Absolutamente inaceptable lo expresado este domingo 2 de diciembre por un par de columnistas de Milenio Diario. Uno que nunca ha sido serio, Néstor Ojeda, desde hace años fanático anti AMLO; el otro, Federico Berrueto, normalmente analítico y objetivo, pero que este día, quizá porque le han ganado las ganas de quedar bien con el nuevo gobierno, de plano se excedió en lo que dice acerca de Andrés Manuel.
Para estos periodistas, López Obrador fue el culpable del vandalismo que ayer se dio en el centro de la Ciudad de México.
Terrible la columna de Berrueto, “El vandalismo y López Obrador”:
“El país ya se acostumbró a atestiguar la degradación de la política por la falta de compostura de una parte de la oposición. El descrédito viene de los menos, pero suficiente para dañar a todos”.
“Una democracia de malos perdedores está dañando en sus fundamentos a la República. Las elecciones no concluyen la disputa por el poder, incluso cuando hay un fallo judicial de por medio. El vandalismo es consecuencia; si al Congreso le degradan, si las instituciones son desprestigiadas, si la ley se cumple a conveniencia y López Obrador se declara repetidamente despojado de un triunfo imaginario, es fácil que la protesta derive en bandolerismo”.
“Una parte de la oposición se ha vuelto rehén del fundamentalismo. La república amorosa ha derivado en odio e insulto, en una majadera falta de respeto a la más elemental urbanidad política. Una vez que se acabó el proceso electoral, el político regresa a las andadas, los improperios y calumnias se reparten con la misma ligereza de ayer. Así sucede por la complacencia de todos, porque los políticamente correctos no tienen los arrestos para señalarle al inmaculado ex candidato presidencial el grave daño que ocasiona al país y a la política”.
Solo quisiera que Federico Berrueto diera un ejemplo, uno solo, de que Andrés Manuel ha violado la ley o de que su movimiento, en tantos años de protestas callejeras, ha sido violento. No podrá hacerlo porque AMLO siempre ha sido pacífico.
El señor López Obrador estuvo en el Ángel de la Independencia, con la gente sensata que lo ha seguido, hubo discursos (legales, permitidos), manifestaciones culturales (legales, permitidas) y fue todo, es decir, en cuanto el evento terminó los pejistas se fueron a sus casas. Si Berrueto no es capaz de entenderlo, problema de Berrueto, no de AMLO.
El otro columnista de Milenio, Néstor Ojeda, también habló con ligereza de los violentos de AMLO:
“Afuera del Palacio Legislativo de San Lázaro y del Zócalo de la Ciudad de México, sus enemigos (que no opositores) se encargaron de organizar una serie de protestas que tenían, desde su gestación, la intención clara de convertirse en violentas expresiones de su descontento con el regreso del PRI a Los Pinos”.
“Al final, consiguieron su objetivo, portales internacionales y agencias de noticias, al igual que canales de televisión nacionales, dedicaron amplios espacios a las refriegas de manifestantes que tenían como objetivo generar disturbios y confrontar a las fuerzas policiacas, como revelan diversas páginas de grupos radicales que orientaban en sus espacios a sus seguidores en diversas formas para romper los cercos de seguridad y agredir a los policías”.
“Podría ser distinto, pero desde el primer día del nuevo gobierno ya quedó claro que López Obrador escaló al siguiente nivel y que será la estrategia de violencia provocada-victimización la ruta por la cual pretenderá poner en jaque a Peña Nieto. Habrá que ver si le funciona la fórmula”.
Los que, como el señor Ojeda, quieren que AMLO se violente, se van a quedar con las ganas. Andrés Manuel es sumamente inteligente y, además, ha hecho del pacifismo su estrategia de lucha. No va a caer en el error, que su propia forma de ser no permitiría, de actuar violentamente o fuera del marco de la ley.
Los hechos vandálicos del primero de diciembre intentaron dañar a Enrique Peña Nieto, sin duda. Y algo consiguieron, sobre todo por la cobertura que a los mismos dio la prensa internacional. Pero también la violencia buscó perjudicar a Andrés Manuel López Obrador, al que se considera culpable cada vez que estas cosas pasan, como lo prueban las columnas citadas aquí.
Si Peña Nieto y AMLO fueron los perjudicados, ¿quién se benefició? Es lo que deberían preguntarse los columnistas de Milenio en vez de andarse con simplezas que nada aportan.