Todas las personas tenemos el derecho de no ser discriminados por situaciones de pobreza, salud mental, orientación sexual o identidad de género, sin embargo, las niñas, niños, adolescentes y jóvenes que viven en las calles son invisibilizados por las autoridades y por la sociedad. ¡Basta!

Las personas en situación de calle son invisibles para muchos gobiernos. Las autoridades son las responsables de trabajar por el bienestar de las familias. Los hacedores de políticas públicas y de leyes deben comprometerse inclusivamente y sin perjuicios.

Es responsabilidad y deber del Estado y la sociedad no criminalizar la pobreza ni la marginación. No es justo que a las personas en situación de calle se les estigmatice como “delincuentes” o “peligrosos”. Los peligrosos y delincuentes muchas veces están sentados frente a un escritorio. La falta de oportunidades para los grupos vulnerables es por las ineficientes políticas elaboradas por los “expertos”.

Necesitamos políticas públicas integrales de atención y prevención, más inversión en albergues o viviendas transitorias con enfoque de derechos humanos.

Las personas que viven en situación de calle tienen los mismos derechos humanos que cualquier otra persona, aunque en la práctica, con frecuencia estos derechos se ven vulnerados. Su situación de extrema vulnerabilidad social, económica y de salud las expone a múltiples formas de discriminación, violencia y exclusión.

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Los gobiernos tienen que implementar políticas públicas de inclusión, vivienda, salud, educación y empleo; establecer programas de intervención comunitaria, rehabilitación y reinserción social; y trabajar coordinadamente con organizaciones civiles y comunidades para brindar una atención humanizada.

“El 9 de marzo de 2011, el Consejo de Derechos Humanos celebró su jornada anual sobre los derechos del niño en torno al tema de un enfoque holístico para la protección y promoción de los derechos de los niños que trabajan y/o viven en la calle, de conformidad con Resolución 13/20 del Consejo de Derechos Humanos. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos preparó un informe resumido de los debates de la mesa redonda, que se centró en las causas profundas y los factores que llevan a los niños a vivir y trabajar en la calle y en las condiciones de los niños que trabajan y/o viven en la calle: estrategias de prevención y respuestas”, (ONU, 2011).

Las causas profundas que orillan a las niñas y niños de huir de sus hogares tienen que ser atendidas. Urge un enfoque transversal en las políticas públicas para evitar que nuestras niñas y niños corran a las calles en busca de protección, en busca de una familia.

La agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible está lejos de cumplirse, los gobiernos no están llegando a los más vulnerables y rezagados. Vivimos en una constante marginación y violación a los derechos humanos de todas y todos.

La catástrofe y la violación a los derechos humanos a nivel mundial no pueden seguir existiendo, ya pasaron más de 76 años de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos (diciembre, 1948) fue emitida. Hombres y mujeres se han comprometido a respetarla, pero no basta con hablar sobre derechos humanos.

Las y los activistas estamos hartos de la falta de servidores públicos comprometidos con las personas, que no trabajan por la gobernanza, por el buen gobierno y simulan estar interesados en el bienestar de las personas. ¡Hartos de que no exista el bien común!