Significado de deshumanizar: “Privar de caracteres humanos”. Hombre cultismo, Enrique Krauze ha consultado innumerables veces el Diccionario de la lengua española, de la RAE, la obra de la que tomé esa definición.

¿En qué se relacionan el historiador Krauze y la deshumanización? Él mencionó tal palabra en su artículo de hoy domingo en los diarios Reforma, de la Ciudad de México; El Norte, de Monterrey, y Mural, de Guadalajara: “Xóchitl Gálvez no debe permitir que Claudia Sheinbaum la deshumanice al no llamarla por su nombre”.

Supongo que con ese comentario no ha sido serio el admirado intelectual. Ampliemos un poco el concepto. He recurrido a internet para entender de qué estamos hablando. Busqué en Google deshumanización y la primera referencia que encontré es de la página de internet del Museo de Memoria y Tolerancia:

“La deshumanización fue un elemento singular del Holocausto. Los nazis deseaban que los prisioneros perdieran su dignidad antes de morir e hicieron esfuerzos considerables para conseguirlo: tatuarlos con un número, exponerlos a la inmundicia en la que vivían, los gritos e insultos constantes y la ausencia de toda ceremonia festiva, religiosa o luctuosa. La misma muerte se aplicaba de manera tan impersonal, como si se les hubiera querido negar hasta el último de los anhelos humanos”.

Museo de Memoria y Tolerancia

La segunda alusión en Google a la deshumanización es de Wikipedia:

  • Deshumanización es un concepto utilizado en cuestiones relacionadas con las ciencias sociales y políticas”.
  • “El término deshumanización define un proceso mediante el cual una persona o un grupo de personas pierden o son despojados de sus características humanas”.
  • “Los procesos de deshumanización, de valoración ética habitualmente negativa, remiten inmediatamente a la noción de humanismo como contracara éticamente positiva”.
  • “Los procesos de deshumanización están íntimamente relacionados con los sistemas de dominación y poder y con la manipulación de la cultura de masas o mainstream”.
  • “Se han detectado procesos de deshumanización metódica como sistema de dominación en campos de concentración como los organizados por el nazismo, el franquismo, las dictaduras sudamericanas..., los gulags soviéticos, etcétera”.

Me pregunto por qué Google me llevó de inmediato al Museo de Memoria y Tolerancia cuando pedí información sobre la deshumanización. Solo tengo una respuesta: porque el humanismo es la victoria de la memoria sobre el olvido.

Es maravilloso que exista en México el Museo de Memoria y Tolerancia. Está ubicado en la capital de nuestro país, en la Plaza Juárez, frente a la Alameda, a un costado de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Lo promovió y lo mantiene la sociedad mexicana de origen judío. Le recuerdo a Enrique Krauze una historia personal que, estoy seguro, le conté en alguna charla hace años.

Cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de gobierno del entonces llamado Distrito Federal el recién nacido diario Milenio necesitaba oficinas para crecer. Yo dirigía la empresa y, para otro asunto, visitamos a AMLO el propietario Pancho González y yo.

En la plática mencionamos brevemente que estábamos buscando algún edificio para la redacción del periódico. Andrés Manuel, que entonces tenía como uno de sus proyectos centrales regenerar el centro histórico de la Ciudad de México, nos ofreció un predio frente a la Alameda. A muchas empresas e instituciones el gobierno capitalino había hecho la misma oferta.

AMLO nos puso algunas condiciones —como respetar cierto diseño arquitectónico y no destruir fachadas antiguas si las había—. Nos parecieron razonables tales condiciones y nos interesó la adquisición. Ejecutivo, el jefe de gobierno llamó a su oficial mayor, Octavio Romero.

Con Octavio rápidamente llegamos a un acuerdo. Durante un par de semanas le di cuidadoso seguimiento para cumplir con todos los requisitos y llegué inclusive a realizar el pago del inmueble.

La redacción de Milenio iba a estar frente a la Alameda. Me encantaba la idea. Pero, ni hablar… cuando Pancho y yo pensábamos en algún arquitecto para que las oficinas tuvieran cierta distinción, recibí una llamada de Andrés Manuel: “Federico, te pido comprensión. Debemos cancelar la operación. La comunidad judía quiere instalar ahí un museo de memoria y tolerancia. Recordar el holocausto y otros genocidios es más importante que la redacción de Milenio, que se puede instalar en cualquier parte”. Ni hablar, el jefe de gobierno tenía razón. Lo hablé con Pancho González —este estuvo de acuerdo— y de inmediato envié un contador y un abogado a deshacer el contrato. Milenio se estableció en lo que fue el diario Novedades, en un edificio no feo, pero nada para presumir.

