En México, algunos autores no han podido resistir las ganas de escribir una novela negra, policiaca o con un crimen como hilo conductor. Plumas como Elmer Mendoza, Guillermo Arriaga, Fernando del Paso y Jorge Zepeda Patterson son ejemplos que llegan a mi memoria.

Me queda claro que si yo fuera escritora de novela negra, usaría la historia de Boeing como base y fuente de inspiración. Tiene de todo: mentiras, corrupción, traiciones, intrigas políticas, suicidios y ahora una muerte más, que se agrega a los elementos narrativos.

No está el horno para bollos, y ahora otro denunciante de la fabricante Boeing acaba de fallecer; así lo dio a conocer el New York Post, el martes 30 de abril. El hoy occiso, Joshua Dean, se desempeñó en vida como auditor de calidad de la empresa Spirit AeroSystems, que le fabrica piezas a Boeing.

De 45 años de edad y originario de Wichita, Kansas, se supone que gozaba de buena salud, según lo informó el medio Seattle Times. Sin embargo este mismo medio señala que el “ex auditor de calidad de Spirit AeroSystems, murió el martes por la mañana a causa de una infección misteriosa de rápido crecimiento, que lo mantuvo dos semanas en estado crítico”.

Por testimonios de otros trabajadores, se sabe que Spirit AeroSystems tomaba represalias contra ellos si no cumplían con los plazos establecidos. La queja es que para poder llegar a los tiempos marcados, tenían que hacerse de la vista gorda si se topaban con defectos de fabricación, pues la urgencia era sacar las piezas para entregarlas a Boeing.

Varios de ellos estaban muy consternados por este tipo de decisiones por parte de los directivos. Y es que Dean ya había hecho una acusación muy seria, utilizando el mecanismo de una demanda a los accionistas y a la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés), en la cual externaba su preocupación por la mala gestión de la calidad en Spirit AeroSystems, en específico lo referente a la producción del B737MAX.

Dean laboró para Spirit AeroSystems desde el 2019 hasta el 2023, año en que fue despedido. Y según el medio Seattle Times sus colegas reconocerían la valentía de Dean al pronunciarse sobre los procedimientos que se llevaban a cabo, donde la seguridad era lo de menos, pues detectó orificios donde no deberían de existir en un mamparo de la parte posterior del modelo de avión B737MAX.

Esto viene a confirmar lo dicho por Sam Salehpour, otro denunciante de Boeing que sí logró testificar contra ellos en el Congreso Norteamericano. Pero llama poderosamente la atención que se decida pasar por alto este tipo de errores en la fabricación, tan solo porque es más urgente entregar las piezas a Boeing para su ensamblaje, y sacarlo al mercado lo más rápido posible. Dicen que no podían perder ni un minuto, aplicando aquel aforismo de “Time is money” (el tiempo es dinero) y eso creo que nos ha quedado claro.

Por supuesto esta muerte ha prendido las alertas -y las preocupaciones- en torno a Boeing, pues está en entredicho su cultura de seguridad. Y no solo ha puesto los pelos de punta a los congresistas del vecino país, sino que este fallecimiento ha tenido un eco enorme dentro de la comunidad aeronáutica.

El abogado de Dean, Brian Knowles, dijo a los medios: “Joshua poseía un tremendo coraje al defender lo que sentía era verdadero y correcto, y alzó la voz sobre problemas de calidad y seguridad.”

También su familia se ha manifestado a través de redes sociales y han compartido lo siguiente: “La ausencia de Josh se sentirá profundamente” y otros ejemplos de mensajes similares se pueden encontrar, pues todo mundo se encuentra consternado por su repentino fallecimiento. Y es que en febrero de este año declaró a la National Public Radio (NPR): “Creo que estaban enviando un mensaje a cualquier otra persona. Si eres demasiado ruidoso, te silenciaremos”.

La muerte de Joshua Dean se suma al presunto “suicido” de John Barnett, como si las cosas no fueran complicadas ya. Todo esto en medio de una ralentización en la entrega de equipos por parte de Boeing. Pues se ha visto obligada a bajar el ritmo de producción que tenía en sus líneas B737MAX y B787Dreamliner.

Además, ahora la armadora será escudriñada ante la FAA y la justicia estadounidense por no cumplir con los procesos de seguridad y los estándares en la producción de sus aeronaves. Por tal motivo, la FAA le impuso a Boeing una limitante de 38 aviones modelo B737MX al mes.

Por supuesto esta medida ha traído consigo -solo este primer semestre- pérdidas por alrededor de 335 millones de dólares. Esto sin contar la afectación por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que ha encarecido la obtención de materiales de fabricación.

Eso, más todo lo que ha tenido que pagar por concepto de compensación a las líneas aéreas que se vieron obligadas a dejar en tierra sus aviones B737MAX9, siendo la principal afectada Alaska Airlines, pero también ha tenido que pagarles a Delta, y a United, por mencionar algunas líneas aéreas.

Y no solo tenemos muertes sospechosas y declaraciones de ex trabajadores denunciando a Boeing por su falta de cultura en la seguridad aérea, también este fabricante de aviones debe enfrentar la pifia del modelo B737MAX.

Otros dos equipos están en mira del Congreso de los Estados Unidos: los aviones modelo B777 y el B787Dreamliner. Justamente en este último equipo es donde el discurso del ahora occiso Dean coincide con el de Salehpour, sobre los “orificios” que no encajaban en ninguna parte pero que había sido perforados y que según las declaraciones de Salehpour, forzaban el ensamblaje de las piezas.

Si esta fuera una novela negra, de intrigas, asesinatos, suspenso, no hay duda sería muy entretenida, pero no lo es. Estamos hablando de miles de aviones que hoy surcan los cielos diariamente y que según las declaraciones de varios trabajadores, son verdaderas bombas de tiempo.

En aras de una aviación sana, urge que se aclare todo esto y si se tiene que sancionar a alguien, corregir, se haga de inmediato, no olvidemos que están de por medio muchas, pero muchas vidas.