“Cuando se conocen las señales que los dioses nos dan de su voluntad, decía Sócrates, nunca dejamos de recibir sus avisos”

Jenofonte

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sigue molesto y sumamente contrariado. Necesita desfogues y en esta ocasión ha decidido enfilar su frustración contra la máxima casa de estudios de la nación: la UNAM. Lo mostrado los dos últimos días en sus habituales conferencias de prensa son avisos de lo que viene. Tema por él tocado, así sea de manera superficial, asunto que desvirtúa y flagela con sus muy personales inseguridades, al punto de destruir estructura, confianza o credibilidad de lo que o a quien él apunta. Estamos notificados: López Obrador va por todo en la UNAM.

No es la primera vez que un presidente ataca a la Universidad Nacional Autónoma de México, ¡qué va! (en este caso, provocador de tiempo completo que azuzaba manifestaciones, paros y huelgas). Más también la Universidad ha estado sometida a presiones de muy diversa índoles por parte de algunos gobiernos en turno durante muchos años atrás, demasiados. Podemos hablar desde la década de los veinte. De cuando abiertamente se le bloqueó el presupuesto, hasta más los recientes y burdos intentos de López Obrador por desprestigiarla y controlar sus formas internas de gobierno.

Por ello, hay que preguntarse qué móviles están determinando este nuevo embate.

Me temo que, en este caso, las respuestas son obvias y abren un abanico de revelaciones sobre lo que está sucediendo en la 4T. El presidente AMLO es una persona sumamente irresponsable, de allí a que diga lo que suena bonito, pero decida de forma contraproducente para el país. En este sentido, poco le conviene a AMLO y al movimiento político que él encabeza la pluralidad que se crea, se recrea y se arraiga en los jóvenes ciudadanos que estudian en la UNAM; el alumnado (por muy cerrada o abierta que sea la universidad) siempre cuestionará el pensamiento del régimen en turno. Y si este se ha auto desenmascarado como uno autoritario, centralista y totalitario, ¡con mayor razón!

Porque tanto en la UNAM, como en las demás universidades (públicas y privadas) se propone un pensamiento amplio donde se pueden buscar divergencias y similitudes, pero en general bajo un manto de respeto de las distintas ideologías vertidas por cualquier persona.

López Obrador olvidó en su diatriba (o tal vez lo desconoce a pesar de haber estudiado ahí 5 años, y licenciarse 9 años después) que la UNAM forja a la gente con todas las formas de pensamiento y con todas las líneas del conocimiento en cada una de las áreas, tanto en las ciencias exactas como en las ciencias sociales y en las humanidades, como bien sostiene José Sarukhán, rector de la UNAM de 1997 a 2005.

Curioso, otro exrector, Juan Ramón de la Fuente, hoy embajador de México en la ONU, balbuceó una tímida respuesta diplomática pero que linda en lo falso. Si bien dijo: “la Universidad es un espacio en donde se pueden analizar y debatir todas las ideas y todos los puntos de vista, incluida la crítica”, ello definitivamente no debiera ser sinónimo a permitir el escarnio producto de las mentiras que pronuncia López Obrador.

Revelando la intención de su verdadera jugada, el ataque de AMLO no se limitó a la Universidad, alcanzó también al exrector José Narro, para sembrar la falsedad ponzoñosa de aseverar que mientras era rector también se desempeñaba como delegado del PRI en Ecatepec.

A diferencia de nuestro actual primer mandatario, el doctor Narro actúo como rector con prudencia y responsabilidad. Mismo quienes discrepaban con él en su gestión, recibieron respeto y tolerancia.

Si el López Obrador y su equipo de trabajo fueran honestos, esperaríamos que esta mentira presidencial sea ventilada en la sección de la mañanera “quién es quién en las mentiras”. Podemos esperar sentados: AMLO se destaca en muchas cosas, pero una de ellas no es la honestidad.

Y no fue la única mentira que profirió; arremetió contra la UNAM diciendo que, por ser neoliberal, hay materias que ya no se imparten en sus aulas. Esto fue desmentido por suficientes testimonios de maestros y también de alumnos.

Desafortunadamente, la “mini yo” de López Obrador, mejor conocida como Claudia Sheinbaum, egresada y científica de la UNAM, dejó pasar una magnífica oportunidad. Pudo haber construido puentes entre la visión de AMLO y la realidad universitaria y ayudar con ello a blindar la autonomía de la máxima casa de estudios. Soñamos.

Agreguemos que es posible que el desprecio y descrédito sembrado contra la UNAM sea tan solo el nuevo distractor de este gobierno, tan necesario en estos momentos para que su contrarreforma eléctrica y la malnacida miscelánea fiscal transiten ya sin mayores sobresaltos. Una indignación más para distraer de la ruina de país que AMLO ha construido.

López Obrador persigue científicos, sataniza a la clase media, menosprecia el cambio climático, se burla de los enfermos y de quienes han perdido a sus familiares por la violencia, denuesta universidades, pero olvida terminar con el desabasto de medicinas y encarcelar delincuentes y continúa encubriendo a sus hermanos. Y lo hace con suma efectividad.

Sí, los diversos ataques de Andrés Manuel usualmente logran su objetivo. Mas en raras ocasiones —al igual que sucedió con el INE, por ejemplo— se topa con pared. Hay visos esperanzadores de que eso mismo le ocurrirá con la UNAM; parte nada despreciable de la población y de la voz pública —lo cual es todavía más importante— no le permite ni le perdonará que intente meterse con la máxima casa de estudios.

Así, tomen nota estimados lectores: con este ataque ya son cuatro que a Andrés Manuel no le resultan. Hablamos de las embestidas contra el INE, contra la comunidad científica, contra las féminas y ahora contra la UNAM.

Y al igual que #ConLosNiñosNo, ahora debemos decir #ConLaUNAMTampoco. Retomemos la convicción que tuvo don Ezequiel A. Chávez, uno de los fundadores de la UNAM, cuando llamó a preservar la institución, pues ningún hombre, de ningún interés, podía estar por encima de ella. Su autonomía, su conocimiento, su universalidad nos cobija a todos.

Desde aquí, con sentimiento puma, donde todos somos de alguna forma de la UNAM, no permitamos pasar la intransigencia, ni el ánimo de destruir nuestro país.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero