Nuestra postura: profundizar la concepción y el paradigma actual en inteligencia, seguridad y combate al CTO rompiendo consensos erróneos y generando reformas que permitan ajustes en la estrategia para mejorar resultados. Una gran felicitación con reconocimiento a la Armada y al Ejército por los eventos y esfuerzos exitosos recientes para reconstruir el Estado Constitucional en México y la convivencia pacífica de los mexicanos. Honor por siempre a los caídos.

Hoy existe una abundante evidencia empírica que muestra que la ausencia de Estado Constitucional y la fragilidad de sus instituciones, genera escenarios de violencia multiforme extendida que se expresa muy diversamente, una fundamental es la violencia criminal y la violencia no legítima del Estado contra grupos sociales no criminales. Es esta relación causal la que hace de este fenómeno un asunto central para la Ciencia Política dentro de una óptica interdisciplinaria. Hablamos así de una amplia cultura de la ilegalidad predominante, de incapacidad pública para imponer el Orden Constitucional ante la acción de distintos actores sociales e institucionales, principalmente desde el primer círculo del poder dentro de sí mismo y hacia el conjunto de la sociedad.

Crimen transnacional organizado y las políticas punitivas

La cultura de la ilegalidad, los distintos modelos de las políticas de seguridad, los patrones de la violencia, el uso político de la misma, las redes transnacionales privadas para asaltar el Estado y atacar el patrimonio social, son ejes que deben concretarse en los análisis de casos nacionales dejando a salvo también los factores en común a partir de fenómenos con una naturaleza igual, como en el caso de la acción del crimen transnacional organizado y las políticas punitivas por parte de los gobiernos latinoamericanos, en donde los sistemas y regímenes políticos más verticales, autoritarios e inflexibles con menos espacios para la sociedad civil, son por naturaleza proclives a la ruptura de la legalidad constitucional ocultada tras una cortina de humo mediática y propagandística.

En consecuencia, la violencia no es obligadamente un sinónimo de organizaciones del crimen transnacional; como tampoco la reducción en los índices de violencia criminal (delitos del fuero común o del fuero federal) tienen como contrapartida la pacificación de las comunidades o regiones violentas. Menos aún, el monopolio o control de un solo grupo criminal en un determinado territorio de los Estados de la República es sinónimo de mayor control del fenómeno criminal, especialmente, transnacional. Se han venido creando en la narrativa oficial, pero también en los análisis, incluso críticos, una serie de consensos disfuncionales que no expresan realmente la realidad que discurre frente a nosotros, como los antes mencionados.

¿Cómo se puede afirmar que en los territorios en donde predomina un grupo criminal transnacional sobre otros existe menos violencia? La idea que subyace es que al no haber disputas por las rutas territoriales, los cargamentos de estupefacientes, el dinero y el control de las comunidades sociales, se tranquiliza la localidad. Absurdo. El sólo hecho de que un grupo criminal tome el control del territorio, de la sociedad en ese ámbito y la someta a una autoridad extra constitucional, fáctica, coactiva y le imponga un silencio basado en amenazas como “el derecho de piso”, o una colaboración basada en dádivas criminales, ya es en sí mismo un escenario de enorme violencia aunque no proliferen las matanzas como en Allende, Coahuila, y otras áreas nacionales, en donde la ausencia de Estado Constitucional es dramática, y las autoridades legales han sido sometidas por la fuerza. Ello es porque el criterio de violencia criminal se remite a un dato estadístico de “homicidios dolosos” sin análisis cualitativo. Disminuye la violencia intra-criminal, no la violencia que se ejerce sobre la sociedad y las instituciones del Estado. Se suplanta al gobierno y la ley que son datos extremos de violencia política. ¿Quién hizo creer al Presidente semejante cosa? Por eso los consensos no necesariamente pueden ser una guía para normar criterio. Pueden ser erróneos y no porque hay consenso éste está acorde con la realidad. El disenso es rectificador y replantea la problemática desde una perspectiva ajustada y mejorada.

¿Qué nos dicen en “las mañaneras” sobre los resultados en seguridad y control del crimen organizado?

El análisis sobre bases mínimas científicas, debe ser cuantitativo y cualitativo, aunque se puede privilegiar para fines del conocimiento y la explicación, uno u otro, según el objeto de estudio sin perder de vista que se trata de análisis sesgados a lo cuantitativo o a lo cualitativo sin apoyo en datos estadísticos. De lo que nos presentan en “las mañaneras” sobre seguridad no podemos inferir o interpretar que el control del fenómeno criminal está avanzando, bajo las premisas antes mencionadas. No es que nos digan mentiras, no. Sino que hay una interpretación tan sesgada como la presentación estadística misma que no expresa la realidad en términos cualitativos, e induce a una interpretación equívoca de tipo empírico.

