En diciembre pasado el gobierno federal presentó el Manual Básico de Identidad Gráfica para la administración 2018-2024.

Tengo la costumbre de revisar los manuales de identidad de las distintas administraciones públicas porque así como un plan de desarrollo habla de qué se va a hacer, un manual de identidad dice mucho sobre cómo se tiene que hacer. 

El Manual de la 4T, para empezar, es mucho más escueto que el de la administración pasada que constaba de casi 200 páginas, lo cual va de acuerdo con la austeridad planteada; pero también puede prestarse a errores por no ser lo suficientemente explicativo. Este documento menciona textualmente que su objetivo es servir de guía para aplicar la imagen consistentemente en toda la comunicación del gobierno federal. Ser consistente en la imagen es básico para tener credibilidad, para crear reputación. 

De acuerdo con los colores elegidos y tal como lo dice el Manual, este gobierno quiere proyectar poder, pasión, autoridad, movimiento, grandeza y prosperidad. Por lo que habría que pensar si las dependencias, si sus titulares y todo lo que se comunica, tiene estos elementos. 

¿Alguien ha notado que el podio utilizado por el presidente López Obrador en las mañaneras es el mismo que usaba el presidente Peña Nieto en sus informes? Ese es un detalle muy simple que proyecta austeridad porque no se mandó a hacer otro; y hay que reconocer que es un podio muy bonito, moderno y presidencial que además seguro ni se tuvo que ajustar porque ahí se van en estatura. Aplausos por este pequeño gesto, aunque sólo lo veamos personas con cierto TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) por los detalles. 

Habrá quien piense que los valores como poder y grandeza no van de acuerdo con este gobierno porque suenan muy “fifí” y pienso que es una gran equivocación. ¿México no debe verse con poder y grandeza? ¿Qué gobierno no quiere trasmitir estos valores? Ni el poder ni la grandeza están peleados con la calidez, ni con la transparencia, ni con la austeridad ni con la democracia si se comunica correctamente. 

Los gobernantes, el gabinete, los funcionarios públicos; todo el poder ejecutivo y todos los que están convencidos de este proyecto y forman parte de él deberían verse contenidos, dignos representantes del gobierno y del país; austeros sí, sencillos también, porque es lo que se ha dictado. El Presidente lo ha sabido hacer muy bien con su imagen. Se le ha visto con trajes bien ajustados, cada vez usa más colores que denotan más poder y más pasión. Se ve como lo que es: El Presidente. 

El poder ejecutivo debería ser un ejemplo para la ciudadanía en civilidad y respeto por todo lo que representan. Deben tener la visión de convertirse en una fuente de inspiración para todo su entorno. La prosperidad y la grandeza no se reflejan en el descuido ni en el desorden. La forma es fondo. 

Por ahí dicen que para ser reconocido como un líder, hay que verse como uno; y que la forma en la que se comporta una organización es reflejo de quien la dirige.