La política mexicana atraviesa un momento decisivo: mientras la presidenta Claudia Sheinbaum está por llegar a su primer año de gobierno con una clara vocación soberanista y un compromiso firme con las causas populares, la oposición ha decidido quitarse la careta. Lo que vemos ya no es una confrontación ideológica legítima, ni siquiera una oposición democrática. Lo que tenemos enfrente es un bloque político mediático que ha optado sin pudor por convertirse en brazo ejecutor de los intereses de Estados Unidos en nuestro país.

Hoy, la derecha mexicana ya no debate ni propone. Se ha resignado a un solo rol: replicar los ataques de Washington, desestabilizar desde dentro, y hacer eco a cada campaña de desprestigio contra la Cuarta Transformación. Han renunciado a ser oposición nacional para convertirse en “peones coloniales” de los halcones del imperio.

La sumisión en temas estratégicos: seguridad nacional y política energética

No es coincidencia que los ataques más virulentos contra el gobierno mexicano coincidan con los intereses geopolíticos de Estados Unidos. Por ejemplo, cada vez que se anuncia un acuerdo energético estratégico con países como China o la India, o se fortalecen las empresas nacionales como Pemex y CFE, la oposición monta escándalos en redes, en los medios y en foros internacionales. Sin importar los datos, sin importar la realidad, su único objetivo es dinamitar cualquier posibilidad de independencia energética para México.

En materia de seguridad nacional, el guion es todavía más evidente. Washington orquesta una narrativa que busca criminalizar a México, colocarlo como “Estado fallido” o como “santuario del narco”, y a cada declaración extranjera le sigue una jauría de opositores repitiendo las mismas frases: “México está tomado por el crimen”, “el gobierno protege a los cárteles”, “el Ejército se ha corrompido”. Lo repiten, lo amplifican, lo difunden, no con pruebas, sino con titulares de medios estadounidenses cuyo único propósito es socavar la soberanía mexicana.

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Pero el entreguismo no se detiene ahí: también manipulan lo cotidiano

No se trata solo de los grandes temas geopolíticos. La estrategia colonizadora opera también en lo que aparentemente sería trivial o “inocente”. Basta revisar lo que hizo Rubén Moreira, coordinador de los diputados del PRI, quien recientemente publicó un video en sus redes sociales “denunciando” que el Tren Maya está vacío. Un video mal enfocado, sacado de contexto, que busca sembrar la percepción de fracaso en uno de los proyectos más ambiciosos de la Cuarta Transformación.

¿Por qué es relevante? Porque cada mentira, cada fake news, cada manipulación mediática, por pequeña que sea, sirve al mismo objetivo: desgastar al gobierno, golpear la confianza del pueblo y minar los proyectos nacionales. El ataque a obras como el Tren Maya o el AIFA no es una ocurrencia, es parte de una estrategia mayor para deslegitimar cualquier esfuerzo de desarrollo autónomo, para imponer la narrativa de un México incapaz de modernizarse sin someterse a las reglas extranjeras.

Mientras la presidenta Sheinbaum apuesta por obras de infraestructura que conecten al país, reduzcan desigualdades y detonen el crecimiento económico con rostro social, la oposición repite los clichés de siempre: “elefantes blancos”, “dinero tirado a la basura”, “proyectos faraónicos”. Lo dicen mientras aplauden los subsidios multimillonarios a empresas estadounidenses o las guerras impuestas por Washington a otros pueblos.

La oposición como “delegación colonial”: un peligro real para México

Estos no son hechos aislados. Se trata de una estrategia articulada para preparar el terreno hacia el 2027. El bloque opositor no tiene proyecto de nación; su única apuesta es erosionar la estabilidad nacional, provocar malestar social y esperar que Estados Unidos intervenga —directa o indirectamente— para facilitar el regreso de un régimen sumiso al poder.

México no puede darse ese lujo. Nuestro país se encuentra en una encrucijada histórica: o consolida su camino hacia la soberanía, hacia un modelo de desarrollo propio, o se condena a regresar a las épocas oscuras del entreguismo y el saqueo.

Hoy no basta con simpatizar con la Cuarta Transformación. Es indispensable asumir una postura activa, de defensa abierta a la soberanía nacional y al gobierno legítimo encabezado por Claudia Sheinbaum. La 4T no es perfecta, pero es el único dique que frena la embestida colonial.

El deber de tomar postura

Es momento de trazar la línea con claridad. Los tiempos exigen definiciones: o se está con la soberanía nacional o se es instrumento de intereses ajenos. O defendemos a México o lo entregamos en bandeja de plata a las élites globales y sus peones locales.

La historia juzgará a quienes hoy decidan cerrar los ojos ante la ofensiva colonial disfrazada de “oposición democrática”. Porque el proyecto de la Cuarta Transformación no es solo un gobierno, es la posibilidad de construir un México más justo, soberano y digno.

Quienes amamos a México no tenemos derecho a la indiferencia.

O estás con la patria o eres peón del imperio. Así de simple

X: @Renegado_L