John Ackerman, académico pro 4T hasta hace poco, escribió un artículo titulado “La Soledad del Presidente” en el que hacía una crítica de Enrique Peña Nieto quien, según el autor, jamás se abrió al trabajo conjunto con la sociedad civil. Eso es justamente lo que le pasa al compañero presidente Andrés Manuel López Obrador, está gobernando solo, “atrincherado” en su Palacio y las únicas voces que escucha son las de su círculo cercano, una quinteta de personajes que lo han aislado del pueblo.
Ackerman escribió este artículo antes de que AMLO tomara posesión: Los críticos insisten que el presidente electo debe pasar de una lógica de la oposición social a una del poder gubernamental. En lugar de atrincherarse con sus fieles, López Obrador debe ser “responsable” y gobernar en unidad con y para todos y todas. De lo contrario, se quedaría “solo”, en conversación y diálogo únicamente con sus amigos y allegados más cercanos.
Pues bien, AMLO está solo y aislado de la realidad, en un mundo fantástico creado por el quinteto que lo rodea.
¿Quiénes son?
Este quinteto lo conforman su Consejero Jurídico, Julio Scherer y su secretario particular, Alejandro Esquer, los dos se encargan del tema administrativo y de negocios de Palacio y son una especie de “jefes” de gabinete, ellos deciden quién sí pasa y quién no a la oficina del camarada presidente.
Los otros tres, muy buenos para el cuento y la cinematografía, se encargan de confeccionar una realidad alterna para el jefe del Ejecutivo.
Se trata del salinista Epigmenio Ibarra, quien se convirtió en el documentalista de AMLO; Jesús Ramírez, vocero presidencial y encargado del guion de las mañaneras y de organizar el espectáculo con “reporteros” del estilo de Lord Molécula, quienes preguntan lo que el presidente quiere escuchar, él, junto con la esposa de Epigmenio, redactó la “Guía Ética para la Transformación”; el otro es Jenaro Villamil, muy cercano, al igual que el vocero presidencial, al escritor y cronista de la CDMX, Carlos Monsiváis con quien escribió la columna “Por mi Madre Bohemios”. Curiosamente Villamil fue un gran impulsor de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública que dio origen al IFAI, al cual actualmente quieren destruir para entrar al oscurantismo.
La burbuja de Andrés
Cada día vemos cómo el presidente se aleja más y más de la realidad y del pueblo.
Cuando el lunes pasado el periodista Jorge Ramos lo cuestionó sobre dos temas respaldados en datos publicados en las páginas oficiales de las dependencias encargadas en seguridad y salud, tal parece que al presidente nadie le ha informado que, según sus propias cifras oficiales, el actual régimen es el más violento, que en lo que va de su administración ya suman más de 86 mil muertos y que México es el cuarto país con el peor manejo de la pandemia.
Antes de hacer sus preguntas Ramos aclaró de forma puntual el papel que juega el periodismo: “Como periodistas independientes usted sabe que parte de nuestra labor es venir a cuestionarlo, somos contrapoder, así como lo hicimos con otros presidentes antes”.
En otras palabras, hacer periodismo es cuestionar las acciones gubernamentales, independientemente de quien sea el mandatario o el partido, un periodista hace lo mismo en deportes, espectáculos o ciencia, esa es su labor; cuestionar, es una herramienta para informar, señalar o buscar alternativas a lo que no está funcionando, como diría Epigmenio “no es nada personal”.
Es decir, el periodismo que ejerce alguien de la calaña de Lord Molécula no contribuye a informar, sino que aísla al gobernante de la realidad social y de sus necesidades y problemas, porque al aplaudir al “Mesías”, ayuda a que su palabra se convierta en acto de fe.
Se nota que este quinteto le oculta la realidad al presidente y le hacen ver que México es el paraíso terrenal.
Por eso, ante la ráfaga de cuestionamientos fundamentados en cifras oficiales, que muestran otra realidad, el presidente sólo atinó a responder con su muletilla de siempre, que tiene “otros datos”, mismos que nunca presenta.
De hecho, en sus palabras deja ver lo que le está pasando: “Mira, hemos avanzado, ahora sí que yo tengo otros datos. Y no es una burbuja, porque no me gusta el autoengaño, eso corresponde a los demagogos y a los hipócritas”. Con su respuesta AMLO parece describir su autorretrato.
Otro aspecto que demuestra su aislamiento y alejamiento del pueblo, son las giras que realiza, si bien presume su cercanía con el pueblo, en la realidad es todo lo contrario.
Viaja en vuelos comerciales de Aeroméxico o Volaris, pero se dice que más de la mitad de los asientos son ocupados por personal de la ayudantía, por lo que el contacto con la poblaciones prácticamente nulo. Cuando llega a las ciudades, su traslado a los eventos se hace en aviones o helicópteros de las Fuerzas Armadas o en convoyes de suburbans blindadas y, en la mayoría de los casos, los lugares que visitaron instalaciones militares y de la GuardiaNacional.
Como lo pronosticó Ackerman, el compañero presidente se ha quedado solo, conversando consigo mismo, escuchando los susurros de sus allegados, el quinteto de Palacio Nacional y envuelto en una burbuja que lo aleja del pueblo y de sus necesidades.
Pobre Andrés, tan lejos del pueblo y tan cerca de su quinteto de aduladores.