Ya se llegó la hora de que cambien las generaciones en la vida pública. Los vástagos de los hombres que han construido (un poco chueco) este país, están en la antesala del poder. Muchos de ellos han trabajado duro, han soportado las inclemencias de la mala imagen de sus progenitores y claro, también han bebido de las mieles del poder de sus padres. Hoy están listos para legislar, gobernar, sumarse a los gabinetes, pelear por candidaturas y hasta dirigir partidos. 

Lo malo es que son hijos de sus padres, pero eso no es lo más grave. Lo verdaderamente grave es que sus padres siguen activos en espacios de decisión fundamentales y la carrera de los vástagos es una carta más que utilizan los partidos y los adversarios para negociar con los seniors. 

Pongo cuatro ejemplos, tres del PRI y uno del PAN. De Morena no, porque ya escribió al respecto Federico Arreola y porque los hijos de Andrés Manuel López Obrador no sirven de carta de intercambio en ese partido. Son los hijos del líder y desde hace mucho trabajan para él en un partido que depende de él. Esa es otra dimensión y no es el caso de la hija de Manlio Fabio Beltrones, del hijo de José Narro o del hijo de Emilio Gamboa. 

Aquí debo hacer una aclaración: no pongo en duda la calidad, el mérito, la preparación o la capacidad de estas personas. Este texto no se trata de ellos, se trata de sus padres, del escenario en el que sus padres juegan y de la vulnerabilidad política en la que los coloca el cariño a sus vástagos.

Los Beltrones

La hija de Manlio Fabio Beltrones, Sylvana Beltrones, busca una candidatura para el Senado. Actualmente es diputada y seguramente tiene méritos y canicas para arrasar en las elecciones y para aspirar después a gobernar Sonora. No lo dudo.

El problema aquí es que Beltrones es un factótum tricolor en la decisión del candidato presidencial del PRI. Es un personaje relevante que, si bien no puede imponer al abanderado, tiene capacidad de veto. Puede erigirse en obstáculo. 

Su talón de Aquiles es la carrera de su hija: la senaduría –y por lo tanto, rumbo hacia Sonora- a cambio de que no se oponga demasiado al destape.

Los Narro 

El hijo de José Narro, Joaquín Narro Lobo, ha buscado infructuosamente abrirse paso en el PRI. Actualmente trabaja en la Comisión Nacional de Derechos Humanos como secretario técnico del consejo consultivo, es columnista y académico en la UNAM. Se puede decir que ha hecho su camino, pero quiere ser –y se vale- diputado federal. Esa candidatura es el talón de Aquiles de José Narro. Quienes toman decisiones en el PRI le pueden pedir algo a cambio de apoyar a su hijo.  ¿Y qué pueden negociar? Su sacrificio. Ya sea en el escenario de la candidatura presidencial –ya, que se haga a un lado– o mejor aun, que participe en una batalla que el PRI tiene que librar lo mejor que pueda aunque la tenga perdida: la elección capitalina.  La diputación para el hijo a cambio de que Narro navegue por esas aguas. 

 

Los Gamboa

Emilio Gamboa, político muy cercano a Enrique Peña Nieto, un priista con mucha experiencia y una larga lista de errores, no ve nada mal que su hijo, actualmente diputado federal, quiera seguir su trayectoria pública como aspirante a gobernar Yucatán. No, no lo ve nada mal. Lo que no ve es que la trayectoria política de su hijo Pablo es su talón de Aquiles: la candidatura del hijo es una carta para negociar con el padre. ¿y qué se puede negociar con Gamboa? ¡Tantas cosas! Se le puede poner un muro a cualquier aspiración que tenga para el futuro inmediato, incluida la dirección del partido político en el que milita.  

 

Los Moreno Valle

Este es un caso ligeramente distinto, pues no se trata de la siguiente generación de la familia Moreno Valle, pero opera con la misma lógica. El ex gobernador Rafael Moreno Valle es un político muy importante en el PAN, con posibilidades de ser, incluso, candidato de la alianza electoral que en su momento haga el Frente Ciudadano. Es un obstáculo para otros aspirantes, pero tiene un talón de Aquiles: su esposa, Martha Erika Alonso, aspira con seriedad a la gubernatura de Puebla. Eso le da a la dirigencia del PAN una carta para negociar el papel, no de Martha, sino de Moreno Valle en el futuro de su partido con miras a la elección presidencial. Que no se vaya, que no se meta y que mire qué bonito es Puebla.