Las campañas de salud pública, como la que busca reducir la carga del sarampión, se enfrentan al doble reto de aumentar la cobertura de vacunación y, simultáneamente, combatir la desinformación y generar confianza en la vacuna.

Pero, ¿qué pasaría si tuviéramos una herramienta capaz de considerar y analizar la opinión pública en tiempo real, anticipando temores y desmintiendo rumores antes de que escalen a crisis? La respuesta reside en metodologías que consideren la opinión pública, como lo es el análisis de sentimientos, que se está convirtiendo en un pilar fundamental para la vigilancia epidemiológica y la prevención de brotes.

El sarampión, una enfermedad que parecía relegada al pasado, ha vuelto a encender alertas en varios países. Su alta capacidad de contagio y las complicaciones graves que puede generar (neumonía, encefalitis o incluso la muerte) obligan a repensar cómo acercar la vacuna a cada familia. El objetivo central de una campaña contra el sarampión es claro: aumentar la cobertura vacunal para prevenir brotes y reducir complicaciones graves. Sin embargo, la estrategia no puede limitarse únicamente a revisar los datos epidemiológicos de casos confirmados o a identificar las zonas con baja cobertura; también es indispensable escuchar y comprender lo que piensan y sienten las comunidades.

Las percepciones sobre la vacunación, expresadas en redes sociales, medios y conversaciones cotidianas, influyen directamente en las decisiones que toman las familias. La experiencia con la pandemia de COVID-19 ya mostró cómo la confianza y la percepción social pueden ser tan determinantes como la disponibilidad de las vacunas.

Un estudio publicado en Healthcare (2022) sobre el análisis de millones de tuits en torno a la vacunación contra el COVID-19 nos ofrece una hoja de ruta invaluable y una perspectiva fundamental: sin integrar a la comunidad, cualquier campaña corre el riesgo de quedarse corta en su impacto real. Considerar la opinión de los pacientes permite detectar problemas tempranos, como el rechazo a las vacunas, mucho antes de que disminuya la cobertura.

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La campaña propuesta combina ciencia y cercanía. Los mensajes clave son contundentes: vacunarse protege; la vacuna es segura y efectiva, con décadas de respaldo y está disponible de manera gratuita en todos los centros de salud. También se reconoce que un mensaje no viaja solo, necesitan voceros confiables para contrarrestar rumores y reforzar la credibilidad. Se requiere monitorear la percepción pública, escuchar las conversaciones digitales y realizar encuestas rápidas en centros de salud y escuelas, lo que permitirá tomar decisiones dinámicas que garanticen el éxito de la campaña de vacunación, fortaleciendo la inmunidad comunitaria.

Con información clara, acciones visibles y confianza social, el sarampión puede volver a quedar bajo control y regresar a México a los lugares de vacunación en los que se encontraba antes. La vacuna ya tiene muchos años probándose, lo que hace falta es que llegue a todos y sobre todo, que confíen en ella. Integrar herramientas como el análisis de sentimientos no es solo una opción, sino una necesidad estratégica para proteger a nuestras comunidades de futuros brotes.