Más allá del debate y votación de una “Nueva Constitución”, lo más interesante del ejercicio plebiscitario que se llevó a cabo el domingo pasado en Chile, es la posición que asumió el presidente Gabriel Boric como un dirigente de izquierda democrática que valora y respeta a las instituciones, la Ley y la voluntad popular. No como un populista que busca los reflectores, el culto a su persona y supeditar las instituciones y leyes a su voluntad personal.

Las fuerzas políticas chilenas discutieron durante un año la nueva Constitución y, ante un panorama desfavorable de la propuesta presentada por la convención constitucional a principio de julio, la alianza que llevó al poder a Boric, integrada por el Frente Amplio y el Partido Comunista y las formaciones del llamado Socialismo Democrático, que compone el Partido Socialista, dieron un fuerte giro de moderación en asuntos clave relativos a la plurinacionalidad, los derechos sociales, la seguridad, sistema político y Poder Judicial.

En esta negociación ha tenido un papel preponderante el expresidente socialista Ricardo Lagos, quien, ante la falta de consenso, trazó un camino de reformas en el caso de que la propuesta se aprobara o fuera rechazada.

Así, el pasado domingo se realizó el Plebiscito por el que resultó rechazada con el 61.87% de los votos, contra un 38.13% de quienes la aprobaban.

Un ejemplo

México y sus dirigentes políticos deben atender el ejemplo chileno, el camino correcto es la vía institucional y de respeto a las leyes, tal como lo constató Boric, quien al conocer el resultado declaró:

“El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución y, por ende, ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas”.

Gabriel Boric

Reconoció que su gobierno debe experimentar cambios profundos.

“Hacer frente a estos importantes desafíos requerirá prontos ajustes en nuestros equipos de Gobierno, para enfrentar este nuevo período con renovados bríos”.

Gabriel Boric

No se enredó, no culpó a sus “adversarios” ni mucho menos se “victimizó”.

Para dar cauce democrático a los temas inherentes al cambio de la Constitución, Boric convocó a todos los partidos a reunirse para analizar la “continuidad al proceso constituyente”.

Lo de Chile es un gran ejemplo de democracia y podría decirse, una reivindicación para el pensamiento de izquierda, sobre todo si consideramos a los gobiernos populistas que se han pretendido amparar en la izquierda, sin embargo, AMLO, Chávez-Maduro, Lula-Dilma, Ortega, Evo, Pedro, no son de izquierda, aunque se digan, son populistas.

Respeto a la legalidad

Boric dio una importante lección de respeto a las instituciones, a la pluralidad democrática y a las leyes que en los países populistas no se ve, por el contrario, los populistas se caracterizan por el culto a la persona y por su desprecio a las leyes e instituciones, como pasa en México con el debate del presidente en contra la SCJN cuando, en apego a la Ley, fallan en contra de sus designios.

AMLO ha tratado de destruir a la SCJN, al INE, al Tribunal Electoral y a todo organismo o poder político que actúe en contra de sus intereses. Su relación con la Corte ha sido ejemplo de la mayor expresión antidemocrática de un gobierno que aspira a ser autoritario.

Como buen populista, AMLO acusa de traición a quien se le oponga. Siempre dijo que la SCJN actuaba como una “extensión” al servicio del presidente en turno, que no eran independientes y afirmaba que con él las cosas cambiarían.

Lamentablemente, sí cambiaron, ahora los poderes que no se someten a su voluntad, sean ministros de la Corte o legisladores que votan en contra de sus designios, son acusados de traidores, corruptos y de estar al servicio de intereses contrarios al pueblo.

Así lo dijo después del fallo a la LIE, aquella aberración con la que pretendió extender la presidencia del ministro Arturo Saldívar o contra los legisladores que rechazaron su propuesta de Reforma Eléctrica y ahora con los magistrados que él mismo puso, por no avalar la Prisión Preventiva.

No lo puede ocultar

Su populismo y autoritarismo brotan. El pasado viernes habló en su faceta real, contradictoria y mentirosa y echó a la basura su discurso de respeto a la autonomía de los poderes de la Unión:

“Dije, voy a tener oportunidad de proponer a ministros, hice mi cuenta, más los que estén ahí, decentes, pues puede ser que logremos tener mayoría, no para que me apoyen en abusos, sino para reformar el Poder Judicial y que realmente haya justicia en México, y, ¿Qué creen? Me equivoqué porque hice propuestas, pero ya una vez que propuse ya por el cargo, o porque cambiaron de parecer, ya no están pensando en el proyecto de transformación y en hacer justicia”.

Andrés Manuel López Obrador

Las amenazas del presidente impactaron en el ánimo de los cuatro magistrados que considera sus empleados, Yasmin Esquivel, Loretta Ortiz y Alberto Pérez Dayan, quienes rechazaron aprobar el proyecto que busca eliminar la aplicación de la prisión preventiva forzosa.

Ojalá que México siga el ejemplo de Chile y las controversias se diriman por la vía institucional y con estricto apego a derecho, no por el interés del presidente ni por temor a sus amenazas.