Circula en redes sociales un video sobre las largas filas que hay en estos días en el área de migración del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), lo cual ha generado diferentes comentarios. Uno de los principales promotores del mismo es Joaquín López Dóriga, que el 26 de diciembre, a las 20:27 horas escribió: “Así el caos esta noche en la T-2 del @AICM_mx Un desastre cotidiano. Y autoridad y organización ausentes. Y eso que ni hacen ningún control sanitario. Todo es migración y aduana. Y el @aicm ausente.”, e inserta el video sin dar ningún crédito a la persona que lo grabó, y que a la postre generó pánico entre otros usuarios que llegaban de sus respectivos vuelos justo ese día.

Es un tema que he abordado en esta columna con anterioridad, pero es un hecho que “el tema de las largas filasse sigue utilizando con el objeto de culpar al gobierno en turno, aunque es un fenómeno que se ha suscitado en los sexenios anteriores, y no sólo en el aeropuerto de la Ciudad de México. Las mismas filas se ven en todos los aeropuertos del mundo, sobre todo en estas fechas decembrinas.

En el material audiovisual, de escasos 54 segundos de duración, se puede escuchar la voz de un hombre, cuyo timbre denota que es joven, y lo primero que exclama es “Mother of Jesus Christ”; unos segundos más adelante sentencia “chequen la llegada a la Ciudad de México… no seas mamón, no seas mamón”, tal vez pensando que al repetirlo causará más impacto, y continúa con su perorata “está increíble, nunca en mi vida lo había visto así…vete a la verga, no, no, no, no, no, no, no, no” y así concluye el video en cuestión.

Deduzco, por la entonación y el florido lenguaje, plagado de frases hechas y lugares comunes, que se trata del clásico mexicano whitexican, que viaja dos veces al año y que cree que por comprar su boleto de avión (con tarjeta de crédito para aprovechar los meses sin intereses) tiene derecho a ser tratado como rey o jeque árabe, y que las filas en migración y aduana no deberían existir, por lo menos para él, pues es tan importante y tiene tanta prisa que hacer una fila le molesta de sobre manera.

Dentro de todas las “faunas aeronáuticas”, la que integran los personajes del párrafo anterior son individuos clasemedieros, que suelen viajar una vez al año a San Antonio “de shopping”, a Denver para ir a Vail o Aspen a esquiar y a Cancún para ir a la Riviera Maya de vacaciones. Se caracterizan por ser muy groseros con el personal, y hacen gala de una pretendida “superioridad”, iniciando en los mostradores tronando los dedos, porque todo les urge, que les documenten su equipaje rápido y de buen modo, para que le den sin demora su pase de abordar; le molestan las filas en los filtros de seguridad; avientan sus pertenencias en las charolas de los arcos detectores de metales, y se enojan “si suenan” y los someten a una revisión más exhaustiva. Cabe aclarar que esos desplantes sólo los hacen en terruño nacional, porque estando en el extranjero son “la mar” de dóciles.

Son los que se creen dueños del vuelo que abordan, viendo a la tripulación como una extensión de su servidumbre en casa, por lo que no dudan en llamar “seño” a la sobrecargo y “joven/muchacho” al compañero de tráfico.

La “Teoría de Colas”, creada por el matemático danés Agner Krarup Erlang en el año de 1909, estudia factores como el tiempo de espera medio de las filas, así como la capacidad de trabajo del sistema sin que llegue a colapsarse. Y es que es fácil imaginar que si tenemos una capacidad superior a la demanda media, no debería formarse nunca una fila de espera, ya que eso implicaría que somos “más rápidos”. Sin embargo, eso solo es válido cuando los tiempos y frecuencias son conocidos y constantes. La realidad es que, salvo en los casos de máquinas automáticas, difícilmente encontremos tiempos de producción constantes, y mucho menos probables son con demanda superior.

Y es que estos personajes, que se desesperan con los tiempos de espera, resulta que cuando están fuera del país son capaces de “soplarse” todas las filas sin mayor problema. Y pongo ejemplos: las filas para subirse a la silla alpina que los llevará a la cima de la montaña, la fila para pagar en el outlet de San Antonio o cualquier otra ciudad norteamericana, la fila para subir a un juego en Disneyworld, o la fila para entrar a Canadá, más si antes llegó un vuelo proveniente de Sudamérica, ya verás cuanto tiempo hacen formados.

