Hace un par de días se llevó a cabo el cierre de precampaña en las entidades federativas donde habrá elección. Hablo del Estado de México y Coahuila, en los que se jugarán cargos de gubernatura, ayuntamientos y distritos locales para constituir la nueva legislatura de cada uno de los territorios. En este lapso previo, los senadores con licencia, Delfina Gómez y Armando Guadiana, mostraron la capacidad y el efecto que está generando el lopezobradorismo llevando eventos multitudinarios en esta primera etapa en vísperas de la votación.

En ese sentido, hablamos de miles de asistentes que acudieron a la cita para mostrar dos aspectos que considero serán la clave para que Morena gane la elección. Primero, la degradación que vive el partido hegemónico en ambas entidades porque -el PRI- ya no camina con ese poder con el que dominó décadas y, hoy en día, el riesgo de perder es latente, incluso fundamentado en la propia opinión pública a través de los estudios demoscópicos que han circulado. De hecho, evaluaciones como la que divulgó el Financiero, hace unas semanas, muestran ventaja para los abanderados del partido guinda.

Se abre la esperanza para que la alternancia llegue a Coahuila y el Estado de México dado el rechazo generalizado que, en estos tiempos, padece el Revolucionario Institucional. Muchos de ellos son síntomas de la descomposición política que han vivido al interior del partido; no son ni la sombra de aquel PRI dominante y todopoderoso de hace algunos años porque han quedado estigmatizados de forma inevitable. Todos estos factores están en su contra.

Incluso, en estos momentos, el PRI no puede competir solo; tuvo que echar andar una estrategia de supervivencia a través de la coalición. El problema de ello es que, en las últimas dos elecciones, no han cosechado buenos resultados. El gran perdedor ha sido el Revolucionario Institucional porque han dejado escapar bastiones importantes. De hecho, el único pulmón para respirar que les queda es Coahuila y Estado de México y, en este momento, las cosas no pintan nada bien en ambas entidades si vemos la realidad de las encuestas que han circulado.

Seguramente la propia dirigencia ya se dio cuenta que, en ambas entidades, la situación es complicada porque Morena, en este momento, goza de las preferencias e intención de voto. No será una elección sencilla, ni mucho menos cómoda porque los gobiernos locales aprovecharán las circunstancias para respaldar a los candidatos del PRI a través de mecanismos como programas sociales y otro tipo de beneficios directos que reciben miles de familias, sobre todo los sectores más vulnerables.

Sin embargo, lo que hemos visto en capacidad de convocatoria, así como las percepciones que han circulado, nos dan un adelanto de lo que Morena puede lograr a favor de su causa dado que ambos se han colocado en la cima de las preferencias de intención del voto. Tanto Delfina Gómez, como Armando Guadiana, son reconocidos, en este momento, como los grandes favoritos. Tal vez la elección en Coahuila se torne más cerrada, especialmente por la salida de Ricardo Mejía; aun así, al senador con licencia no le afectó la salida del ex funcionario federal porque la diferencia está en las marcas de un partido.

Es decir, Morena como expresión ligada al presidente Obrador, tiene una elevada percepción ciudadana. O sea, el simple hecho de competir con la marca garantiza un porcentaje de votos importante. Lo demás, considero, dependerá de la buena estrategia y campaña que realicen ambos candidatos que están, si la lógica se impone, a unos meses de terminar con la hegemonía priista, por cierto, las cosas no andan muy bien al interior del PRI, aspecto que se reflejará en las votaciones finales del próximo mes de julio.

Por lo pronto, hace un par de días Morena mostró que, en este momento, es el gran favorito para conquistar el Estado de México y Coahuila. Es una tarea titánica, pero no imposible considerando la hazaña que logró el presidente López Obrador en 2018.

Eso nos dejó una gran lección porque la dimensión de ese logro fue sumamente impresionante. En otras palabras, superó lo que parecía imposible. Desde esa perspectiva, el presente abre la brecha en Estado de México y Coahuila para que la alternancia llegue.