Después, en 2010, el MMyT abrió sus puertas. En el evento inaugural lamentablemente participó el presidente espurio Felipe Calderón. En efecto, el panista que le robó a AMLO las elecciones de 2006 y que inició un genocidio que seguimos sufriendo. Lo subrayo porque la memoria debe siempre vencer al olvido.

Si hay un proceso de deshumanización en México tiene que ver con el genocidio absurdo que comenzó cuando Calderón cuando declaró una inútil y, desde el principio, totalmente perdida guerra contra el narco. Una explicación de tal derrota, que no ha dejado de ensangrentar a la nación, radica en el hecho de que el esposo de Margarita Zavala puso al frente de las operaciones bélicas a un funcionario, Genaro García Luna, que hoy está en la cárcel en Estados Unidos porque trabajaba para el cártel de Sinaloa.

El fraude electoral de 2006 es el origen del exceso de asesinatos en México. Para conseguir la legitimidad que no le dieron las urnas de votación, Calderón lanzó su guerra contra las mafias, pero lo hizo a tontas y a locas —sin ninguna estrategia, excepto la de caricaturizarse como general prusiano— y además entregando el mando a un narco. Las consecuencias las ha padecido la sociedad mexicana que desde entonces vive en el terror.

Solo por haber cometido el pecado de intentar detener la crisis de violencia con métodos distintos —tratando de combatir la pobreza, que es la causa principal que lleva a tantos jóvenes a sumarse como sicarios a las mafias—, al presidente AMLO sí se le ha intentado deshumanizar, pero no por ignorar su nombre, sino por etiquetarlo con una calumnia en multimillonarias campañas de redes sociales: #NarcoPresidenteAMLO.

En tal calumnia participa no solo la derecha mexicana, sino también la de Estados Unidos. Hoy la deshumanización de Andrés Manuel recibe un nuevo impulso con el anuncio, en el diario Reforma, de un libro de Anabel Hernández, La historia secreta, de 340 páginas y 15 capítulos que cuenta una mentira: “Distintas entregas de dinero en efectivo por parte de capos del narco como Arturo Beltrán Leyva y Sergio Villarreal, El Grande, a la campaña presidencial del PRD encabezada por Andrés Manuel López Obrador en 2006″.

Anabel es muy buena periodista. La conozco ya que fuimos compañeros de trabajo en Milenio. Estoy seguro de que tiene fuentes. Pero también estoy seguro de que sus fuentes han mentido. Baso mi certeza en un hecho: participé en la campaña de 2006 de Andrés Manuel López Obrador, precisamente en asuntos relacionados con la recepción de donativos para un equipo en el que no había abundancia de recursos. Más bien lo que existía era escasez, sobre todo si nos comparábamos con el exceso de dinero en el equipo de Calderón.

Uno de los más grandes empresarios de México me dijo cuando le informóé el monto que por ley podía aportar: “¿Un millón de pesos, y en cheque, es lo único que puedo dar según el INE? Por favor, Federico. Si supieras lo que en esa silla me pidió Calderón en persona: ¡cinco millones de dólares en efectivo para empezar y un avión!”.

Los empresarios no solo financiaron de esa manera a Calderón, sino que también pagaron en medios, sobre todo en TV, una costosa campaña de mentiras contra AMLO. ¿Cómo respondió el equipo del candidato de izquierda? Con lo que había, esto es, con los escasos recursos de los partidos políticos entregados por el IFE y con los donativos absolutamente legales que se lograron. La autoridad electoral no quiso que funcionara plenamente un método de recaudación que intenté llevar a la práctica: 30 pesos por llamada telefónica al número 01900-AMLO. El propio Carlos Slim me dijo que no podía dar el servicio tal como se había solicitado porque el IFE no lo autorizaba.

Estoy convencido de que Anabel es honesta. Estoy convencido, también, de que sus fuentes la han engañado. Tristemente, su libro contribuirá a que continúe la tarea de la derecha de deshumanizar a AMLO, el presidente con más legitimidad democrática que hemos conocido. ¿Protestará Krauze por la deshumanización de Andrés Manuel?

Por fortuna, la gente no se deja engañar y no le ha retirado su apoyo a Andrés Manuel… ni a la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum.

Para combatir tantas calumnias, Claudia Sheinbaum se refiere a Xóchitl Gálvez como “la candidata del PRIAN”. Porque, si se va a imponer el humanismo en México, es necesario que la memoria triunfe sobre el olvido. Y nada debemos tener más presente que ese dato: la candidata de oposición es la candidata de los partidos más corruptos de la historia, el PRI y el PAN, que son los dos institutos políticos que más han apoyado y fortalecido a las mafias del narcotráfico.

P.D. Durante años la derecha ha buscado deshumanizar a Claudia Sheinbaum llamándola “calca”, una copia autómata de AMLO, es decir alguien sin inciaitiva ni capacidad para reflexionar como una persona que tuvo estudios superiores en Ciencia. ¿Protestará Krauze contra esto?