Pero ¿qué les sucede cuando están en nuestro país?, ¿por qué al mexicano, y sobre todo al aspiracionista, le molestan tanto las filas?, ¿será esto una reminiscencia del sentimiento desde tiempos de La Colonia, donde con base en un sistema de castas, había gente “mejor o peor”? En esa escala, tendrían que ser tratados con deferencia por considerar que están por encima de los demás.

Ahora una anécdota. Hace muchos años cuando volaba en Mexicana de Aviación, era muy común toparme con este tipo de fauna viajera; desde su llegada al avión hacían gala de su soberbia, mirando por encima del hombro a mis compañeros sobrecargos. No faltaba quien tronara los dedos para solicitar, ya fuera un vaso con agua, una servilleta o preguntar algo relacionado con el vuelo.

Una vez me tocó llevarme a Denver a dos menores de edad que viajaban como menores sin acompañar; las dos tenían 17 años; por supuesto iban a reunirse con el resto de sus familiares que ya se encontraban esquiando en Vail, así que cuando ellas abordaron, lo primero que quisieron fue cambiarse de asiento:

Seño, me puedo cambiar de asiento, dijo la adolescente alargando la última sílaba para que se notase lo “fresa” que era. Mi respuesta fue: “Primero, soy señorita; si te cuesta mucho decir la palabra completa, aquí está mi gafete con mi nombre, y no, no se pueden cambiar de lugar, son menores sin acompañar y están bajo mi resguardo. Les comento que además, en todo momento deben seguir mis instrucciones, ¿les quedó claro?”, acto seguido y torciendo la boca, tomaron sus lugares asignados.

Una compañera me dijo que había sido valiente al decirles que no me llamaran “seño”, que ella ya se había acostumbrado, “así es esa gente”, me dijo; pero se toparon con una ferviente creyente de la igualdad entre los seres humanos, y que no hay gente mejor, ni gente peor, y que ante las leyes que emanan de la Constitución Política de este país todos somos iguales. Siempre me la pasé corrigiendo a los pasajeros que osaban decirme “seño”, a veces en tono de broma les completaba la frase “rita, o sea señorita”, u otras les decía que podían llamarme por mi nombre. Hasta aquí la anécdota.

En esta era de redes sociales, es muy fácil lanzar la piedra y esconder la mano. Cualquiera puede “deslizar” una idea falsa o tendenciosa, y lavarse las manos diciendo “yo solo compartí, no es mi idea”. No se vale generar pánico con los pasajeros que usan el AICM; hacerlo es una irresponsabilidad y un acto de ignorancia supina. Los tripulantes, cuyo trabajo es viajar, así como la gente que de verdad viaja durante todo el año, sabemos que en estas fechas hay largas filas para pasar migración y aduana, en todo el mundo. Fue el comentarista deportivo Javier Alarcón quien ese mismo día compartió un video de una pasajera afirmando que ya no había grandes filas para pasar migración y aduana.

Pueden ser odiosas, cansinas, y muchas veces una monserga, pero las filas existen y seguirán existiendo. Ahora que si no quieren tener filas en migración y aduana, aprovechen el AIFA; allá no habrá tumultos, porque según ellos nadie va a usar ese aeropuerto. Ojo, encargados de la mercadotecnia de las aerolíneas; podría ser un buen plus para ofertarles a sus pasajeros: “llegue a México sin hacer largas filas en migración y aduana”.

Y para no perder la tradición y aprovechando el día, una pequeña nota del día de los Santos Inocentes:

“Se cancela Santa Lucía, se retoma el NAIM

En un sorprendente giro inesperado, el titular de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes ha anunciado en conferencia de prensa esta mañana que después de diversos estudios y análisis con grupos dedicados al tema aeronáutico, lo mejor es cancelar las obras del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

Y prestigioso arquitecto @AXL_tw ha terminado de convencer a las autoridades federales de las bondades que el NAIM brinda en contra del proyecto de Santa Lucía. Es así como a finales de este mes, se retomará la construcción de NAIM, donde las autoridades de migración y aduana han confirmado un nuevo programa llamado “cero filas”. Dependiendo que tan fifí te asumas, te bajarán cargando del avión, y los esclavos dispuestos por las autoridades aeroportuarias te llevarán hasta la puerta de tu automóvil, propio o Uber. Nos complace compartirles esta maravillosa noticia.”