Desde que en los Estados Unidos comenzaron a especializarse en la fabricación de armas de todo tipo, desde revolvers y rifles, hasta ametralladoras, tanques, barcos, submarinos y aviones, la industria militar ha sido muy lucrativa, sobre todo a partir de la guerra de secesión americana.

Y claro, ésta industria militar estadounidense cambió radicalmente la historia del mundo y de las guerras en general, al considerar que serían armas americanas las que se utilizaron en conflictos como la Primera Guerra Mundial y la Batalla de Galípoli, la Revolución Mexicana, la Segunda Guerra Mundial con el conflicto del Pacífico también, los enfrentamientos durante la Guerra Fría, incluyendo los de Vietnam, Corea e Israel, con todo y la independencia de éste último, y más recientemente, las guerras de Irán e Irak, del Golfo Pérsico, de Afganistán, de Siria y de Ucrania, por mencionar los principales eventos bélicos financiados por la industria militar estadounidense.

Pero lo que no fue jurídica, moral, ni humanamente correcto, fue que ésta industria militar estadunidense, la misma que había hecho tantos tratos con tantos gobiernos del mundo para armar a sus ejércitos de una manera financiera muy eficiente, lo haya hecho en su momento con los grupos organizados de México dedicados al narcotráfico de manera fraudulenta, independientemente del controversialmente inentendible proyecto “rápido y furioso”, la venta de armas y armamento estadounidenses a éstos grupos mencionados debió haber sido mucho más controlada y restringida.

Considerando ésta última reflexión, sí fue muy positivo y propositivo que los líderes actuales de México hayan decidido iniciar una demanda contra la industria militar estadounidense, independientemente de los resultados de la misma que muy seguramente ya no fueron del dominio público, sólo la iniciativa fue un avance muy importante en cuestión de derechos humanos, civiles, independentistas, y, trascendentales.

Las próximas generaciones, sobre todo los jóvenes, deberán estudiar y saber que la venta de armas por parte de Estados Unidos a los encargados del narcotráfico no fue nunca jamás, una buena decisión, ni política, ni diplomática, ni humana.

Nota cultural agregada

Resulta muy interesante analizar en la película “Las horas más oscuras” (Darkest hour) con Gary Oldman interpretando a Winston Churchill, cuando le habla por el teléfono trasatlántico de esa época al presidente estadounidense Roosevelt para pedirle que le vendan a Inglaterra aviones y armamento para mantener la Segunda Guerra Mundial, antes del ataque a Pearl Harbor y de la entrada de los Estados Unidos a dicha guerra.

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