Los comicios de ayer dejaron en la ciudadanía libre y democrática la sensación de que sí se puede alcanzar una verdadera opción ciudadana y de que es momento de que los partidos asuman un rol totalmente distinto: el de verdaderos representantes de los ciudadanos.

Claramente 2024 será una disputa entre la consolidación de un régimen democrático o de uno autoritario y veremos si los partidos políticos serán los representantes de la sociedad ante el poder o un apéndice del gobernante.

Desde hace tiempo los partidos sin excepción perdieron su rumbo y objeto social. Dejaron de ser el puente entre el pueblo y los gobernantes para convertirse en “agencias de colocación”, sirviendo y sirviéndose del interés de un líder o de la élite política.

Lo rescatable

Gana la democracia y por culpa de sus dirigentes, fracasan los partidos. Aunque la participación fue menor al 50 por ciento del padrón el @INEMéxico se afianza con una victoria para los ciudadanos que participaron en la organización.

En la democracia se gana y se pierde, pero quedan importantes lecciones de acuerdo con los resultados de esta elección:

1. Por dignidad mínima los dirigentes de los tres partidos de oposición deberían renunciar.

2. Los representantes de partidos, militancia, organizaciones civiles y todos aquellos que sean opositores, están obligados a repensar la estrategia para 2024.

3. La sociedad civil debe penetrar e influir en los partidos políticos y el trabajo de campo.

Deseo profundamente que los nuevos gobernadores den resultados y atiendan las demandas urgentes de sus estados.

Alejandra salió a dar la cara y ya no se vio ni a Marko, ni a Alito ni a Zambrano, esperemos que, en una correcta lectura de señales, salgan, no solo de la escena, sino del escenario político al que tanto daño han hecho.

Morena

AMLO fundó Morena con el único interés de poder ser candidato a la presidencia por tercera ocasión, las dos primeras veces contendió por el PRD y ese instituto difícilmente lo postularía una vez más.

Desde su creación estuvo al frente como su líder y dueño y al llegar a la presidencia cedió el control a sus hijos a través de Yeidckol Polevnsky, aunque siguió haciendo y deshaciendo con el partido y las candidaturas. Las acciones se conocieron por la filtración de llamadas, luego las denuncias escalaron hasta el Ministerio Público y Yeidckol fue destituida. Entonces la familia real impuso como presidente a su buen amigo Alfonso Ramírez Cuéllar.

Finalmente, el partido quedó controlado por AMLO a través del más dócil, corrupto y traidor súbdito, Mario Delgado.

A Morena se sumaron los partidos creados por Salinas, el PVEM y el PT, las rémoras que siempre están al lado del partido en el poder. Lo hicieron con el PRI, el PAN, en ciertas elecciones con el PRD y para 2018 cambiaron de patrón y se aliaron AMLO.

Coahuila

Por las diferencias que mantuvo con Guadiana, AMLO ordenó que el PVEM y PT fueran por la libre, luego decidió que “se sumen” a Morena. Aunque la medida no sirviera de nada, en un mensaje que se lee para Marcelo Ebrard, es señal inequívoca de que esos partidos responden a la orden de un solo hombre, nunca de la ciudadanía. Morena, PVEM y PT, son partidos “familiares” donde los ciudadanos no cuentan.

Pero igual pasa en PAN, PRI y PRD, que atraviesan una brutal crisis de liderazgo. Si bien estructuralmente son distintos a Morena y aliados, puede decirse, más institucionales, padecen el mismo mal, trabajan en función de una persona y de su interés.

Tres tristes trastos

Los tres líderes, de los tres partidos de oposición, Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, juegan en la cancha de AMLO y, aunque lo critiquen, responden a la menor provocación como sus “patiños”.

Son simples mercenarios de la política, que se impusieron en sus dirigencias mediante artimañas jurídicas y, por su ambición de poder y control, juegan con las reglas antidemocráticas de AMLO, responden a los mismos intereses clientelares y buscan negociaciones cupulares.

Los tres han pasado por alto el interesante fenómeno que se da actualmente en la disputa por el poder político en México, la participación de la sociedad civil y, muestra de ello es la forma en que lamentable o afortunadamente dejaron sola a su candidata en Estado de México.

Lo que se avizora para el 2024 será la contienda entre dos opciones, la idea de un partido único y el establecimiento de un nuevo maximato con partidos comparsas en el escenario de un teatro democrático o la idea de una sociedad civil activa que logre que los partidos se erijan con un rol totalmente distinto.

Así como se le piden resultados a Andrés, los ciudadanos también podemos exigir a las dirigencias de los partidos resultados y los que fracasaron que se vayan y dejen su lugar a mejores mexicanos que estén dispuestos a crear una mejor oposición, con proyecto, agenda, trabajo de campo, candidatos que conecten con el pueblo y que puedan dar la cara a la sociedad.