“Ya sé, falsa, quién sois; quitaos el velo; no me engañarán más vuestras blanduras;
 vivir podéis de hoy más con otro dueño.

¡Ay dura ley de amor! permite el cielo
 que el cabo de tan grandes desventuras
 sea mostrarme el bien durmiendo, en sueño.”

Gutierre de Cetina

Soy mujer y soy feminista; creo firmemente en el derecho a amamantar en el trabajo y en otros lugares donde antes ciertamente se consideraba indebido o en los que incluso estaba prohibido hacerlo. En otras palabras, en el derecho a lactar cuando el bebé así lo requiera.

Coincido, también, con la estrategia que en ocasiones se sigue de amamantar en público con el propósito de visibilizar precisamente el referido derecho y como parte de una campaña para potenciar los derechos de las mujeres lactantes.

Considero que cuestionar cualquiera de los dos puntos anteriores es no acabar de entender ni los tiempos en que vivimos y menos aún las necesidades del infante. Los derechos existen —y que bueno— tanto para el lactante como para la madre.

De la misma forma, me tiene sin cuidado —y no debiera ser asunto de nadie el estar discutiendo (mucho menos cuestionando)— sobre quién es el padre de determinada criatura. Eso es algo que a nadie nos compete; la privacidad debe respetarse siempre tanto porque sea la voluntad de la madre, como por una cuestión de protección del menor.

Dicho todo lo anterior, aquí el asunto es otro. Geraldine Ponce, presidenta municipal de Nayarit, quien acaba de dar a luz el pasado 28 de abril, hizo show —quizá sin quererlo— para ella y para su bebé. ¿Coincidía la sesión de cabildo precisamente con la hora de darle pecho a su hija? ¿Tenía ella que estar forzosamente en la reunión? ¿No se suponía estaba en licencia por maternidad? No, no y por supuesto que sí.

Y ahí es donde su presencia, ‘amamantando a foco’ a su hija, empieza a ser dudosa y apunta más a la búsqueda de reflectores que a hacer visible los derechos de madres e hijos lactantes.

Repito, no es la primera vez que funcionarias públicas (en México o en otras partes del mundo) visibilizan el hecho de dar a luz y lactar como un derecho. Y lo apoyo. Sin embargo, el no guardar ni siquiera los días otorgados por ley, lo que hace es convertir ese derecho de las madres que recién han dado a luz en obligación a que vuelvan a su sede de trabajo. Es muy importante subrayar esto que apunto.

Y es que mientras hay ciertas funcionarias públicas (y figuras de otros ámbitos) que tienen la ventaja de contar con quien les ayude de muchas formas con sus recién nacidos, la mayor parte de las madres mexicanas no cuentan con esa facilidad. Lo que es más, desde febrero de 2019 la 4t legisló para eliminar el servicio del “Programa Estancia Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras” y se reemplazó con el “Programa de Apoyo al Bienestar a las niñas y niños, hijos de madres trabajadores”. El problema con la transferencia monetaria de forma directa a la familia, sin sujetarla a condicionantes por cuanto a cómo usar el dinero, además de que ha resultado en promedio en menores montos a los que se destinaba antes, es que estos no necesariamente los utiliza la madre o los tutores receptores para el cuidado de los infantes. Ya no se diga haber anulado la posibilidad del desarrollo psicomotor y social de los bebés que se obtiene al convivir con otros infantes y gracias al cuidado de personal especializado.

El haber hecho un espectáculo, además, hizo de lado otro asunto de relevancia que sí nos compete (al menos a los habitantes de Tepic, Nayarit): ¿qué asuntos sustantivos se trataron en la reunión virtual de cabildo? ¿Qué se está proponiendo en el ayuntamiento y para qué? Esto es, lo relativo al desempeño y proceder gubernamental de Geraldine Ponce, como de cualquier otro funcionario público o representante popular.

¿Alguien sabe de qué trato la reunión?, ¿en otras ocasiones, las sesiones de de trabajo también se transmiten vía digital para quien desee acceder a las mismas? ¿Qué propuso Geraldine de trascendencia para Tepic?

Por último, lo que en mi opinión ciertamente es cuestionable —que, ya dijimos, no es el amantar a la vista de todos— es las fachas en las que lo hizo. Dicho de otro modo: ¿era necesario aparecer en piyama y en cama a una reunión de trabajo, independientemente de estar o no amamantando? La respuesta es NO.

Queda evidenciada, entonces, la falacia de su aparición. No es una madre más que acude a su trabajo de manera virtual; es la distinción de estar acostada lo que se desea trasmitir.

Parafraseando a López Obrador: “el cuidado de la investidura” no se dio. Lo que sí se logró fue estigmatizar uno de los hechos más bellos de la vida y socavar el derecho de las trabajadoras a amamantar a sus hijos. Una burla a las mujeres.

Mamar o no mamar, esa no es la cuestión. La cuestión es rebajar la seriedad de los actos y la vigencia de los derechos con una aparición en condiciones inapropiadas para su investidura con el fin de llamar la atención.