En la mañana de este 10 de mayo formulé una pregunta en mi página de Facebook, con la intención de saber cómo viven la maternidad el resto de mis compañeras. Yo, a ustedes les consta, puedo hablar largo y tendido de cómo lo viví y las consecuencias de ello, pero… ¿y las demás?

Así que escribí lo siguiente: “Como madre trabajadora en la industria aeronáutica ¿cuál ha sido tu mayor sacrificio?”, y no me esperaba el nivel tan alto de respuesta por parte de mis compañeras; muchas de ellas expusieron su sentir, sin dilación y con sus propias palabras.

Verdad ineludible: lo difícil que es conciliar la maternidad con el trabajo; y si hablamos de la aviación la cosa se complica más. Agradezco mucho la participación porque me permite hablar de un tema que ha quedado rezagado, o francamente relegado de las reformas legales realizadas en la actual administración.

Maternar es un acto revolucionario ¿por qué lo digo?, porque no es nada sencillo criar a otro ser humano, y menos en el mundo de la aviación. Partamos que la crianza se ve, de entrada como algo inherente al sexo femenino, no como un trabajo extenuante, por lo demandante que pueden llegar a ser los hijos.

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Si a lo anterior le sumamos el trabajo, ya sea como piloto, sobrecargo, mecánico de aviación, controladora aérea, despachadora, tráfico, ventas, personal administrativo, ingeniera aeronáutica -por nombrar algunos- la cosa se complica de maneras insospechadas.

Las mujeres en la industria aeronáutica tenemos una gran disyuntiva: ser madres de tiempo completo o perderte la niñez y adolescencia de tus hijos. En la actualidad no hay de otra, entre los comentarios que me compartieron, muchos de ellos iban enfocados a que habían tenido que renunciar a sus aspiraciones laborales para poder encargarse al 100% de sus hijos.

No son pocos los casos de mujeres que tuvieron que renunciar a su carrera, trabajo o profesión por no tener una red de apoyo que les permitiera conciliar el trabajo con la maternidad. Eso coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad, pues dejamos de ser económicamente autosuficientes para depender de otros.

Eso por el lado económico, pero por el lado profesional, no desarrollar el intelecto también puede llegar a frustrar. Entonces, no compensa el haber renunciado al trabajo porque la maternidad no llega a satisfacer todas tus necesidades.

El otro lado de la moneda son todas aquellas madres que no tienen opción, ya sea porque son el único sostén de su casa o porque han tomado la decisión de continuar con la profesión que eligieron.

Ellas refieren que se pierden de muchas cosas: desde verlos crecer, los festivales, fiestas decembrinas e incluso sus cumpleaños; comentan que el tiempo perdido no se puede regresar, así que viven en un eterno dilema pues deben cargar con la culpa de no poder criar a sus hijos, y si lo hacen, la doble jornada a la que son expuestas puede tener consecuencias funestas en la salud física y mental.

Ser madre no es fácil, se nos exige mucho sin recibir nada más a cambio que la satisfacción de lanzar al mundo a un buen ciudadano. Para romper con ese paradigma es necesario y urgente que tanto el Estado como los empresarios se sienten a hablar de manera muy seria sobre la conciliación materno-paterno laboral.

Como lo escribí líneas más arriba, se presupone que sea la mujer la encargada de la crianza de los hijos, y de la ecuación se excluye a los padres, como si ellos no tuviesen responsabilidad alguna, dejando -en los hechos- solo a las mujeres la obligación de sacar adelante a los hijos, y las leyes van encaminadas a ello.

Por ejemplo, el permiso por puerperio o postparto, es solo para la mujer. Los permisos laborales de los hombres por paternidad no llegan ni siquiera a los 7 días. Aunque la Ley Federal del Trabajo actualmente otorgue 5 días laborales con goce de sueldo, es de verdad insuficiente.

Para aquellos hombres que quieren hacerse responsables de su paternidad y participar de lleno en todo lo que implica la llegada de un nuevo ser, se enfrentarán a que solo durante 5 días podrán faltar a su trabajo.

