El próximo 10 de abril del año en curso se llevará a cabo la elección mediante la cual la gente podrá elegir entre revocarle el mandato al presidente de la República o ratificarlo como tal.

El ejercicio se antoja democrático en la teoría. En los hechos no tanto.

Si bien es cierto que la idea llevaba más de una década en el tintero dentro del Poder Legislativo. No obstante, también lo es que siempre ha sido un proyecto de ley promovido por personajes afines al actual oficialismo. En el 2012 fue Jaime Cárdenas, en ese entonces diputado por el Partido del Trabajo; recientemente se desempeñó como secretario del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. Consecuentemente, hoy que ya es una realidad la figura de la revocación de mandato, no sorprende que surjan interrogantes y suscite escepticismo entre los opositores al gobierno federal.

Para que la elección sea válida y se materialice la obligatoriedad de su resultado tienen que votar al menos 38 millones de ciudadanos. Esto significa que se deben reunir cerca de 8 millones de votos más de los que obtuvo Andrés Manuel López Obrador en 2018, siendo el presiente más votado en la historia de México.

Dicho lo anterior, resulta absurdo contemplar un escenario en el cual se alcance la participación electoral suficiente para que la consulta referida surta efecto.

El antecedente es la consulta realizada para juzgar a ex presidentes. También se trató de un ejercicio de democracia participativa promovido desde el Poder Ejecutivo. La participación apenas alcanzó el 8% del padrón electoral. Es decir, le faltaron 32 puntos porcentuales para surtir efectos.

Sin embargo, la realidad es que lo que le interesa a AMLO no es si se alcanza o no la cantidad de votos requerida para la validación de la revocación de mandato. La intención real de todo esto es darse una idea de cómo se encuentran actualmente sus estructuras.

El 10 de abril será un examen para Movimiento Regeneración Nacional. Se evaluará la aptitud de operación de los gobernadores oficialistas, el engrasado de la maquinaria electoral del partido oficialista y la capacidad de movilización de votantes de los principales dirigentes de Morena a lo largo y ancho del país.

Del resultado de la consulta dependerá cómo se preparará López Obrador para hacer frente a las elecciones previas a los comicios federales de 2024, entre ellas la madre de todas las batallas: la del Estado de México.

Así las cosas, el próximo 10 de abril quien estará bajo la lupa será Claudia Sheinbaum; pues la jefa de gobierno de la Ciudad de México tiene que reivindicar su posición como la favorita entre los presidenciales. Pero para ello debe demostrarle al presidente que los errores cometidos el año pasado no volverán a suceder. Si logra buenos números en la CDMX, se afianzará sólidamente como la próxima candidata presidencial por el partido en el poder; si vuelve a fracasar, podrá irse despidiendo de sus sueños presidenciales. Ya se verá.