El hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llamara ‘hipócritas’ a miembros de la iglesia católica; dirigiera vituperios a clérigos; y diera trato de adversarios a los sacerdotes, -como suele hacer con aquellos que no comparten su diatriba o su forma de gobernar-, generó una enérgica respuesta por parte de la iglesia católica hacia el actual régimen, solamente comparada con aquella histórica exigencia con que el catolicismo ordenó al gobierno esclarecer el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo de Guadalajara el 24 de mayo de 1993, a manos del crimen organizado, sin menoscabo de que se podría hablar también de aquel episodio de La Cristiada, aunque guardando las debidas reservas.

Los jesuitas asesinados

Indudablemente, el atroz asesinato de dos de sus hermanos a manos de un delincuente y en su propia iglesia, causó un inmenso dolor entre la comunidad jesuita no solo de México sino de todo el mundo. El propio Papa Francisco desde El Vaticano, expresó su sentir ante la barbarie de que fueron objeto los dos sacerdotes, así como un guía de turistas. Pero aún en esos momentos de aciago por tan lastimosas pérdidas, el reproche había sido hasta cierto punto dentro de los parámetros de la justicia y el respeto. La comunidad jesuita convocó a un diálogo nacional para detener el “río de sangre” que corre en el país, e hizo un llamado para revisar la estrategia de seguridad pública del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, declaró el sacerdote Javier Ávila, líder de la comunidad jesuita en Cerocahui, en Chihuhua, durante la misa de despedida de los dos sacerdotes asesinatos.

Sin embargo, la frase emitida por el sacerdote fue demoledora y desató los demonios en Palacio Nacional.

AMLO llama ‘hipócritas’ a líderes de la iglesia católica

De ahí que el asunto tomara otra dirección y diferentes dimensiones. El primer mandatario de la nación reaccionó con total falta de tacto e inteligencia. Pudo haber actuado de manera condescendiente, aceptando que en el marco de la terrible pérdida el sacerdote habría tenido un momento de desahogo y de arrebato, y dejar pasar el comentario como tal, pero decidió encender la mecha y dirigir su furia a toda la iglesia católica llamándolos hipócritas.

“¿Por qué no actuaron, cuando Calderón, de esa manera? ¿Por qué callaron cuando se ordenaban las masacres, cuando se puso en práctica el ‘mátalos en caliente’, cuando se decía a los altos mandos del Ejército: ‘Ustedes hagan su trabajo y nosotros nos encargamos de los derechos humanos’? ¿Por qué esa hipocresía? Eso no debe permitir a nadie y mucho menos a un religioso, sea pastor de una iglesia evangélica o sea sacerdote. La verdad”. “Incluso hasta a los religiosos, con todo respeto, que no siguen el ejemplo del Papa Francisco porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”, acusó el jefe del Ejecutivo.

Y arremetió:

“Y cuidado con la politiquería. Una cosa es que tengan simpatías con los partidos conservadores y otra cosa es la mentira y la calumnia, y el levantar falsos testimonios”.

AMLO

López Obrador se fue también en contra del periodista Carlos Alazraky de quien acusó es “hitleriano”, para lo cual incluso proyectó un video en el que el comunicador habla de la propaganda. Y no sólo eso: se fue hasta contra la comunidad judía en México.

Después de dicho episodio , el Comité Central de la Comunidad Judía de México rechazó el uso de ese término “para referirse a cualquier persona”, y aclaró: “Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable”.

Al día siguiente, contrario a matizar su posición, arremetió:

“Y son excepcionales constructores, gente de trabajo, gente buena, pero eso no quiere decir que toda la comunidad tenga una especie de patente de corso para poder dañar, afectar un movimiento de transformación nada más por sus ideales, sus pensamientos, su conservadurismo y, repito, su hitlerismo”.

AMLO

AMLO tuvo rápida respuesta a sus cuestionamientos; Monseñor Castro exhibió 116 expresiones de protesta eclesial durante los últimos años. Pero no fue la única respuesta de la iglesia tras la indignación que provocaron al interior los vituperios y ofensas del presidente tabasqueño, toda vez que devino un inusitado llamado a la movilización.

