“El infarto masivo de Ron le hizo recordar que la vida era muy corta para perder cualquier ocasión de ser feliz. Y su muerte le ayudó a poner todo en perspectiva.

Una semana después del funeral, me dejó por mi editor.”

LOS HOMBRES QUE MIRABAN FIJAMENTE A LAS CABRAS, PELÍCULA

En el estado más seguro de la frontera norte —según el gobernador Américo Villarreal, claro— asesinaron, a plena luz del día, en hora pico y a unos pasos de la frontera con Estados Unidos, al delegado de la FGR.

Sí, leyó usted bien: a un alto funcionario federal lo mataron en uno de los “10 estados más seguros del país”, de acuerdo con el reality show llamado ‘Conferencia Mañanera’.

La escena fue dantesca. Primero, le lanzaron una granada debajo de su camioneta blindada. El vehículo se incendió, el funcionario descendió herido, apenas logró alejarse unos metros y entonces, un comando lo remató con ráfagas de plomo. Así fue ejecutado Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna, servidor público federal. Así, en el México de los abrazos y no balazos.

¿Detenidos? Por supuesto que no. Solo fue uno de los 51 asesinatos cometidos ese lunes. Uno más entre los más de 22,300 homicidios en lo que va del sexenio. Pero no exagere usted: “vamos requetebién”.

Según cifras oficiales, ha habido menos asesinatos que en el mismo periodo del sexenio anterior —pero menos no significa mejor. Porque lo que sí ha aumentado es el nivel de saña, la brutalidad, la osadía. Y para prueba, el caso Vázquez Reyna: un crimen con granada, fuego, ráfagas de armas largas y ejecución. Un mensaje directo al Estado, que cada vez parece más pasmado.

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El asesinato destroza por completo la narrativa del gobernador Villarreal; ese libreto de fantasía en donde Tamaulipas es poco menos que un remanso de paz. El problema es que ya nadie en el país le cree. Bueno, tal vez su mamá.

Y tampoco cuela ya esa vieja fábula de la “austeridad franciscana”. Vázquez Reyna se transportaba en una Cadillac Escalade blindada, valuada en más de dos millones de pesos. Ni neoliberal ni austera ni segura. Ni la camioneta le salvó.

La línea principal de investigación apunta al huachicol fiscal, industria que floreció alegremente en la región. Hay quien sostiene que el asesinato fue un mensaje de los grupos criminales tras un reciente decomiso millonario (sin detenidos, claro). Otros afirman que el funcionario sabía demasiado. Algunos más insinúan que también participaba en los negocios turbios. Vaya usted a saber. En la 4T ya hemos visto a un secretario de seguridad estatal que resultó ser líder criminal… así que todo es posible.

El asesinato del delegado de la FGR no debería encender las alertas nacionales: esas ya tendrían que estar sonando como alerta sísmica desde hace tiempo. Pero cuando el Estado opta por abrazar a los delincuentes, lo único que consigue es envalentonarlos. Se sienten intocables. Se saben impunes. Y actúan como tales.

Por si fuera poco, lo de Tamaulipas es pólvora para los discursos de Donald Trump y del gobierno estadounidense, quienes llevan rato empujando por declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Y con escenas así, ¿quién los culpa?

Es urgente recuperar el mando civil de la seguridad pública. Que regrese a la Secretaría de Seguridad, lejos de los cuarteles militares. A estas alturas del 2025, ya es evidente que la militarización no solo ha fracasado, sino que ha empeorado las cosas. Pero el gobierno de Morena, lejos de frenar esta locura, la capitaliza. La violencia es su coartada, su cortina de humo, su moneda de cambio.

Porque en México, la violencia ya no es solo una tragedia: es estrategia.

Y que no nos vengan con que esto pasa en un solo estado. El crimen no conoce fronteras estatales. Lo que sí parece no conocer límites es la frivolidad de los gobernadores, su capacidad para banalizar la muerte, para ignorar el dolor. Pero que quede claro: la culpa de esta tragedia no es de los ciudadanos que la denunciamos. Es de los asesinos, sí, pero también de las autoridades que lo permiten… o que lo encubren.

Giro de la Perinola

(1) Después de minimizar el problema, el gobierno de Américo ahora corre a cobijarse en la falda de la Federación. Dice que trabajará de la mano de Claudia Sheinbaum.

(2) Ella, por su parte, promete justicia. Temo informarle, presidenta electa, que si el caso está en manos de la Fiscalía General de la República… y considerando el nuevo Poder Judicial que ustedes quieren imponer, no habrá justicia. Ni en este caso ni en tantos otros.