En lo personal, tengo esta sensación de incertidumbre con respecto al 2022. Si bien durante toda mi vida escuché hablar de “la cuesta de enero” y de niña veía a mi papá hacer sus cuentas y escucharlo hablar preocupado por el alza de las cosas, la verdad es que tal vez mi ignorancia o porqué tuve la fortuna de pertenecer a esa clase mediera que tanto odia el presidente, que nunca me vi en apuros económicos realmente.
Mi padre nos proveía de todo matándose en un trabajo de sol a sol y después yo trabajé como maestra de kínder allá en el 2002 donde lo que ganaba me era más que necesario.
Recuerdo que en mi niñez y juventud no se veía mucho este tema de que las familias tuvieran que tener dos ingresos, me parecía un exceso, un “no sean aspiracionistas”. Hoy, la realidad es que casi todas las familias que conozco si no es que todas ya deben de tener dos ingresos o más. Es muy extraño que sólo uno de los miembros de la familia trabaje y si es así es porque ya pertenecen a la clase muy alta .
Pero, entrando en dramas, ahora sí noto un encarecimiento en mis visitas al súper. No puedo meter tantos productos como antes al carrito porque nomás al llegar a la caja los empiezo a dejar ahí a su suerte, porque no da para más lo que llevo… ¿Les ha pasado?
Ya ni se diga de darnos ciertos lujos, porque teniendo dos hijos adolescentes, por ejemplo ir al cine es como llevarlos a pasear a París. Carísimo todo, el “combo” que trae boleto y palomitas ya es una cosa ¡verdaderamente para fifís!
Yo no sé si el presidente alguna vez haya ido al súper desde que ocupa el poder. Él que se dice ser tan austero, me lo imagino muy preocupado de ver cuánto tiene que gastar por comprar cosas muy elementales... ¡hasta él se sorprendería!
Y digo, se dice tan de pueblo que no sé si sepa que el kilo de carne molida estaba en 120 pesos y ahora está en 220 pesos. No sé de economía ni me interesa ni le entiendo, solo sé que para preparar unas 8 albóndigas fueron casi 600 pesos entre la carne, los jitomates y el huevo (porque la verdad ya me vi de la Realeza y les puse huevo cocido).
Leo que las encuestas ponen a este presidente como alguien muy popular. Pero no olvidemos que en México hemos aprendido a hacer populares a personas que han hecho fechorías: Ahí tienen a una Gloria Trevi, que por amor a un tipo loco, o por lo que haya sido, fue una tratante de niñas. ¡Y es popular!
El propio Chapo, aún con todo el daño causado, es popular. Tan lo fue que hasta Kate del Castillo moría por conocerlo, así como yo muero por conocer a Luis Miguel, por ejemplo.
Popular fue la mataviejitas, una señora que asesinó a ancianas a principios del 2000, y que hasta se volvió una leyenda urbana, conocida incluso por las nuevas generaciones. También se volvió popular.
El pensamiento mágico del mexicano es volver popular lo inimaginable y darle fama a los inimaginables, ahí tienen el porqué, por ejemplo, Cuauhtémoc Blanco es gobernador. Y ahora Roberto Palazuelos, actor de Televisa, será candidato para Quintana Roo.
En fin, que entre discursos mañaneros baratos, mentiras, cifras maquilladas y cortinas de humos aquí estamos los mexicanos aguantando todo y más para poder sobrevivir.
No sé si podré sentir en algún momento la sensación de certeza y de rumbo. Ahorita siento como un poco de miedo, un “no sé cómo le voy a hacer”; un “y si me enfermo a donde iré a atenderme porque aquí si me atiendo a nivel público me muero antes, y si me atiendo en privados no me alcanza“…
Mientras que el presidente dice que todo va bien y va a estar mejor, yo solo me pongo a rezar.
Recemos, porque aunque no crean en Dios, lo vamos a necesitar.
Claudia Santillana Rivera en Twitter: @panaclo