Mi ciudad es chinampa en un lago escondido
Es cenzontle que busca en donde hacer nido
Reguilete que engaña la vista al girar
Baila al son
Del tequila y de su valentía
Gilberto Parra
Esto fue un rechazo de una nada despreciable clase media. La votación del pasado domingo en la Ciudad de México fue un voto de castigo para AMLO y sus erradas prioridades. A su insistente inquina para dividir a los mexicanos. A unas políticas que ponen en riesgo o que afectan ya a lo poco que posee ese sector de la población.
No es la primera vez que lo digo, aquí en SDPNoticias en la columna “AMLO y el ‘umbral del dolor’ de los mexicanos”, lo describí en abril pasado y López Obrador no quiso escucharlo.
No se trató -como él aduce- de una campaña de los medios, tampoco a que la gente escuchara la voz de los periodistas. Si acaso lo contrario: habría que escuchar a los medios, pues estos recogen el sentir de una población de clase media, en general con cierto nivel de estudios, cuyos votos la 4T ha perdido.
Si AMLO y sus huestes no entienden lo que sucedió en la Ciudad de México e insisten en culpar a otros, en lugar de hacer un recuento de sus hechos, estarán condenados a repetir el desastre electoral que recibieron el pasado domingo.
Pensar que la debacle solo se basa en la tragedia de la Línea 12 del Metro de la CDMX es sobajar a los capitalinos. Se trata, en cambio, de una continua cadena de hechos y omisiones que una buena parte de los habitantes de CDMX no está dispuesta a seguir soportando.
Morena recibió más que una sacudida en donde surgió y radica la fuerza de su movimiento. En 2018 obtuvieron el triunfo en 14 de 16 alcaldías, en estas pasadas elecciones solo lograron seis.
Cierto, Morena ganó en muchos estados. Su poder territorial se expandió considerablemente, pero lo sucedido en la Ciudad de México demuestra que el partido no es infalible y que la ciudadanía no está dispuesta a dar carta blanca al desempleo, a la falta de medicamentos, a la inseguridad, a los pésimos servicios públicos.
¿Qué esperaban?
En plena pandemia, miles de funcionarios despedidos, otros tantos miles de empresas cerradas sin ningún tipo de apoyo para las mismas ni para sus empleados, el presidencial desprecio a las mujeres, son apenas algunas de las muestras por las cuales la población voto en contra de AMLO.
Y no, tampoco se trató de ‘fuego amigo’ como ahora sugiere el primer mandatario. Fueron más de cuatro millones de personas (esa es la población comprendida en las demarcaciones que perdió Morena) quienes decidieron mostrar su enojo en las urnas. Así, si se tratase de un referéndum sobre AMLO, este perdería en él mismo en estos momentos. Aquella población que creyó en él. La misma comunidad académica, artística y científica que él soslayó al recortar los fideicomisos para el arte y la cultura. Al disminuir los recursos para el CONACYT y sus becados.
¿Le cayó como anillo al dedo?
Los ciudadanos que fueron abandonados al garete cuando requirieron pruebas de covid-19 a precios altos o todos aquellos que perdieron sus empleos, mientras AMLO decía que la pandemia le caía ‘como anillo al dedo’. Los que no recibieron atención médica adecuada y únicamente recibieron un “detente” como protección.
AMLO ha olvidado —o tal vez en su desprecio por la ciencia no lo conoce— que la materia no se crea ni se destruye, tan solo se transforma. Su transformación basada en insultos se transformó en un voto en contra.