciones están definidos por leyes aprobadas por cada uno de los 50 estados.

Ahora bien, como ya se mencionó, el número de electores de cada estado está relacionado con el tamaño de su población. Hay 538 electores en total. Cada elector representa un voto y un candidato debe obtener la mayoría de los votos electorales, lo cual significa que debe obtener 270 o más, para ganar. Por ejemplo, California tiene la mayor cantidad de electores, 55; mientras que estados con baja población como Alaska y Dakota del Norte tienen sólo tres. El colegio electoral se reúne cada cuatro años, unas semanas después del día de las elecciones, para llevar a cabo esa tarea. Generalmente, los estados otorgan todos sus votos del colegio electoral a quien ganó la votación estatal. Sólo hay dos estados (Maine y Nebraska) que dividen sus votos del colegio electoral de acuerdo con la proporción de votos que recibió cada candidato. 

Es posible, matemáticamente, ganar el voto popular y perder la elección presidencial, esto es, aun cuando un candidato sea el candidato más popular entre los votantes a nivel nacional, puede no ganar suficientes estados para obtener 270 votos electorales. De hecho, dos de las últimas cinco elecciones presidenciales fueron ganadas por candidatos que tenían menos votos populares, que sus rivales. Por ejemplo, en el año 2000, George W. Bush ganó, con 271 votos electorales, aunque el candidato demócrata Al Gore ganó el voto popular por más de medio millón. En 2016, Donald Trump tenía casi tres millones menos de votos que Hillary Clinton, pero ganó la presidencia porque el colegio electoral le dio la mayoría.

Otro punto a destacar de los procesos electorales en Estados Unidos es que cuenta con un sistema bipartidista, el cual es resultado, también, de su construcción histórica. El Partido Republicano se identifica como el partido conservador; sus simpatizantes pertenecen a la clase alta y media, a los empresarios, al sector militar, la población blanca de origen europeo, y el electorado religioso (protestantes y mormones). En estas elecciones el candidato republicano es el presidente Donald Trump, quien espera lograr la reelección. El otro partido es el Demócrata, el cual tiene una tendencia liberal; sus simpatizantes se concentran en los jóvenes, una gran parte de los trabajadores sindicalizados y las minorías raciales (afroamericanos y latinos). Su candidato es Joe Biden, un político experimentado, vicepresidente durante la gestión del expresidente Barack Obama

Las elecciones en el país vecino pueden ser, en parte, previsibles, pues existen estados que históricamente han tenido una tendencia por uno de los dos partidos. Dentro de los estados con tendencia republicana están Alabama (9), Tennessee (11), y Kentucky (8); estados con sociedades conservadoras, estratificadas según la propiedad de la tierra y con fuerte apego a sus iglesias. Mientras que en los estados con tendencia demócrata se encuentran California (55), Nueva York (24) y Washington (12), los cuales se caracterizan por ser estados más industrializados, con sociedades más abiertas e interculturales.

Sin embargo, si bien varios estados votan sistemáticamente según las líneas partidistas, existen estados conocidos como “estados de campo de batalla” (swing state), los cuales son altamente competitivos, pues históricamente han oscilado entre votar por uno u otro partido, y éstos son los estados que tendrán toda la atención el día de hoy; tal es el caso de Florida que tiene 29 votos electorales, Georgia con 16 y Ohio con 18.

Otros estados relevantes para la elección de este martes son Arizona y Texas. El Estado de Arizona muestra una tendencia demócrata (11 votos electorales), aun cuando desde 1952, ha sido un estado republicano —salvo en 1996 que ganó Bill Clinton—. Por su parte, Texas que representa 38 votos electorales, no ha elegido a un demócrata para presidente desde 1976, sin embargo, para estas elecciones no existe una tendencia clara del voto en dicha entidad.

Actualmente, las estadísticas ponen a Biden como el ganador, con una estimación de 290 votos electorales frente a su contrincante, el Presidente Trump, que cuenta con un estimado de 125 votos electorales (sin tomar en cuenta los estados con tendencia poco clara que representan 123 votos electorales de los 538). Así que habrá que ver si los cálculos son correctas y a partir de los resultados de los votos electorales, si Trump se va o se queda en la Casa Blanca.

Notas

1.- En 1789 se eligió a George Washington como Primer Presidente de los Estados Unidos.

2.- En 2002 se aprobó en el Congreso la primera ley federal para la administración electoral ‒”The Help America Vote Act of 2002, HAVA”‒. El objetivo principal de dicha ley fue crear estándares mínimos para la administración de elecciones.