La idea fue de Luis Mandoki, reconocido cineasta mexicano. Recuerdo cuando, hace tiempo, me invitó a colaborar en el que iba a ser su nuevo proyecto.

En noviembre de 2021 se había presentado el plazas públicas de la Ciudad de México aquel documental de Luis realizado hace ya bastantes años, Fraude: México 2006. Estuve en una de las funciones, afuera de Bellas Artes.

El cineasta me había convocado porque colaboré con él en la producción de la obra cinematográfica que exhibía las innumerables trampas a las que había recurrido la mafia del poder para robarle la presidencia de México a Andrés Manuel López Obrador.

Que no se nos olvide: estaba lejos de ser propaganda eso de la mafia del poder; se trataba, más bien, de la inmoral maquinación para derrotar a la mala a un político de izquierda al que no podían detener, con acciones legales, los partidos tradicionales.

Desde antes de 2006 se unieron contra AMLO el entonces presidente Vicente Fox, el PRI, el PAN, los grandes medios de comunicación y prácticamente todos los mexicanos poseedores de grandes fortunas. Esa es historia documentada.

Documental, dice la RAE, es la película cinematográfica o el programa televisivo —aplica a cualquier video de internet— “que representa, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos, etc., tomados de la realidad”.

Mandoki dio a conocer aquella realidad lamentable del proceso electoral de 2006: persecución judicial contra AMLO desde antes de las elecciones, ordenada y financiada por la presidencia —no eran críticas, no eran cuestionamientos, sino un proceso formal de desafuero para encarcelarlo y quitarle el derecho de ser candidato—; brutal guerra sucia en los medios financiada por grandes empresarios, los mismos que hoy patrocinan a la oposición; falsificación de actas de votación, ¡de muchísimas actas de votación!; robo de sufragios orquestado por gobernadores en complicidad con la, en esa época, muy poderosa dirigente sindical Elba Esther Gordillo, y, como se dice en estos casos— un largo etcétera de perversidades.

Si no recuerdo mal, el documental de Mandoki, en el que tuve el honor de participar como productor ejecutivo, se estrenó en noviembre de 2007. En casi 300 salas de cine, lo que fue una hazaña ya que el gobierno espurio de Felipe Calderón intentó detener la exhibición.

Exactamente 14 años después, en 2021, también en noviembre, el documental se exhibió de nuevo, ahora en plazas públicas de la capital mexicana. En una de estas, Luis Mandoki me preguntó: “¿Y si hacemos un documental de Claudia Sheinbaum? Contar la historia de la primera presidenta de México”.

Se había adelantado la sucesión presidencial y Claudia tenía posibilidades reales de ser la candidata de Morena. Me pareció muy buena idea la de Luis, pero le dije que, a mi edad, no estaba en condiciones de entregarme a una proyecto que sin duda era complicado. Él me hizo otra pregunta: “¿Y si invitó a Fede, tu hijo, a que me ayude?”. Invítalo, respondí. Y lo invitó.

Pasó el tiempo, bastante tiempo y Luis, por situaciones de la vida, no pudo entregarse al proyecto, al que después se sumó un cineasta joven y talentoso, Rodrigo Ímaz. El hijo mayor de Claudia Sheinbaum, sí.

Rodrigo, en lo artístico y en lo periodístico, y Federico Manuel colaborando para que los detalles técnicos no se complicaran, fueron tercos y trabajaron intensamente, con recursos sin duda escasos, para que el documental se concretara.

Ayer se estrenó Claudia. El documental. En noviembre, otra vez en noviembre

No asistí a la función en un teatro del centro de la Ciudad de México. Tenía otro compromiso. Pero un día antes, el lunes, Fede me invitó a ver con Rodrigo la versión final del documental. Me gustó mucho la obra. Estoy seguro que Luis Mandoki, que es un experto, estará satisfecho del resultado de su idea de 2021.

Qué talentoso es el hijo de Claudia. Los méritos artísticos y periodísticos son suyos. Logró una biografía de su madre al mismo tiempo amorosa y objetiva. Hasta con sentido del humor.

No debió resultarle fácil a Rodrigo editar imágenes y entrevistas en las que él mismo estaba involucrado. Porque lo mejor de Claudia. El documental, en mi opinión, no es la biografía política de una mujer extraordinaria —biografía ampliamente conocida—, sino la historia personal de la candidata presidencial de Morena.

Claudia, madre trabajadora de Rodrigo, inquieto y travieso desde pequeño, y de Mariana Ímaz, niña encantadora, hoy historiadora con un doctorado en filosofía. Claudia, hija de Annie Pardo, científica de primer orden —brilla en el documental—. Claudia, compañera de Jesús Tarriba, doctor en física teórica, además experto en matemáticas financieras complejas.

La ventaja nunca antes vista en encuestas presidenciales que hoy tiene Claudia Sheinbaum se debe, sin duda, a la popularidad del líder del movimiento en el que ella participa, AMLO, pero también a su formación —es científica antes que política—, a su trayectoria de lucha desde su juventud y, sobre todo, a su familia. Hija de una científica, esposa de un hombre más que preparado y excepcionalmente inteligente, madre de una historiadora con doctorado en filosofía y de un artista. Este último, Rodrigo, toda una revelación.

¿Revelación? Sin duda por el documental, en el que, además de las relaciones familiares, destaca la fundamental relación ideológica, de trabajo y de proyecto político de Claudia con Andrés Manuel, el otro gran personaje de la obra de Rodrigo Ímaz.

Pero este joven igualmente es lo que se llama una revelación por su facilidad de palabra, su sencillez y su cultura, lo que evidenció en un pódcast con su madre. El diálogo del pasado lunes entre Claudia y Rodrigo a este lo hace ver como un sobresaliente comunicador y a ella como una líder dura, que lo es —lo necesita el país—, pero con notable calidez humana y poseedora de un agradable sentido del humor.

Los personajes del documental de Rodrigo Ímaz son Claudia y su familia y el líder del movimiento, AMLO. Pero también toda esa gente de tantos mítines que no se rindió hasta llevar al poder a lo que ahora conocemos como la 4T, que por lo visto en tantos estudios demoscópicos, en el poder seguirá al menos un sexenio más. Creo que para el bienestar de todos y todas.