Si pensamos en la construcción del México del presente y del futuro, tenemos que considerar la gran importancia del documento firmado por el grupo de Empresas Globales, no sólo para el desarrollo de México sino para la estabilidad socio-política del próximo sexenio, y la posibilidad de ampliar la democracia mexicana, en un ambiente político contextualizado dentro de tres grandes tendencias positivas: la intensificación del desarrollo económico y tecnológico, la distribución de la riqueza, de las oportunidades empresariales que incluya a PYMES, y que genere la justicia social para las grandes mayorías sociales, así como, la consolidación de las instituciones democráticas. Desarrollo económico, desarrollo social y desarrollo democrático. Pero ¿por qué pensar en una ecuación histórica así para México?

El presidente AMLO y el movimiento de 30 años que él ha encabezado como el líder más visible del mismo, es transformador y afecta intereses oligárquicos relevantes, pero no es un movimiento radical, no trata de expropiar a nadie ni de confrontarse a fondo con nadie, salvo con los protagonistas de la corrupción de Estado. Con todos los demás grupos de interés es susceptible de entrar a un proceso de convergencias, sí hay consenso en estos tres grandes vectores: desarrollo económico, distribución con equidad y justicia, y democracia extendida, en un entorno de lucha a fondo contra la corrupción.

La globalización ha sido un paradigma de economía mundializada, interconectada o interdependiente que representa la reconformación integrada de las regiones y de sus ventajas comparativas y competitivas mediante asociaciones entre Estados y naciones. Se trata de un entorno extremadamente desigual en el cual han emergido ganadores y perdedores. Decir que la globalización es un campo fértil para que gane cualquier país que se atreva a ingresar a la jungla, es ideología no análisis serio.

De allí que el posicionamiento global logrado por las empresas de estos grupos corporativos con asentamiento nacional que plantea reivindicaciones trascendentes para proseguir su proceso expansivo, es una oportunidad de convergencia con el sector del capital más avanzado de nuestro país. Y entonces entramos al terreno de un modelo pactado de desarrollo inclusivo que resguarde sus inmensos intereses corporativos y el rol del Estado en la promoción del interés general, de las mayorías populares, las empresas micro, pequeñas y medianas y las aspiraciones democráticas de todos. Si AMLO ha podio negociar una y otra vez con Carlos Slim y Grupo Carso, seguramente puede hacerlo con el grupo de Empresas Globales como colectivo, y éste puede hacerlo con el presidente AMLO.

Hoy la historia reciente consigna que los grandes mitos de los modelos socio-económicos para el desarrollo, se han derrumbado: Estado versus mercado o mercados internacionales versus mercado interno., pues las economías más exitosas -a pesar de confrontar problemáticas importantes- no son aquellas cuyos Estados nacionales desmembraron la economía pública como imperativo ideológico para reemprender su proceso de acumulación salvaje de capital y cuya ventaja competitiva más importante ha sido la miseria salarial y la evasión fiscal, si no que son aquellas que han aprovechado la estructura estatal para desarrollar planes estratégicos, fortalecer sus capacidades competitivas, conquistar posiciones regional-globales y distribuir los beneficios del progreso dentro de la economía nacional favoreciendo la expansión del mercado interno, al integrar cadenas productivas en donde puedan insertarse las pequeñas y medianas empresas.

Tales economías de éxito más reciente son las que tienen una estructura de capital y de empresas mixta: hablo de varias de aquellas que convergen en la región de Asia Pacífico (China, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Malasia, Singapur etc.), o de Asia del Sur (el caso de India), pero también en la Europa Occidental, como es el ejemplo de la Alemania unificada (líder indiscutible de esa región), países con amplio desarrollo que han atendido o están atendiendo el tema social, pero a fondo.

No puede haber desarrollo económico y social con espacios que comprenden decenas de millones de personas en la pobreza. No es solucionable mágicamente pero si se acelera el proceso, si se dedican los suficientes recursos y las políticas públicas necesarias y suficientes, en forma sostenida, y en un periodo de 12 a 18 años, por ejemplo, pero sobre todo, si se logra entronizar un ciclo largo de crecimiento del PIB y del empleo, manteniendo estabilidad socio-política y fortaleciendo las instituciones, no es sencillo, pero hay en México mujeres y hombres con suficiente talento, preparación y valores nacionales y sociales para hacerlo, con un sano amor al país y al pueblo.

El presidente ejecutivo de Empresas Globales estableció claramente los ejes estratégicos de su demanda-propuesta: formación de talento; infraestructura, conectividad y logística; transición energética; Estado eficaz; y seguridad.

En términos generales, los tres primeros planteamientos tienen un vector de orientación de alto nivel técnico que es posible entender, comentar y llegar a acuerdos con los altos funcionarios técnicos del gobierno en tales materias, pero particularmente para las otras tres, las tres últimas, es necesario abrir una mesa de intercambios para entender de qué habla cada quien: “transición energética” evidentemente refiere el cambio energético hacia una estructura de predominio de las energías limpias y renovables, relegando progresivamente las de origen fósil, pero concretamente qué compromisos se pueden articular sin regresar a los acuerdos leoninos de los regímenes anteriores. En materia energética el Estado debe converger y consensuar, garantizar, no renunciar y sobre permitir, pero yendo al detalle. En ello ya hay toda una experiencia muy aprovechable. Aquí la Dra. Sheinbaum tiene mucho qué decir.

¿Qué entienden los más grandes empresarios globalizados en el país sobre “Estado eficaz”? está claro que este gobierno y el próximo no puede asumir la idea central de un “Estado abstinente”, ni tampoco un “Estado privatizador” o un “Estado renunciante” a los grandes compromisos sociales. Así como los más poderosos empresarios no aceptarían un “Estado invasivo” que restrinja normativamente o administrativamente la capacidad expansiva mostrada de sus empresas. En tales intentos, “ni perder el tiempo” de parte de ninguno de ambos.

La seguridad se ha reiterado de muchas maneras distintas, no puede ser una cancha de disputas ideológico-políticas, si en algún espacio de la vida pública se debe ser “eficaz” sin contender sino converger y acordar con la mayor sensatez y realismo posible, es la seguridad, en el combate a la criminalidad y en la seguridad patrimonial, de las grandes empresas y de las familias de cualquier nivel social.

Todos los actores que estén atentos y anuentes a esta imperiosa necesidad deben descargar el peso de sus sanas influencias e intereses en la ruta de forzar a todas las fuerzas políticas para llegar a acuerdos y compromisos. Es muy fácil criticar acremente o hablar con estridencia sobre un tema de suyo estructural, complejo, pero es mucho más difícil y constructivo proponer y concertar voluntades en una dirección determinada.

Crecer económicamente más y mejor distribuyendo y pactando.