El presidente plantea una democracia alternativa. Una democracia que pone a la gente, a los ciudadanos, al frente, entendiendo su esencia popular. Este planteamiento, rechaza una institucionalidad corrupta y sus patrones representativos y legales. Lo anterior, bajo un tipo liderazgo horizontal que construya y fomente una voluntad política mayoritaria; una voluntad que articule de manera pacífica una mayoría que aspira a ser permanente.

La idea es regenerar la democracia y regresársela al pueblo. El plan es vencer las frustraciones heredadas por la opresión permanente, desactivar el miedo y sanar las heridas constantes, organizando y movilizando al pueblo contra sus enemigos.

El pueblo debe ser movilizado en la defensa activa de sus intereses. Su energía comunitaria nunca puede enfriarse y menos aún verse minada por una perversa institucionalidad elitista, discriminante y al servicio de unos cuantos. Si el pueblo es el único activador del cambio nada puede debilitar su fuerza transformadora que constituye su razón de ser en pos de la regeneración de la patria.

Nuestro objetivo como movimiento es la regeneración. Pretendemos regenerar el tejido comunitario descompuesto por el legalismo y los controles institucionales perniciosos arrancándolo de raíz. Buscando así devolver al pueblo su máximo protagonismo y su predominancia en las decisiones de la República. Para ello, el modelo de democracia que proponemos apela a las daciones populares sin intermediarios. Estos desaparecen porque la teoría de la representación es una artimaña para quitarle la voz. Por eso el pueblo debe volver a la mayoría de edad, bajo una racionalidad de regeneración colectiva.

De ahí la importancia de mantener movilizada a la sociedad y emprender una batalla épica que estimule la participación colectiva. Una participación que ponga en plena forma a la sociedad a través de su movilización permanente. “Solo el pueblo puede salvar al pueblo” es el lema. El objetivo es derrotar a los enemigos de la gente y a todos quienes exhiben el conformismo inmovilista y decadente de las élites.

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El 27N mostró que la gente cree necesario impugnar las reglas del juego para que el pueblo recupere el poder que le permita la participación activa de la ciudadanía en todos ejercicios democráticos.

Dicho lo anterior, la marcha fue una fiesta. Acudimos a una acción colectiva sin precedentes en la historia. Para mí fue una danza alegre.

La danza de las alegrías es lo que los mexicanos que acudimos a marchar, vivimos el pasado domingo 27 de noviembre. Quedará entre los asistentes como una fecha histórica de amor a la Patria, de amor por lo que hemos recibido de nuestro presidente y de la 4ta. Transformación por México. A quienes les gusta alegar les digo que no, no hubo marcha, no fue marcha sino un baile de cuerpo con cuerpo, hombro con hombro, dando pasos cortos como en un multitudinario danzón. Y es que, queridos lectores, quién puede marchar si éramos tantos así arrejuntados y en la misma armonía. Jóvenes, adultos mayores, hombres y mujeres por igual, de todos los calibres, de todas las tonalidades y con un mismo corazón: nuestro proyecto está vivo y tenemos al líder que el pueblo siente suyo porque el Presidente habla y ríe como el pueblo, el presidente es un humanista y es mexicano, eso es lo extraordinario que él refleja en cada fotografía que recorrió el planeta. Lo mejor de marchar también es brillar.

Arrancamos con chamarras muy de mañana y acabamos en mangas de camisa y con la cara asoleada. Esta no fue una marcha de un ratito, fue una marcha de largo alcance porque nuestro proyecto siempre ha sido resistente y resiliente. El presidente no se raja ni le saca la vuelta a las masas. Mientras él siga liderando, nosotros seguimos trabajando por la Transformación de México. Mientras exista alegría en la gente porque ha aumentado su bienestar en estos cuatro años, nosotros seguiremos impulsado los cambios auténticos para incrementarlo cada día más.

Se equivocan quienes creen que más de un millón de personas querían revancha. Nada tan alejado de la realidad cuando lo que se podía ver eran sonrisas y el ánimo de construir un mejor porvenir. La revancha es siempre solicitud de los perdedores y Morena ha demostrado en las urnas que somos ganadores, ganadores de la confianza de cientos y miles de mexicanos que sacan lo mejor de sí mismos cada día. Así que los que gusten marchar para defender salarios exorbitantes y reinados en instituciones rancias, los saludamos e invitamos a estar del lado correcto de la historia. No se mueran en la raya por alguien o algo a quien no le importan. Cambiar de opinión es de sabios, por acá los esperamos.