Desde su fundación en el año de 1325, Tenochtitlán es el centro político de los Estados Unidos Mexicanos, pues no obstante la conquista de los españoles en el año 1535, en el Virreinato de la Nueva España en el mismo territorio se estableció su capital ya denominada como Ciudad de México.

La hoy Capital mexicana tiene una muy particular historia, sufrió invasiones de potencias mundiales, fue capital de un Virreinato, de un Imperio, de gobiernos centralistas y federales en su Palacio Nacional despacharon desde los personajes más celebres de la historia como el Presidente Juárez, hasta los más ?destacados? exponentes del neoliberalismo mexicano.   

Nuestra CDMX es conocida como la ?Capital de Latinoamérica? su Producto Interno Bruto es superior al de muchos países del Centro y Sur de América, en cultura, turismo, economía, desarrollo urbano es un urbe a la altura de las más renombradas ciudades del mundo.

Sin embargo no obstante ser una ciudad de vanguardia jurídicamente su estructura fue afectada por múltiples factores históricos que crearon un Distrito Federal ?sui generis? en donde durante décadas sus habitantes fueron gobernados como si se tratase de una ?Secretaría? más del Poder Ejecutivo Federal, subordinados a las decisiones del ?Tlatoani? en turno, que como titular de la administración pública decidía el futuro de sus habitantes.

En el entonces Departamento del Distrito Federal, los ciudadanos durante años no tuvieron representación legislativa real, vivieron con un Poder Judicial subordinado a las decisiones presidenciales y ni siquiera podían elegir a sus autoridades locales, es decir mientras en todo el país se tenía el derecho de elegir al gobernador, diputados locales y presidentes municipales los capitalinos simplemente estaban privados de ese derecho.

En 1997 la dialéctica de las sociedades, generó las condiciones necesarias para una apertura política que culminó en la posibilidad de poder elegir al Jefe de Gobierno, así como a representantes al órgano legislativo denominados diputados, pero que a la fecha no sesionan en un Congreso.

La ciudad más importante de América Latina por extraño que parezca, no tiene una Constitución, sino un Estatuto de Gobierno podría decirse peyorativamente  que es como un ?reglamento administrativo?, no tiene autoridades locales con la autonomía que cualquier municipio del país tiene, sino delegados, que tienen su origen en la desconcentración administrativa de cuando era otra Dependencia de la Administración Pública Municipal.

Hoy la coyuntura es otra, los capitalinos damos muestra de querer un gobierno progresista, no es casual que CDMX sea en materia legislativa una de las ciudades más progresistas en el mundo, que permite que los ciudadanos disfruten de sus libertades en un marco de armonía con el Pacto Federal, por ya es hora de tener una Constitución propia, tan sencillo sería que el Congreso de la Unión así lo decidiera y concentrara al Distrito Federal en el Centro Histórico pues geográficamente es la residencia de los Poderes de la Unión.

 Porfirio Ramírez

Twitter: @Porfirio_RG