Existe un gran y poderoso enemigo para la atribulada campaña presidencial de Xóchitl Gálvez. No se trata de su rival, que la supera por mucho en las encuestas, Claudia Sheinbaum. Tampoco se trata del presidente Andrés Manuel López Obrador, uno de los más populares de la historia. Tampoco son los “señoros” tóxicos “Alito” Moreno, “Marko” Cortés y la figura que aún queda del PRD.

El principal enemigo de Xóchitl Gálvez es la propia Xóchitl Gálvez, cada que abre la boca.

Según Xóchitl, si para los 60 años, como ella, “no has podido hacer un patrimonio propio, eres bien güey”. No solo medio güey, o güey, sino bien güey. Pendejo, pues, si ahondamos en lo que realmente quiso decir la candidata autoproclamada “xingona”.

Si tuviera un poco de empatía, la señora Berta Xóchitl se daría cuenta que la mayoría de los millennials, la generación que sigue, los centennials y varios de la suya ni somos corruptos cómo a ella le señalan ni tenemos “empresa” que mágicamente se convierten en proveedores de edificios de la alcaldía en donde uno “gobierna”, ni nos hicimos ricos mágicamente vendiendo 600 gelatinas diarias.

Tampoco tenemos casotas rojas, o perdón, “townhouses” para armar las pedas y que al día siguiente nuestros vástagos se curen la cruda. Mucho menos tenemos la capacidad de pagar 60 mil pesos mensuales de seguros médicos como ella afirmó alguna vez que era su caso.

En fin, los que crecimos en las eras del “outsourcing”, de la destrucción del estado del bienestar y en crisis constante desde la década de los ochenta hasta hace unos cuantos años jamás tuvimos los privilegios que doña Xóchitl y algunos de sus parientes, colegas y amigos. Desde la generación que “está bien güey”, le mandamos un saludo a la señora. Nos vemos en las urnas el próximo 2 de junio.