Xóchitl llegó feliz a Nueva York; sobrada de confianza, carente de conocimientos y de escasa de experiencia; se enfila a aquella ciudad en la que habitan miles de mexicanos. El equipo de campaña de Gálvez, conformado por “expertos” como ella los los llama, le han puesto pruebas de extrema dificultad, la han expuesto a situaciones que la superan y que la han dejado en ridículo. El resultado es que Xóchitl, la candidata de la oposición no sube en las encuestas; estos coordinadores que tiene a jalones la detienen, le rasgan los huipiles, ahora serán los trajes sastre, en fin Gálvez no está bien respaldada ni aconsejada no sale de una para meterse en otra peor.

Claudio X., Alejandro Alito Moreno, Marko Cortés parecen ser los principales enemigos de su candidata, ni ella con sus ocurrencias, ni ellos con su poder, ni juntos en la mezcla colorida han logrado que avance. Sus ideas se agotan, no tienen ninguna propuesta. Están siendo arrasados por la ola de Morena; Claudia Sheinbaum le lleva muchos puntos de ventaja, por más que corra Gálvez jamás la alcanzará; aunque viaje a España para que la aconsejen los ex presidentes exiliados; Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña, todo es inútil… Xóchitl Gálvez ya perdió.

Se la pusieron difícil cuando decidieron mandarla de gira a Estados Unidos; con el mensaje que si ella gana la relación Estados Unidos con México volverá a ser como antes; si ella ocupa la silla presidencial todo su equipo de gobierno volverá a postrarse ante este país vecino.

Todos olvidaron o menospreciaron a los mexicanos migrantes que viven en aquella ciudad. Muchos acudieron a manifestar su rechazo, a recordarle a la candidata priista o panista dependiendo de la circunstancia en la que se encuentre, que no la quieren, que los sexenios abusivos, represores a los que ella representa los hicieron migrar de manera forzada por la falta de oportunidades. “¡Xóchitl, no!”, “¡Claudia, sí!”.

No impactó la tierna y graciosa Xóchitl vestida con un traje “muy elegante” de color rosa, pálido, suave como ella con el cual asistió al lugar donde daría su plática. Las largas cortinas del salón estaban entreabiertas; los migrantes estaban gritando afuera: “¡Fuera Xóchitl!” “¡Corrupta!”. Cerraron las pesadas cortinas que colgaban del techo alto, como si el dosel fuese a silenciar, a amordazar sus voces. La policía de Nueva York estuvo presente, no esperaban que hubiese esa reacción en contra de la candidata de oposición después de presenciar la cálida bienvenida que tuvo Claudia Sheinbaum en la misma ciudad.

Después de la plática que ofreció Xóchitl a un grupo (estudiantes la mayoría) tuvo que salir huyendo con una planeada estrategia. No importa cuál era Xóchitl, la de azul o la de la chamarra color crema, el caso es que a las dos los mexicanos residentes en Nueva York les manifestaron su rechazo.

Otro que entró y salió por la puerta trasera…

Felipe Calderón Hinojosa fue el primero. Después del fraude electoral, Calderón decidió romper con el protocolo de los discursos largos y aburridos de sus antecesores; Echeverría, López Portillo, De la Madrid que se transmitía en cadena nacional, con el tono priista, aburrido y falso, ensalzado con una pasión fingida; Calderón por el alboroto que había afuera del Congreso por haberse robado la presidencia decidió entrar por la puerta trasera del recinto acompañado por el entonces presidente Vicente Fox; los dos estaban nerviosos, con miedo, no sabían qué podía pasar después del evidente fraude electoral.

Ha sido la toma de posesión más corta de la historia de Mexico. Ni los antecesores que por dedazo decidían quién ocuparía la silla y que también eran rechazados por el pueblo, habían tenido el temor que tuvo Felipe Calderón; terror tal vez… Fox también tuvo miedo de enfrentarse ante la gente que se manifestaba, sabía que muchos mexicanos que habían votado por él se sentían engañados y traicionados; ambos decidieron irse por la fácil y lo rapidito entrar por atrás a pesar de estar protegidos por el Estado Mayor.

El par, par tan dispar en fisonomía pero idénticos en sentimientos de traición a la patria, ingresaron de manera clandestina al congreso para darle lugar a la ceremonia express.

La toma de posesión de Felipe Calderon tuvo una duración aproximada de cuatro minutos, no, menos, como cinco como hubiera dicho Peña Nieto si hubiese estado por ahí.

¡”Xóchitl Va!” Sí, va pero en picada. No hay manera de levantarla, la candidata va de mal en peor; no acierta en nada.

Otro que también se escurrió por la puerta trasera fue Enrique Peña Nieto…

Enrique Peña, llegó muy seguro a la Ibero, bien custodiado por el Estado Mayor. Se escuchan los gritos de rechazo… “¡la Ibero no te quiere”, “¡la Ibero no te quiere”. Se puso pálido, trataba de sonreír sin poder ocultar el nerviosismo, entró al edificio de Arquitecutra, se perdió… tras él iba una un grupo de jóvenes que le gritaban: “¡asesino!”. Se refugia Peña en los baños cerca de diez minutos, -ahí sí a él se le habrán hecho como diez horas- … al final, después de estar yendo de un lado a otro dentro de un laberinto de terror para Enrique Peña, alguien le franqueó una puerta para poder huir de los Minotauros estudiantes.

Calderón, Peña, y Xóchitl un trío especial que huyen por puertas traseras asustados por los mismos gritos, las mismas consignas pero con diferentes voces… el del hartazgo, el repudio de lo que representaron de manera “individual” Calderón y Peña, y de lo que ahora representa Xóchitl, a esa mezcla de esos partidos ahora débiles, manchados de sangre y corrupción.