Cae la cabeza del rey, y la tiranía se vuelve libertad. El cambio parece abismal. Luego, pedazo a pedazo, la cara de la libertad se endurece, y poco a poco se vuelve la misma vieja cara de la tiranía. Después, otro ciclo, y luego otro más.
Henry Louis Mencken
Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Juan 8:7
Quienes dicen que lo de Lía Limón fue faramalla y que ella logró que la golpearan, debieran cerrar el pico al menos por congruencia. Recordar que los maestros en ese tipo de actuaciones provienen de la 4T.
Inició cuando Andrés Manuel López Obrador logró la portada de Proceso hace más de 30 años. Y de ahí hasta una de las últimas veces cuando la dizque explosión que resultó en una bomba de talco en las oficinas de Citlalli Hernández Mora en el Senado.
Así que vayamos al meollo del asunto: estamos atestiguando el endurecimiento de la convivencia.
Por una parte tenemos el despliegue de un gobierno que se jacta de pacifista y de haber terminado con los granaderos, para demostrarnos un puño de hierro y al grupo de policías que habían jurado haber destruido repeler a quienes osan confrontar lo que por democracia tienen derecho.
Una administración que cerca a la cámara legislativa —que no es propiedad del gobierno capitalino en turno— con policías antimotines no para cuidar a las autoridades recién electas como se solicitó, sino para que intimidar a quien quiera acercase ahí.
El gobierno que se autonombra feminista, pero golpea a las mujeres. Uno que tiene la sinvergüenzada de que ninguna de las “defensoras” de entre sus filas haya sido capaz de cuestionar al menos un posible atropello. Bajo el argumento de que fueron provocados, prefirieron quedarse mudas ante el abuso de la fuerza pública en contra de la alcaldesa electa y solo señalar que lo sucedido se debía a una actuación de Limón.
Por completo olvidan lo que tanto ella como los demás alcaldes electos de oposición pedían a la asamblea legislativa de la Ciudad de México: que no se legisle al vapor —ni por encargo de Palacio—, para evitar que los alcaldes de oposición puedan tener sus propias agendas en diversas materias como son seguridad y uso de suelo. Las demarcaciones perdidas por Morena son las mismas donde no se permite a los alcaldes electos o a sus equipos establecer comunicación con sus pares.
La actitud intransigente para atender a los alcaldes muestra también como cada día, de manera más profunda, el odio y la inquina hacen mella en todas las personas. Ejemplo de ello fue el tuit del comentarista Carlos Albert (que después borró), donde remató con un “se lo merece”. Ese es el nivel de odio y enajenación que se vive en el país. ¿Quién puede argumentar —por lo pronto en público— que otro ser humano merezca ser herido?
Presenciamos el cinismo a ultranza de poner a la fuerza policiaca en contra de la oposición y todavía acusar a quienes iban sin escudo ni corazas de iniciar la trifulca. Fuerza desproporcionada.
El colmo fue Martí Batrés, secretario de Gobierno de CDMX. Queda claro no está en el puesto para conciliar. Está ahí para demostrar que Morena se endurece.
Pero lo mismo la oposición —los críticos también, por cierto—; todos se van endureciendo cada vez más. ¡Empezando por la forma en que se tratan entre ellos!
Esa es la realidad. Ya no se busca el diálogo, tan solo imponer la voluntad. Unos y otros. Y con ello la esperanza de alcanzar una atención equitativa para la ciudadanía se desvanece.
Lo que atestiguamos el día de ayer es un atentado contra la dignidad de las mujeres, contra la inteligencia de la gente y ante todo una muestra clara que este país nadie quiere el diálogo. Se desea volver a la hegemonía perdida; donde solo la voz de uno, sus ideas y sus ocurrencias puedan tomar forma, aunque millones de ciudadanos ya no estén de acuerdo con ese esquema.
Unos y otros imponiendo su voluntad. Cada día menos dignidad. Recetando al contrario una sopa de su propio chocolate.