Cada 30 de abril, escuelas, plazas y hogares en todo México se llenan de color, risas y esperanza para conmemorar el Día de la Niña y el Niño. Es una fecha que recuerda no solo el derecho a la alegría, el juego y el afecto, sino también la responsabilidad colectiva de garantizar condiciones reales de bienestar para todas las infancias.

Más allá de los festejos, persisten desafíos urgentes. En todo el país, niñas y niños con discapacidad, en situación de movilidad, pertenecientes a comunidades indígenas o que viven en contextos de pobreza, siguen enfrentando barreras estructurales para ejercer plenamente sus derechos. Celebrar a la infancia implica también asumir un compromiso social con la equidad, la inclusión y la justicia educativa.

Desde el sur del país, se han venido impulsando diversas estrategias que buscan responder a estas desigualdades con una visión regional, humanista y transformadora de la educación. Destacan los esfuerzos por fortalecer modelos interculturales que reconocen y promueven la diversidad lingüística y cultural, así como los programas de alfabetización en zonas históricamente rezagadas y la revalorización de la educación como herramienta de cohesión comunitaria.

En el ciclo escolar 2024-2025, más de 786 mil niñas y niños participan en el sistema educativo estatal de Chiapas, incluyendo 287 mil estudiantes en preescolar y más de 32 mil en programas de primera infancia. De manera significativa, la tasa de abandono escolar en nivel primaria ha disminuido de 1.22% en 2019 a 0.55% en 2024, mientras que la tasa de aprobación aumentó a más del 99%. Estos avances reflejan un esfuerzo sostenido por garantizar trayectorias escolares completas, inclusivas y con sentido para las infancias.

El sistema educativo chiapaneco también muestra una diversidad notable: para el ciclo 2025-2026, se han registrado niñas y niños que hablan 22 lenguas maternas en preescolar y 13 en primaria, provenientes de más de 30 nacionalidades. Actualmente, en Chiapas se atiende a unos 5 mil 300 niñas y niños con diversas condiciones de discapacidad (ceguera, baja visión, hipoacusia, espectro autista, etcetera.)

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Esta pluralidad representa un activo invaluable para la construcción de un modelo educativo que dialoga con los contextos y no impone visiones homogéneas.

Al interior de la gestión educativa, se ha fortalecido el uso estratégico de la información para mejorar la toma de decisiones, con énfasis en la inclusión, el enfoque territorial y la participación de las comunidades en los procesos educativos.

Hoy, en el marco del Día de la Niña y el Niño, es momento de renovar el compromiso con cada infancia, no desde la retórica, sino desde las políticas públicas, la inversión social y el acompañamiento pedagógico. Porque soñar, jugar, aprender y crecer con dignidad no debe ser un privilegio, sino una garantía para todas y todos. Las infancias no son solo el futuro: son el presente que demanda justicia y humanidad.