Por su parte, el Episcopado Mexicano publicó un comunicado concreto y contundente en el que instó a “revisar las estrategias de seguridad que están fracasando”, los rectores de las universidades jesuitas calificaron de “Estado fallido” la actual situación de inseguridad en la que prevalece “la ley de la selva”.

La Conferencia del Episcopado, la trascendente Compañía de Jesús y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México difundieron un manifiesto como no se veía en México durante décadas.

Se extendió una convocatoria a rezar, a oficiar misas, a colocar fotografías de las víctimas en los altares y para obtener la paz.

No se veía una respuesta tan enérgica de parte del clero desde el homicidio del Arzobispo Posadas Ocampo en el estacionamiento del aeropuerto tapatío en 1993.

Fueron muchos años de tensión entre la iglesia y el gobierno.

“El grado de tensión que eso causó tuvo muy ocupados al Procurador General de entonces Jorge Carpizo y a la jerarquía eclesiástica, especialmente al entonces poderoso y bien relacionado Nuncio Girolamo Prigione, que largamente pidió explicaciones y no se le dieron satisfactoriamente. Ese fue un problema con la Iglesia de Roma, pero también tuvo lo suyo con la jerarquía mexicana.

Hubo un soterrado enfrentamiento entre el Arzobispo Primado Ernesto Corripio Ahumada con el Procurador Carpizo y, por ende, con el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, con el Nuncio Prigione de por medio”, recuerda el periodista Eduardo Arvizu.

La guerra cristera en México

Y refiere un acontecimiento anterior de enfrentamiento entre la iglesia y el estado que nos remonta a principios del siglo pasado:

“La llamada guerra cristera de México, sucedida entre 1926 y 1929 comenzó con la que en su tiempo se llamó la ‘Ley Calles’, en la cual el Sonorense Plutarco pretendía algo similar a las Leyes de Reforma y a la desamortización de los bienes de la Iglesia.

Tres años de disparos entre el Ejército y los ‘rurales’, contra católicos que se sentían legítimamente agredidos por las disposiciones regulatorias que incluía la Ley Calles.

Principalmente en los Estados del Centro del país, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Colima, San Luis se levantaron en armas y durante más de 30 meses cruzaron tiros y estrategias contra las fuerzas armadas del gobierno.

Fue la última vez en nuestra historia donde se desató un enfrentamiento tan frontal entre el Gobierno y la autoridad eclesiástica. Sin armas de por medio, pero el clima de golpeteo no abona absolutamente a nada bueno.

Esto se va a poner peor.

Está a la vista la respuesta de la CEM a López Obrador.

También el pronunciamiento de la Compañía de Jesús, que va a resonar hasta Roma y puede tener alcances insospechados para el gobierno de López Obrador.

No hay que olvidar que justamente en 1927 las autoridades fusilaron a un sacerdote Jesuita en el terreno que hoy ocupa el edificio “El Moro” de la Lotería Nacional. Fue el del Padre Miguel Agustín Pro, a quien el gobierno de Calles acusó de sedición, sin prueba alguna, en medio del movimiento de la cristiada. Desde ese fusilamiento hasta el asesinato de los Jesuitas en Cerocahui”.

No es necesario citar a cada uno de los críticos al régimen actual que López Obrador ha encasillado como “adversarios”, siendo que en ese mismo apartado ha colocado a múltiples sectores de la población.

AMLO se metió con la iglesia católica

El asunto es que esta vez se metió con la iglesia católica y después de haber reaccionado de manera iracunda, sin reflexión, sin mesura, sin ser políticamente correcto, y sin medir el nivel del gigante al que le estaba dirigiendo la andanada de ofensas, no se puede dejar de recordar la ya célebre frase de la esposa del presidente AMLO al defender a su hijo menor, que aplica para la lección que seguramente están aprendiendo en Palacio Nacional: “Con la iglesia no”.

Salvador Cosío Gaona en Twitter: @salvadorcosio1

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