Salí de mi casa con la determinación de encontrar el pan de muerto que me regresara a aquellas épocas de la infancia cuando nos juntábamos para montar la ofrenda de Día de Muertos.

Entré, con “su sana distancia” a una de las cafeterías de mi colonia que según comentarios de Twitter y Facebook, contaba con el más rico de la zona…oh decepción. No se diferenciaba en nada al que probé días atrás de la panadería de la esquina.

¿Por qué es tan difícil encontrar un pan de muerto rico, con tradición y que no sepa igual que el anterior solo que relleno de cajeta, queso crema o frutos rojos?

Quizá por la misma razón por la que ahora podemos ver en todos los aparadores de los centros comerciales colecciones inspiradas en el Día de Muertos; homogenizar y saltarnos los matices de una de las tradiciones más bonitas del país.

Y es que cada estado tiene sus particularidades al celebrarla, aunque “Coco” de Disney Pixar le haya querido mostrar al mundo lo contrario. Por ejemplo, no para todas las culturas existe un Mictlán, eso fue parte de la tradición Mexica, para los mayas en cambio, todas las almas llegaban a Xibalbá.

De la misma forma en que no es lo mismo celebrar a los difuntos en la isla de Pátzcuaro, en Michoacán que conocer los altares que se colocan en las casas del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca para Todos Santos.

En 2003, la UNESCO declaró el Día de Muertos como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, reconociendo nuestra tradición y compartiéndola con el resto del mundo, lo cual trajo un par de consecuencias.

Si bien no hemos dejado de ir a los panteones a decorar y limpiar las tumbas de nuestros difuntos, además de llevar su comida favorita quizá a Hollywood no le pareció una idea demasiado atractiva. Y fue así como Sam Mendes decidió crear una secuencia de persecución en donde veíamos a Daniel Craig, a.k.a. “James Bond” corriendo entre catrinas y esqueletos enormes de papel maché en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en lo que parecía ser un desfile, hasta esa fecha inexistente.

Fue así como en 2016, el gobierno de la Ciudad de México vio una buena idea para capitalizar el hecho y aunque un poco atropellado y muy distante a lo que se había visto en “007:Spectre”en noviembre de ese mismo año, se llevó a cabo el primer desfile de Día de Muertos y procesión de catrinas en la capital mexicana.

Y es que nadie escapa a la globalización, ni las tradiciones, aparentemente. Años antes, en 2013, Disney Pixar se vio envuelta en una batalla por querer registrar la tradición de las ofrendas y flores de cempasúchil como una marca más de su portafolio, como si fuera un Rey León cualquiera. Afortunadamente no se logró, si no, posiblemente tendríamos que pagar regalías cada que llegara el 1 y 2 de noviembre a nuestros calendarios. Y es que no se dice “Día de los muertos” traducción del “Day of the death” resultado de la traducción al inglés, pero de no ser así, los diseñadores de marcas como; Adidas, Nike, la mexicana Panam, Under Armour, C&A, Inditex y Vans (por mencionar algunas) no se hubieran puesto tan creativos para sus tenis y playeras “conmemorativas”.

Y vaya, no estoy reclamando que la tradición llegue cada vez más al resto del mundo, siempre y cuando sea bajo el entendimiento de que este ritual va más allá de los fines mercantilistas de las empresas por exotizarla, banalizarla, extranjerizarla y venderla en un aparador. Tal pareciera que al final, alguien tenía que venir a enseñarnos la manera correcta de celebrar a nuestros difuntos, pues no era suficiente con los altares y visitas al panteón. De no tener cuidado, podríamos terminar como la mayoría de los panes de muerto de la temporada, sin sabor único, diferenciados solo por la cubierta, pero con un relleno inexistente o bastante insípido.

Por cierto, se dice “Día de Muertos”, no “Día de los Muertos”.