Quizá muchas y muchos se enojen conmigo por esta columna. Quienes tengo la fortuna de que me leen periódicamente sabrán que soy la primera en alzar la voz ante lo que creo que este gobierno está haciendo mal, que es prácticamente todo en todos los aspectos.

Pero debo de reconocer que tampoco siento que la alianza Va por México, con todas sus otras “sucursales” realmente esté  funcionando.

Personalmente me encuentro totalmente enredada. Y es que, para empezar dicen que el candidato opositor será elegido a partir de la voluntad de la sociedad y yo no veo a la sociedad participando en nada. No se le está incluyendo.

Hay uno que otro tuitero que lleva tiempo alzando la voz en contra de este gobierno y pues está ahí como representante de la sociedad “civil” pero nadie lo eligió; tampoco representan a todos.

Ellos solitos se ponen, se cuelgan medallas, se auto condecoran... Desde ahí no me dan absolutamente nada de confianza.

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Los procesos para elegir al candidato opositor me parecen muy confusos, es un laberinto de pasos que no llevan a ningún lado. He tratado de entender sus procedimientos internos y me parece es un juego de preguntas capciosas.

Al final los que deciden pareciera ser que son los de siempre: Marko Cortés y Alejandro Moreno, porque al pobre de Jesús Zambrano, dirían los jóvenes “ni quién lo tope”. Y hay que reconocer que al menos ya se han vuelto menos cínicos y evidentes y se les nota  un poquito más cohesionados, pero al final son los que dan, reparten, quitan y ponen... Entonces, ¿de cuál proceso ciudadano estamos hablando?

Y de pronto se dejan venir un montón de partidos o movimientos que ni siquiera sus nombres llegan a ser originales y no logran ser identificables ni representativos de nada: Va por México, Sí por México, Colectivo por México, Ciudadanos por México, y así hasta el infinito.

Son tantos los movimientos con tantos abanderados que yo realmente me encuentro sumamente confundida. Ya no sé cuál es cuál, si uno es diferente a otro, si todos son a la vez uno, no sé.

El día de ayer Xóchitl Gálvez se destapó de nuevo pero de una forma mucho más contundente y convencida.

Sin embargo, me llama la atención cuando dice que no tiene partido político, cuando es imposible imaginar a Xóchitl sin vincularla con el PAN. ¿En qué momento renunció al PAN? No lo sé.

Me parece que incluso ahora Xóchitl está mucho más fortalecida que Santiago Creel y bueno ni qué decir de Lilly Téllez que hoy tomó una muy buena decisión al bajarse de la contienda.

Ella dice que lo hace porque no hay claridad en los procesos internos para elegir al candidato opositor, pero también creo que no quiso desgastarse más y vio lejana la posibilidad de ser presidenta.

Me hubiera gustado que lo aceptara, no pasa nada al aceptarlo, pero todos los que se están retirando de la contienda atribuyen esta decisión a los malos y confusos procesos de selección, pero ninguno acepta que también se retiran de la pelea porque saben que podrían salir gravemente golpeados políticamente hablando.

Y es que ser candidato, imagino, no es cualquier deleite ni paraíso: es desgaste económico, físico, requiere de mucha inteligencia emocional y argumentos para la pelea, en conclusión una resistencia bárbara y más ahora que la gente sí que está mucho más avispada y documentan todo para subirlo a redes y cuestionan a los personajes políticos con preguntas inteligentes  en la calle, cosas que antes no se veían y eso me parece muy bien.

Lo que me parece grave es que Xóchitl ante la “baja” de Lilly, le envió un contundente mensaje a ella pero a toda la oposición también, algo así como: Te deseo lo mejor Lilly, tú no te desanimes, pero tú  por tu lado y yo por el mío.

No lo escribió así tal cual obviamente, pero así lo entendí yo. Entonces, volvemos al mismo punto: ¿De cuál unidad estamos hablando? No entendí porqué Xóchitl no invitó a  Lilly a sumarse a su proyecto.

Otra vez soy presa de la desesperanza y la frustración porque otra vez es notorio que a los políticos de derecha les cuesta mucho ir en unidad.

Por eso es que Obrador se ríe de ellos. Y tiene razón. Si no hay unidad, no hay nada.

En Morena para mal más que para bien hay cohesión. Y uno representa al otro y uno camina con el otro y uno apoya al otro. Son muchos y se ve como si fueran uno solo.

En la oposición y los partidos opositores se ve el “cada quién por su lado, yo hago las cosas como quiero, cuando quiero”.

Y alguno que otro ciudadano que se ha vestido de político y se cree representante de la ciudadanía nada más porque tuitean y tienen seguidores pero no representan a nadie más que a su ego. Aman ser vistos. Aman desfilar en pasarelas y tomarse fotos. Aman eso.

La realidad es que Obrador como líder ha dado cátedra de liderazgo, porque la oposición no tiene a ninguno…

No hay uno solo que represente a todos.

Y muchos buscaban con fervor que pudiera ser Felipe Calderón el que retomara el liderazgo, pero el  ya no quiere… y está en su derecho de ya no querer. Ya fue presidente, ya vio de qué se trata y no es cualquier cosa serlo. El lo sabe. Por eso se limita a desahogarse en Twitter pero nada más. No dice “yo voy”.

Entonces, los mexicanos pues ahí andamos otra vez viendo desde las gradas como si fuera un coliseo Romano como se sacan los ojos unos contra ojos y pelean el control y el poder ante las carcajadas de un presidente que sabe que sin líder no hay nada.

Es triste pero es real.

No se me enojen. No es que esté aplaudiendo a Morena, evidentemente no.

Pero la estructura que tiene ese partido no la logra tener la alianza Va por México. Siempre le pasa que cuando empieza a verse fuerte y sólida, sus integrantes se empiezan a bajar de la contienda volviéndola endeble y débil . Frágil pues…

A veces ya quisiera no saber nada de política pero también siento que ser indiferente ante ella me hace cómplice de muchas malas prácticas.

Por eso es que alzo mi voz, al menos tengo esa bendición de poder escribir aquí y pensar que alguien más me lee y piensa igual que yo.

Y si no piensan igual que yo, nomás no se me enojen. Estoy hablando de unidad, no de más polarización.

Es cuanto.