Esta red llegó a mis manos un mes de mayo del 2010. En aquel entonces tenía 36 años más o menos…

La descubrí gracias a la hija de una amiga muy querida, quien en aquel entonces correspondía a la generación llamada Millenial.

Siempre he amado escribir, expresarme, contar historias, cantar, compartir videos… Todo el mundo digital vino a convulsionar mi vida; me apasiona.

La hija de mi amiga y yo, recuerdo muy bien, nos encontrábamos platicando en Acapulco en unos camastros tomando el sol y unos buenos tequilas.

Yo fungía como la “tía cool”, de esas tías con las que los jóvenes pueden hablar y viceversa.

Ella me dijo “Clo” (así me dicen mis seres queridos), ¿por qué no abres una cuenta en Twitter? A ti que te gusta escribir y contar historias...”

La verdad es que me encontraba bastante relajada en ese momento como para abrir mi cuenta. Ella tomó mi celular y en dos segundos ya tenía mi cuenta abierta.

- ¿Cuál querrías que fuera tu arroba y qué nombre de usuario te pondrías?, me preguntó.

Pensé que sería buena idea hacer un juego de letras con los nombres de mis hijos, de tal modo que sonaría y se escribiría como “Panaclo”.

Empecé a escribir y empecé a seguir a gente que admiro. La primer cuenta que seguí fue la de mi cantante favorito Diego Torres.

Y así descubrí el mismo paraíso: Un lugar donde podía expresarme libremente aunque brevemente, cabe recordar que hace años Twitter solo permitía escribir un par de líneas nada más, con el tiempo permitió que los tuits fueran más grandes, había que aprender a ser concisos y directos y poder transmitir emociones e ideas en pocas palabras.

Compartir historias de vida y leer a otros que aunque no los conociera ni me conocieran como el Facebook sí lo permitía, me hermanaba con ellos al mismo tiempo que ellos se hermanaban conmigo.

La gente que me conocía, muy cercana a mí, de pronto me criticaban por el uso de esta red: “Escribes puras estupideces. Nadie te va a tomar en cuenta. ¿Quién te tomaría en serio para un trabajo si tuiteas como tuiteas todo el día”? Y cosas así. Hoy sé que toda esa gente se quedó enteramente calladita.

Después, con el tiempo, por mi modo de escribir y tal vez por el “Panaclo”, las personas que empezaban a interactuar conmigo se empezaban a dirigir a mí como si fuera yo hombre.

“Eres un pendejo”, “No seas estúpido”, “Me encantas, eres de los hombres que sí sabe expresarse”. Total, que la gente creía que yo era hombre. Quizá tengo una masculina forma de escribir, nunca lo sabré… Entonces decidí que el nombre de mi cuenta sería CLAUDIA ES CLAUDIA. Porque era una forma de avisarle a la gente que no estaban escribiéndose con un hombre, y que tampoco me llamaba “paco”, porque insistentemente me llamaban así (por lo de “Panaclo”) y así quise presentarme. Solo era Claudia. Claudia Es Claudia.

(Por cierto, en mis episodios paranoides y conspiratorios pienso que Claudia Sheinbaum me copió el #EsClaudia jajaja. Creo que sí: uno enloquece un poco en esta red.)

Y así empecé a escribir, también me gustaba grabarme cantando, pues amo hacerlo y entonces hacia transmisiones por Periscope en vivo cantando.

Por supuesto también escribía en contra del gobierno y me burlaba con las ocurrencias de Enrique Peña Nieto, recién elegido presidente en aquel entonces.

Los seguidores empezaron a llegar. Sin saber yo exactamente por qué.

Un buen día descubrí que me seguía Anahi, cantante, integrante del grupo RBD, actriz y ex primera dama del Gobierno de Chiapas.

Ella cuenta con más de 8 millones de seguidores y cuando vi que me seguía inmediatamente me empezaron a escribir muchas de sus fans pensando que ella y yo éramos amigas o algo así y me rogaban que le pidiera un saludo para ellas.

Yo le escribí a Anahí intrigada por seguirme y le pregunté si acaso no se habría equivocado, me dijo que no. Le conté de las chicas que me escribían entusiasmadas por ver si yo podía hacer algo para que ella les mandara una foto y un saludo y me dijo que encantada de la vida lo haría.

