En el contexto de la guerra de Ucrania, de la masacre de Bucha y de los recientes ataques deliberados contra una estación de trenes en el este del país, la Asamblea General de Naciones Unidas votó, el pasado 7 de abril, la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la organización internacional.

Este Consejo, sito en Ginebra, Suiza, fue fundado en 2006 con el propósito de servir como un foro internacional para la promoción de los derechos humanos en el mundo como parte integrante del sistema de agencias y organismos de Naciones Unidas.

El acto de suspensión no tiene precedente pues ha sido la primera vez que un miembro permanente del Consejo de Seguridad es expulsado de uno de los organismos de Naciones Unidas. 93 países miembros votaron a favor de la resolución de expulsión, 24 en contra y 58 se abstuvieron. Con esta decisión, Rusia se convirtió en el segundo país en ser expulsado luego de que Libia, en 2011, fuese suspendido tras una votación en su contra promovida por Estados Unidos.

México formó parte del grupo de los 58 Estados que se abstuvieron. Desafortunadamente, y en detrimento del prestigio del país en el concierto de las naciones, ello ha confirmado la posición ambigua de la Cancillería mexicana, y aún más, del presidente AMLO, en relación con la guerra en Ucrania.

No conforme con no haber condenado la formación del Grupo de Amistad México-Rusia, conformado por impresentables diputados de Morena y del PT, y de haber omitido sancionar intereses rusos en México, el presidente AMLO, a través de la Cancillería y de la Representación Permanente ante Naciones Unidas, decidió abstenerse de votar en una resolución condenatoria contra un Estado que ha violado flagrantemente el derecho internacional, que ha cometido crímenes de guerra, que ha asesinado cobardemente mujeres y niños, y que no ceja en su empeño de conducir una guerra atroz que tiene de rodillas al pueblo ucraniano.

¿Por qué el presidente AMLO se empecina en colocar a nuestro país en el lado incorrecto de la historia? ¿De qué deriva su insistencia de aislar diplomáticamente a México de sus principales socios comerciales? ¿En qué momento caerá en la cuenta de que el país merece jugar un sitio destacado en las relaciones internacionales? ¿Por qué insiste en ese desdén hacia la política exterior?

En suma, la abstención de México en la Asamblea General de Naciones Unidas ha puesto nuevamente de manifiesto que tenemos en Palacio Nacional a un presidente errante, que poco mira hacia el prestigio de nuestro país en el exterior, y que está dispuesto a llegar hasta el final del camino para azuzar a sus bases electorales. Disfrazado de ejercicio democrático, México a las urnas el próximo domingo a participar en una consulta de revocación de mandato cuyos resultados son conocidos de antemano.