Ayer viernes, las candidatas y el candidato (Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez) se presentaron en la 87 Convención Nacional Bancaria, en una de las pocas ocasiones en las que los tres han participado en un foro público, de manera separada, pero solo con algunos minutos de diferencia. No hubo debate directo, pero se pudo contrastar de manera inmediata los posicionamientos y carácter de cada uno de ellos, en un ejercicio interesante, en el que se ha constituido como el foro político por excelencia del poder económico, en tiempos electorales.

Una gran oportunidad que dejó ver el rol en la contienda de cada uno de ellos: Xóchitl, como opositora, centrada en la arenga política, con su ya conocido modo pendenciero; Máynez, como tercero en discordia, marginal, pero que busca hacerse presente; y Claudia como puntera, con el foco en un proyecto de continuidad con cambios de la 4T, con visión de futuro, con sello propio, y talante presidencial.

El formato de la “pasarela de candidatos”, como lo definió Julio Carranza, presidente de la Asociación de Bancos de México, tuvo como intención ser neutral, a partir de discursos de los candidatos y respuestas a preguntas del moderador, Leonardo Curzio, que en términos generales permitió a los participantes explayarse en los temas que, se aseguró, no conocían de antemano. Sin embargo, se notó el ánimo por dar mayor oportunidad de lucimiento a Xóchitl; mientras que, a Claudia, le lanzó varios buscapiés.

Si evaluáramos esta prueba en términos de competencia, el evento bancario se realizó en una cancha con espectadores con un perfil definido tradicionalmente a favor del discurso conservador, y reticente, o contrario, al progresista. Así, los asistentes se mostraron burdamente como porristas a favor de quien se evidenció como “jugadora local”, Xóchitl Gálvez; mostraron poco interés por Máynez, que tuvo poco juego; y con Claudia, que jugó como “visitante”, mantuvieron atención silenciosa frente a quien genera interés y prevalencia por ser un jugador experimentado, que sabe anotar con consistencia y firmeza, aún en arenas con momios desfavorables.

Xóchitl fue la primera en presentarse ante “su” público, abiertamente efusivo, que se desbordó en aplausos y porras. Retomó su discurso de precampaña de “vida, verdad y libertad”, de corte económico conservador. Lo hizo con teleprómpter y haciendo gala de sus gaffes (derramó la botella de agua en el atril). La candidata se mostró extasiada e hizo lo que mejor sabe hacer: arengar política y electoralmente, y atacar con frases estridentes como “con Morena se espantará el nearshoring”, “AMLO no soltó al tigre sino a una jauría de muerte”, “hay que desconfiar de Claudia y no creerle”, “el presidente se roba las pensiones”, “ojalá el próximo debate tenga este formato para darle a Claudia, en chinga”. En esta proclama esbozó sus propuestas donde predominaron los soundbites para transmitir el mensaje de miedo y descalificación, que es la base de su proyecto. Para atizar el entusiasmo de la arena presentó a su Dream Team (José Ángel Gurría, Enrique De la Madrid, y Fernando Galindo), además de que no se le escapó mencionar que la acompañaba lo “maravilloso del priismo”.

Le siguió Máynez, quien intentó colocar su discurso focalizado en los jóvenes, y buscó desmarcarse de Xóchitl y Claudia, señalando, que él representa los “nuevo”, que se refleja en su popularidad en redes sociales. Quizás lo más importante de su presentación fue señalar que no declinará a favor de ninguna de las dos candidatas y jugará hasta el final. Para algunos asistentes, sorprendió, y se quedaron con muy buena impresión de su participación.

Y, por último, llegó Claudia, con el aplomo presidencial que la caracteriza y presentó su proyecto de nación, detallado de manera profesional con diapositivas, en una exposición sin errores ni gaffes. Superó el ambiente de animadversión natural de los “poderosos del dinero” sin mayor histrionismo; se dedicó a explicar y contestar con datos duros, experiencia y resultados, la esencia de sus propuestas. Destacó la presencia de Juan Ramon de la Fuente, Altagracia Gómez y Marcelo Ebrard, estructuradores de sus propuestas que, dijo, se formularon a partir de 300 foros, con todos los sectores de la población. Curzio intentó descarrilarla con preguntas “de doble filo” sobre pensiones, reforma fiscal, guardia nacional y sobre su relación con el presidente López Obrador, a lo que Claudia respondió con habilidad. Enfatizó que las pensiones de los trabajadores no se van a tocar, y que será revisable aquello que se amerite, no de manera unilateral de parte del gobierno, sino con base en consensos con los diferentes sectores, manejando un tono abiertamente democrático.

Xóchitl se coronó frente a los banqueros con una frase final que, en mi opinión, concentra el “motto” de elitismo del sector privado que representa la oposición: “Los que están aquí sí entienden”. Otra más de sus declaraciones discriminatorias que sintetizó bien su mensaje frente a banqueros, de que la oposición debe gobernar porque ellos sí saben y entienden, sugiriendo que son lo mejor de México.

Por otra parte, Claudia exhibió mayor altura de miras, defendiendo su proyecto inclusivo, que busca progreso compartido, y lo hizo con seriedad argumentativa. Hizo hincapié en un gobierno colaborativo, con el sector privado y empresarial, donde el bienestar de la clase trabajadora sea la premisa básica. Posicionó el modelo económico de la 4T como el legado del presidente López Obrador, que ha logrado afianzar la solidez y estabilidad económica del país de la mano de prosperidad compartida, a través del desarrollo del mercado interno, a partir de la distribución de recursos entre la población, con los programas sociales, con mayores salarios y mejores condiciones laborales, que le han dado a ganar a todos, generando menor pobreza y desigualdad y, a la vez, utilidades para el sector bancario y empresarial.

Xóchitl fue vitoreada por los banqueros y empresarios, lo que la candidata celebró con brincos y besos como “rockstar”; mientras que Claudia impuso su talante presidenciable, y dejó ver que los retos y oportunidades del país deben ser manejados con inteligencia; exhibió su marca personal abierta al diálogo y el entendimiento, a favor del bienestar de todos, lejos de discursos a “modo” para activar el “aplausometro”.

Así las cosas, considero que el evento desmereció por su sesgo a favor de Xóchitl, que cumplió con su audiencia, y “jugó” el partido privilegiando en primer término al sector de la población que mejor representa la oposición, presente en la Convención Bancaria.

Mientras que Claudia “jugó” a favor de México, de manera congruente con su proyecto, y transmitió a partir de su peso político personal, su estatura de jefa de Estado, confirmando una visión integral que incluye a todos los sectores de la población, para consolidar bienestar sostenible y progreso compartido en el país.

El próximo 2 de junio confirmaremos con nuestro voto cual es la mejor elección. Debemos considerar las propuestas y la manera en que las candidatas abordan en cada foro y evento, su compromiso con México.