Efectivamente, en donde hay disputas territoriales por el paso de los cargamentos de estupefacientes o el control de cultivos, etc. la violencia intra-criminal crece e impacta a las comunidades sociales, y este volumen de violencia armada se adiciona a la violencia política y social contra los grupos sociales que no resisten (no tienen cómo) sino que se someten (familias, empresas). Los homicidios crecen entre bandos en disputa más las bajas sociales colaterales o directas por la violencia armada criminal en su contra. El vacío de Estado es grande, y este es el cuadro.

En los territorios en donde la violencia intra-criminal y la que se ejerce o alcanza a  la población sometida, coaccionada, sea territorial o por espacios de tiempo (días, semanas, meses) la violencia política y social no ha disminuido, ha tomado otra forma a partir de la coacción contra población y empresas por el derecho de piso que aceptan sometidos al poder fáctico y armado. Pero también como en el caso de ciertas localidades de Veracruz, Chiapas, Campeche y Jalisco por ejemplo, y es porque las organizaciones criminales transnacionales han optado por una táctica distinta de dominio expansivo como es la ocupación de mayores espacios de la economía formal sometiendo a la población involucrada, a las autoridades y servidores públicos. Mediante sus redes criminales y de empresas fantasma buscan contratos de obra oficiales, explotación de recursos naturales, asociaciones con empresas formales, inversiones en negocios. Hay un nuevo y distinto impulso expansivo y el comportamiento delictivo cambia.

Ofrecimos recién en este espacio dos columnas periodísticas documentando estas tácticas criminales que van conformando una nueva estrategia (sin declinar la anterior marcada por la violencia y hasta el terror) con datos diversos, incluso articuladas mediante alianzas con regiones y criminales centroamericanos.

Veamos entonces cuan engañosas pueden ser las cifras si no les damos la dimensión y peso preciso (no me refiero a que éstas pueden ser manipuladas, no, sino a que sin otro tipo de análisis pueden inducir al error y crear una percepción equívoca sobre la realidad). Sólo complementándolas con el comportamiento cualitativo de las variables (cambios en las organizaciones criminales, la relación con el poder público, las alianzas criminales, etc.) podemos acercarnos en verdad a la realidad. Si no desentrañamos esto, se forman y crecen consensos analíticos e interpretativos artificiosamente. O bien, ante la incapacidad para hacerlo se rechazan las cifras oficiales de tajo y se consideran engañosas. Otro tipo de error.

Políticas de inteligencia de Estado

Por formación sé muy bien que detrás de las políticas de seguridad interna u orden público, está el funcionamiento de los aparatos de inteligencia policial, civil y militar, las políticas de inteligencia de Estado. Entonces, si reclamamos “resultados en seguridad” respecto del combate al crimen transnacional o al ordinario, sin tomar en cuenta qué sucede en la organización de la inteligencia (prioridades, modelos de trabajo, estrategias y estructuras orgánicas) que genera la información calificada para los operadores de campo en inteligencia y para que los cuerpos armados pasen a la acción, nuevamente nos estamos quedando en la superficie: hablamos o criticamos “resultados”, expresamos criterios de valor, hacemos posicionamientos sin entender que una deficiencia, debilidad o falla conduce a otra.

De esta forma los grupos sociales e intelectuales opinantes sobre esta compleja y variopinta problemática hacen “contribuciones” muy frágiles conteniendo consensos equívocos que resultan disfuncionales al análisis, al esclarecimiento correcto de la problemática y a la propuesta o búsqueda realista de soluciones o aproximaciones de distinto grado a ellas. Se distorsiona el debate y no avanzamos en los consensos verdaderos posibles construidos con mayor rigor que urgen en México. Han surgido muchos “especialistas” en el tema pero realmente ¿cuál es su aportación a la problemática, a su mejor entendimiento y a la propuesta para avanzar?

En el tema de la “pacificación” tenemos otra área de equívocos y generalizaciones de poco contenido conforme a la vasta experiencia histórica que ya existe en distintos países y regiones aunque partiendo de conflictivas sociales y políticas, nacionales y culturales distintas, las cuales han derivado en luchas armadas, en guerras, incluso muy cruentas, que ha llevado años atenuar para poder abrir paso a procesos de acercamiento, conversación entre las partes en guerra, diálogo asistido y negociaciones directas para la búsqueda de nuevos consensos nacionales. En todos los casos abriendo la puerta a amplios procesos también de justicia transicional en distintos momentos y temáticas. Procesos muy difíciles.

En México ¿a qué llamamos pacificación? Lo abordaremos en próxima entrega.