A la luz de la investigación realizada por el Pew Research Center, think tank estadounidense con sede en Washington D.C., México es uno de los países del mundo donde en mayor medida se favorecería un régimen autocrático, en detrimento, huelga señalar, de los valores de la democracia liberal.

De acuerdo con la organización, el 71 por ciento de los mexicanos encuestados estarían dispuestos a apoyar un régimen autocrático, mientras que otros países como India e Indonesia, favorecerían igualmente el desmantelamiento de la democracia; con un 85 y 77 por ciento, respectivamente.

Según el estudio, los países con menores ingresos per capita –claramente los casos de México, India e Indonesia– superarían ampliamente a aquellos de renta media y alta, tales como Estados Unidos, Canadá y España (32, 27 y 29 por ciento)

Si bien el Pew Research Center presenta en su informe argumentos en favor de la idea de que los países apoyarían hipotéticamente a un régimen autocrático debido a los posicionamientos generales de derecha e izquierda, yo añadiría un par de elementos.

El nivel educativo de la mayoría de la población. En este sentido, México adolece de la ausencia de una buena educación pública. Derivado de condiciones estructurales ligadas a los intereses fácticos de los líderes sindicales, los niños y jóvenes mexicanos no han tenido acceso a la formación de una conciencia crítica que les permita valorar los beneficios de una democracia liberal.

Bajo este argumento, la mayoría de los mexicanos estarían dispuestos a otorgar su confianza a un líder autocrático que utilizase su carisma para colocarse por encima de las instituciones del Estado. (¿AMLO les suena?)

Otro argumento es, en armonía con los resultados arrojados por el PRC, la situación económica general, el nivel de renta y las oportunidades de desarrollo.

En este tenor, mientras naciones como Canadá o Suecia renunciarían al desmantelamiento de sus democracias, otros irían en una dirección distinta. Ello podría atribuirse –a mi juicio– a un desencanto con los regímenes liberales.

En otras palabras, mexicanos, indios o indonesios preferirían ser gobernados por un líder carismático que resolviese mágicamente sus carencias, a una democracia semi funcional que no les ofrece las oportunidades de desarrollo que merecen.

Sin embargo –y no debe resultar sorprendente–, la apuesta por regímenes que desdeñan los valores democráticos difícilmente conducirán en el tiempo a un aumento de los ingresos o a un mejoramiento de la calidad de vida de las mayorías.

En suma, los resultados del PRC han dado luz sobre el estado de ánimo de los mexicanos. Resulta asaz alarmante en el contexto de unas propuestas de reformas constitucionales dirigidas a socavar la democracia liberal en ciernes, y especialmente, frente a una Claudia Sheinbaum que parece abrazar el discurso populista.