Mientras que el permiso por maternidad para las mujeres sigue siendo una burla en este país: un mes y medio antes de parir y otro mes y medio después, pues tanto la Ley Federal del Trabajo como la Ley del Seguro Social consideran que a los 42 días, una mujer ya está completamente recuperada, y su hijo o hija (en caso de que sea solo uno) ya puede separarse de la madre, y eso no es una verdad absoluta.

Una mujer requiere alrededor de un año para recuperarse del proceso del embarazo y del parto; lanzarlas al ruedo laboral a los 42 días, separándola de su neonato, es totalmente inhumano.

¿Por qué las mujeres debemos plantearnos y cuestionarnos nuestra maternidad?, ¿por qué debemos de dejar a un lado nuestras aspiraciones a crecer de manera profesional si queremos maternar?, ¿por qué debemos sacrificar la convivencia y crianza de los hijos si tomamos la decisión de seguir laborando?

Los comentarios y experiencias que me compartieron, reafirman mi convicción sobre la urgencia de que se analice a profundidad este tema, no es algo menor. Uno de los factores (porque son muchísimos más) que generan una población más proclive a la violencia, es la falta de una correcta crianza.

No lo digo como corazonada, basta echar una mirada a las leyes laborales de otros países para darse cuenta de que algo estamos haciendo mal; sus bajos niveles de descomposición social no son casualidad.

Damos a luz a nuestros hijos, el Estado difícilmente voltea a verlos; primero son números y estadísticas a los que habrá darles escuela, y 18 años después serán potenciales votantes; no los ve como “futuros ciudadanos”, como una infancia a la que debe proteger y cuidar para que llegado el momento, sean su población económicamente activa y que tendrán nuestro futuro en sus manos; por eso es imperante que se tenga una crianza efectiva.

Que los ciudadanos formen a los futuros ciudadanos del país no es tarea menor, es un arduo trabajo que no se ve y menos se paga; pienso en las madres que deciden sacrificar sus sueños personales por la crianza materna, a pesar de su alto costo. El Estado mexicano se ahorra mucho, y lo más que ofrecen son o “guarderías de horario extendido o escuelas de tiempo completo”, dejando totalmente a un lado la justa petición de que los padres y madres puedan dedicarse a la crianza de los hijos.

La verdadera conciliación materno-paterno laboral debe ser flexible, y tomar en cuenta que la presencia de ambos padres para el hijo es beneficiosa, sobre todo en los primeros 7 años de vida. Jornadas reducidas, flexibilidad para faltar al trabajo, ya sea por enfermedades de los hijos e incluso por actividades escolares para ambos padres, porque la responsabilidad es de los dos, y en caso de ser madre soltera, que el Estado cree la figura de “apoyo en la crianza” y que personal con conocimientos en educación y enfermería, contribuyan al cuidado del menor, como sucede en otros lugares del mundo.

Sí ya lo sé, parece de ensueño pero no es imposible, algunas de las cosas que he mencionado ya se aplican y funcionan, como es el caso de los permisos por paternidad en Suecia que son de 480 días, que se pueden repartir entre ambos padres, y los primeros 390 días tienen cubierto el 80% de su salario, y la posibilidad de distribuir estos días durante los primeros 12 años de vida del niño.

En Francia, además de darle la bienvenida al recién nacido por parte del Estado, este te manda a una persona todos los días para que te ayude con las tareas de la casa y la crianza, para que te puedas dar ese baño largo y relajante, o salir a cenar con el marido, o tal vez dar tú sola un paseo por el parque.

Ser madre va más allá de la bucólica estampa de la madre sentada en la mecedora arrullando en los brazos a un niño de sonrosadas mejillas perfectamente dormido. Las mujeres no debemos tener la disyuntiva entre trabajar o criar, y mucho menos solas. Esto debe legislarse ya, sobre todo porque una gran mayoría de mis compañeras de la industria optan por dejar de laborar y se pierde gente muy valiosa en la aviación por la falta de conciliación materno-paterno laboral.