Ese día descubrí que esa mujer es una belleza no nada más por fuera sino por dentro.

La verdad que me sentí muy halagada porque me siguiera.

Y así empezó a crecer mi cuenta.

Con personalidades que me siguen y que admiro profundamente y gente que no conozco y que igualmente admiro por leerme, por brindarme una palabra de consuelo y de amor en épocas sumamente difíciles.

Twitter vivió junto conmigo la agonía y muerte de mis seres queridos.

Y mi búsqueda frenética porque el Cruz azul visitara a mi hermana como último deseo, lo cual gracias a Twitter se cumplió.

Decidí entonces que si Twitter me daba tanto, yo le daría más a él, y me he enfocado hasta ahora en ver la manera de apoyar y ayudar todas las causas posibles.

He tenido la dicha enorme de que la gente confía en mi más que en alguna institución o fundación, porque conmigo se sienten seguros de que sus donativos serán hechos llegar a la Persona adecuada de manera íntegra, sin triangulaciones de dinero ni desvíos ni nada.

Jamás había sido censurada hasta que entramos en este sexenio.

De pronto, mi cuenta era denunciada por cualquier cosa. Es decir estaba banneada. Yo no entendía que era eso: Era una manera de difuminar mi cuenta y que no fuera visible.

Como si alguien se hubiera metido en ella.

A la fecha sigue comportándose de manera extraña.

La cuenta de seguidores ya no crece. Y cuando llegan unos, quitan a otros más. De pronto en el buscador no aparezco y de pronto sí.

Y esto que les platico fue antes de que Elon Musk comprara esta plataforma.

Digo yo. Tampoco es que sea tan importante como para que Elon Musk me mande silenciar.

Pero creo Twitter está cambiando.

De entrada no entiendo por qué no permite que las cuentas crezcan. O quizá no permiten que cuentas como la mía crezcan.

Yo trato de seguir en la misma ruta.

Aunque ya no hago transmisiones en vivo cantando por dos causas:

  1. Ya no existe Periscope.
  2. A raíz de la llegada del presidente Obrador ya habían cuentas que me atacaban y agredian de maneras muy hostiles, y se metían a mis en vivos para ofenderme, cosa que no me sucedía antes.

Dicen que Twitter es posible que desaparezca.

No sé qué sería de mi vida sin Twitter. Es una cuenta que me ha dado vida literalmente hablando, que me ha conectado con gente bellísima, que me han brindado una mano. Twitter ha sido mi forma de expresarme, de desahogarme y de compartir los terrores e ilusiones.

Gracias a Twitter he encontrado trabajo y personas que han decidido darle la mano a otros.

Mi cuenta va mucho más allá de solo hablar mal del gobierno y en eso tengo la conciencia muy clara y tranquila.

Creo que Twitter da para más como herramienta, no solo desahogarnos en ella sino accionar.

¿Qué va a pasar ahora que Elon Musk tiene el control de todo?

No lo sé. Imagino permitirá silenciar cuentas a cambio de montos elevados de dinero, no tengo idea cuáles sean sus valores . No sé si acepte dinero de los gobiernos para inflar cuentas y apagar a otras.

No tengo idea de sus intenciones.

No me agobia el tema de la verificación de mi cuenta, una palomita azul no me hace más ni menos valiosa.

Yo sigo siendo la misma. Y tuiteando acerca de lo que yo pienso y siento.

Sigo confiando en la gente y sigo ilusionada y con esperanza, sabiendo gracias a Twitter que hay personas que son muy buenas que quieren hacer cosas muy buenas por otros. Personas que no conozco y me brindan su paz y su mano.

Sigo riéndome del presidente, pero también de mí misma.

Si Twitter muere no pienso emigrar a otra plataforma.

Los años que aquí llevo invertidos están cargados de amor, de buenos momentos y de buenas personas.

De muchos ataques e insultos también desde que Obrador llegó al poder pero ni por eso la dejaría.

Si Twitter me deja, esa ya será otra historia y otra pena qué contar. Pero también será una manera de aceptar que la censura sí existe en este país y que la libertad de expresión entraría en agonía.

Espero nada de esto ocurra y haya Twitter para muchos años más... para todos.

Es cuanto.