Sin duda cada que llegamos al final de un año nos gusta hacer un recuento de los acontecimientos ocurridos, las notas más destacadas y de lo que más se habló durante todo el año. En el ámbito donde me muevo, me gustaría externar qué es lo que yo le deseo a la aviación nacional e internacional en el año venidero. Son mis buenos deseos, y ojalá se concretara alguno… una ayudadita del gobierno federal sería muy oportuna y maravillosa.

La canasta es enorme. Comencemos por el irresuelto y añejo caso de Mexicana de Aviación, que le ha servido a más de uno cuando buscan reflectores en la escena política, como a Alejandra Barrales, que no duda en hablar de la empresa cuando requiere la atención de la prensa. Otros políticos también manosean el tema de nuestra injusta bajada de vuelo -concretada por el gobierno de Calderón- para dejar en claro sus posicionamientos, pero de subir el conflicto a una palestra done de verdad se solucione de fondo, nada.

Hoy insisto en la misma solicitud que hice en el ya lejano 2019, consistente en la posibilidad de que mis compañeros sobrecargos jubilados reciban una pensión por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social. Los pongo en contexto: hasta antes de 1989, todos los sobrecargos contratados con la Compañía Mexicana de Aviación tenían un plan de jubilación vitalicia, a la que se hacían acreedores al término de su vida laboral -las mujeres a los 23 años de servicio y los hombres a los 28 años-. Estamos hablando que la gran mayoría entraba a volar entre los 18 y 20 años; mis supervisoras se jubilaron en edades que rondan los 41/44 años, y mis compañeros varones entre los 46/49 años.

Esa pensión vitalicia era garantizada por un fondo de pensiones integrado por aportaciones tanto de la empresa como de los trabajadores activos, vía nómina. Cuando dejamos de operar, se descubrió que Gastón Azcárraga se había robado dicho fondo, y los jubilados se quedaron con una mano adelante y otra atrás, sin que hasta la fecha (más de 10 años después) hayan podido cobrar, ni mucho menos aparezca un responsable. El punto álgido es que para que ellos accedan a la pensión que otorga el IMSS, la gran mayoría tiene que pagar a la institución cerca de 20 años más de cuotas.

Y es justo aquí donde radica el problema. Al quedarse sin el dinero de su jubilación por parte de la empresa, mis compañeros (no más de 600 sobrecargos) no han podido pagar las cuotas que solicita el IMSS para poder hacer uso de dicha pensión. Por ello le vuelvo a pedir al lic. Andrés Manuel López Obrador, vía decreto o bando presidencial, les condone el pago de las cuotas que les faltan y todo el grupo de sobrecargos jubilados de Mexicana entren de lleno al IMSS para que puedan acceder a una pensión que les ayude a subsistir, ya que la que ganaron tras una vida laboral les fue arrebatada. No es un rescate de empresarios, se trata de rescatar a trabajadores que no tuvieron ninguna culpa ni responsabilidad, pero que han visto mermada su calidad de vida en la última década.

Mi segundo deseo es con Medicina de Aviación, que se encuentra bajo el mando de la AFAC. Me encantaría que se termine con la corrupción que sigue imperando, que se acaben los “coyotes”, perdón, gestores que agilizan tu trámite, con un sobre cobro por supuesto, y deseo que los médicos que prestan sus servicios no se dejen comprar, otorgando licencias de vuelo a gente que está incapacitada para hacerlo. Por supuesto me encantaría que mis compañeros tripulantes no fueran parte, mucho menos generadores, de estos actos. Es un gran tema que no sale mucho a la luz, pero que a la postre genera un grave problema con el personal aeronáutico; por ahora muchos de mis compañeros están preocupados porque se agota la prórroga otorgada por la AFAC y el gobierno. Están angustiados porque no saben qué va a pasar el próximo año, pues no han dado información al respecto. Deseo que la autoridad de la 4T ponga especial atención en este rubro, pues angustias e incertidumbres, combinadas con plazos que se agotan, son el caldo de cultivo perfecto para las “mordidas y cohechos”.

Mi siguiente deseo de buena voluntad es que se resuelva favorablemente el caso de mis compañeros de Interjet. Los dueños de la empresa no se han hecho responsables, abusando tanto de los trabajadores como de los usuarios que se quedaron con boletos de avión. Me gustaría que el gobierno pusiera mano dura en contra de estos empresarios advenedizos y marrulleros, y les pagaran a los trabajadores lo que les deben, que les devuelvan el dinero a los pasajeros que pagaron por vuelos no realizados y que se cierre de una buena vez el tema de Interjet, dejando a un lado las fantasías de su “regreso al aire”.

Busco dentro de mi canasta de deseos, y me encuentro otro, y es que se les pagara todo lo que le deben a los trabajadores de Aeromar, que no la han pasado nada bien este 2021. Incluso algunos han perdido su casa habitación por la falta de cumplimiento de su empresa. Todos ellos esperan el año que viene con zozobra, pues todavía está en el aire que vayan a operar desde el AIFA, y que el gobierno les brinde su respaldo.

Deseo una balanza más justa en Aeroméxico, pues hasta ahora la empresa ha sido manejada de tal forma que los sacrificados siempre serán los trabajadores. Y mientras los altos directivos brindan con champaña y caviar, a los empleados les dan las sobras del catering, presumiendo en redes sociales “la cena” que les dan. La realidad es que durante cuatro años los trabajadores estarán prestando sus servicios a la aerolínea del Caballero Águila con sueldos castigados y menos prestaciones, todo en “aras” de salvar a la empresa. Espero que de una buena vez Aeroméxico reconozca la gran valía que tiene su personal y que les pague bien. Empleados felices y bien pagados se ven reflejados en el servicio que se les brinda a los pasajeros. No es física cuántica, es lógica pura, y Aeroméxico debe entender que no es casualidad que encabece la lista de “mala atención” en la Profeco.

También deseo que las bajo costeras se animen a mejorar los salarios. Me congratularía que en Volaris, Enrique Beltranena resuelva el problema que tiene de serofobia, que se dejen de hacer exámenes sin consentimiento de los aspirantes, y que eliminen la ridícula prueba del polígrafo, y en lugar de es respaldaran a su personal con mejores salarios y adiestramientos.

Para Viva Aerobus también tengo algo: que sigan como van. Al igual que el resto de las aerolíneas, no les caería nada mal mejorar los sueldos de sus trabajadores, pero a diferencia de las demás, le aplaudo a su director general Carlos Zuazua el acercamiento que tiene con sus empleados, generando empatía, confianza y lealtad a la empresa.

Por último, pero no menos importante, deseo que los usuarios de las diferentes aerolíneas les vaya muy bien, sean atendidos correctamente y tengan de la experiencia de volar, algo muy placentero; que no tengan contratiempos de ningún tipo, que no tengan que pagar “sobre equipaje”. Que los portales de ventas de boletos sean extremadamente claros y les digan de forma desglosada cada uno de los cobros, y que no les hagan ningún cobro extra en el aeropuerto.

Me despido no sin antes decir mi deseo más personal y profundo, que el gobierno federal constituya una aerolínea realmente bandera, con inversión mixta y que le de trabajo a todos mis compañeros desempleados, con sueldos por encima del promedio actual, dignificando la industria aeronáutica. Pueden decir que soy una soñadora, pero no soy la única, parafraseando a Lennon. Lo mejor para todos este 2022.