Estimados lectores, les pido que por un momento piensen en ropa, la que sea, sólo ropa. Ahora, una vez que tienen esa imagen en su cabeza, piensen ¿dónde comprarían esa prenda?, ¿qué esperarían de ella?, ¿que el precio sea barato?, ¿se fijarían en la calidad de las costuras?, ¿verificarían el tipo de tela con la que está elaborada?

Gracias, sé muy bien que sus respuestas formarán un abanico inmenso de posibilidades; todas dependiendo de sus gustos, de su presupuesto, del tiempo del que dispongan, de si la ropa es para la escuela, para el trabajo o para una fiesta… en fin, incluso habrá quien decida en qué tienda comprará la ropa considerando temas como si fue elaborada siendo amigable con el medio ambiente. Y es que no es lo mismo comprar una camiseta blanca de algodón en una tienda de autoservicio, que en una tienda departamental, o en una boutique de diseñador.

Aunque podríamos decir que la camiseta es “la misma”, en realidad no lo es. La camiseta de algodón que podemos adquirir en una tienda de autoservicio, hecha en serie por una empresa, no cuida los detalles como costuras perfectamente alineadas y tal vez no sea cien por ciento algodón, sino tenga una mezcla con polyester, pero en cuanto al tema del precio, resulta barata.

Por otra parte, si acudimos a una tienda departamental, el costo de una camiseta blanca de algodón se eleva, pues tenemos la opción a distintas marcas de diseñador, aunque hechas en serie, estas sí son elaboradas cien por ciento con algodón.

En una boutique exclusiva, el precio de una camiseta blanca de algodón sube considerablemente, pues tenemos que tomar en cuenta, una producción pequeña, la calidad del algodón, egipcio, cultivado de manera sustentable y las costuras hechas con hilo de cáñamo. Están de acuerdo, que vamos a checar que todos los detalles se encuentren perfectamente y no aceptaremos costuras chuecas o hilos sueltos.

Pongo el anterior ejemplo porque lo mismo pasa en la aviación. Durante la época dorada, esto es entre los años 1950 hasta la caída de las Torres Gemelas en 2001, el viajar en avión era una experiencia completamente distinta a lo que es ahora. Y es que ese evento fue un parteaguas, pues marcó el inicio del boom de las aerolíneas de bajo costo en el mundo.

Tal vez algunos de ustedes recuerden cómo se extremaron las medidas de seguridad, convirtiendo en un verdadero viacrucis pasar todos y cada uno de los filtros implementados en los aeropuertos del mundo; no sólo nos obligaban a dejar llaves, teléfono y cartera en la bandeja/charola para pasar el arco detector de metales. La nueva seguridad pedía también el quitarse el calzado y todo aquel objeto metálico, llegando incluso a absurdos de quitarte una pluma (bolígrafo), pues podía ser un arma letal para amagar a los pilotos en el avión.

Las aerolíneas de bajo costo aprovecharon esta “nueva realidad” y los pasajeros, que tenían la necesidad de transportarse vieron en ellas muchas ventajas, como pagar menos, aunque a bordo no hubiera servicio de comida o de entretenimiento.

Un estudio realizado recientemente por Bounce, empresa que ofrece servicios de almacenamiento de equipaje, enlistó a las 10 peores aerolíneas del mundo en 2021, y ahí se cuelan tres empresas de aviación de nuestro país.

Elaborado con base en las quejas de los clientes, así como evaluando la comodidad de los asientos, el entretenimiento a bordo, la comida y la política de equipaje, el “ranking” quedó de la siguiente manera:

  1. Viva Air Colombia (Colombia)
  2. Viva Aerobus (México)
  3. Volaris (México)
  4. Ryanair (Irlanda)
  5. Interjet (México)
  6. Vueling (España)
  7. Easyjet (Reino Unido)
  8. TAP (Portugal)
  9. Ukraine International Airline (Ucrania)
  10. Swoop (Caribe y Norteamérica)

Regresemos al tema de las camisetas, ¿están de acuerdo conmigo, estimados lectores que no podemos exigirle a la tienda de autoservicio que nos venda una camiseta blanca de algodón egipcio con costuras de hilo de cáñamo orgánico al mismo precio que una camisa mezcla de algodón y polyester?

Pues justamente eso es lo que pasa con este “estudio”. No se pueden comparar peras con manzanas. En el caso de nuestro país es evidente que la aerolínea que comanda Andrés Conesa (Aeroméxico) en cuanto a servicio a bordo se refiere, es superior a sus competidores. El Caballero Águila es una aerolínea tradicional, y brinda ciertos “amenities” incluidos en el costo del boleto. Lo que no sucede con el resto de las aerolíneas enlistadas.

Pero no nos quedemos con un ranking sin analizarlo. Para comenzar, Interjet no debería de aparecer ahí, pues dejó de operar en diciembre de 2020; lleva un año sin operaciones, por lo que resulta “injusta” su mención. El tema con ella es de otra índole: unos administradores que están prófugos de la justicia y que además litigan para no pagarles lo que le deben a sus trabajadores. Pero no podemos dejar a un lado, que el servicio de Interjet era bueno, pues traían la escuela (el know how, le llaman) de Mexicana de Aviación. Déjenme añorar: aún hoy en día hay gente que sigue recordando aquel famoso servicio llamado “Azteca de Oro” en Mexicana, en el cual todo el avión era primera clase, y se daba champaña gratis junto con filete mignon y pastel de chocolate “selva negra”.

Pero regresando al tema que nos ocupa, debo insistir en que a la hora de comprar un boleto de avión es importante hacerse varias preguntas y estar seguro de cuánto se está dispuesto a pagar. Las grandes quejas surgen cuando el usuario se hace expectativas lejanas a la realidad que ofrece la aerolínea que ha seleccionado para su viaje.

La comodidad, la atención personalizada, la comida, la bebida y los diferentes “amenities” cuestan y mucho. El servicio en sí es el mismo: transportación del punto A al punto B. Lo que cambia son el tipo de asientos, el espacio entre ellos, si hay comida a bordo o hay que adquirirla, sí funciona el servicio de wifi, si hay un sobre costo por ello y así un largo etcétera.

Es por eso que una vez más los invito a leer muy bien las letras chiquitas de su contrato (boleto de avión) y aclaren todas sus dudas para que no se vean sorprendidos con los incómodos “cobros extras”. Lo mejor siempre es comprar los boletos directamente en el aeropuerto, con la aerolínea. Ahí, con un ser humano atendiendo, se pueden despejar todas las dudas que surjan, quedando claro a qué tienen derecho y a qué no. Sé lo seductor que es comprar en línea, pero se corre el riesgo de que no queden bien delimitados los mínimos ni los máximos, y muchas veces la gente se va con la finta de los precios baratos, sobre todo cuando el portal de compra de boletos establece un cronómetro en cuenta regresiva, diciendo “la oferta se acaba en 3, 2, 1…”