En un mundo cada vez más dominado por la tecnología y la automatización, la inteligencia artificial (IA) ha emergido como un fenómeno transformador que redefine la manera en que vivimos y trabajamos. No es exagerado decir que la IA ha iniciado una nueva era en la historia humana, una era marcada por cambios rápidos y profundas repercusiones en el ámbito profesional. Pero, incluso en esta ola de cambio, hay profesiones que, lejos de desvanecerse, se mantendrán firmes y necesarias, desafiando airosas la creciente influencia de la IA.

El impacto de la IA en el mundo profesional ya es evidente y se extiende por sectores tan variados como la medicina, la educación, la ingeniería, y más. Las tareas repetitivas y basadas en patrones han sido las primeras en ser automatizadas, permitiendo a las máquinas realizar trabajos que una vez fueron dominio exclusivo de los humanos. Esta transición ha llevado a un replanteamiento significativo de ciertas profesiones, generando un debate en torno a cuáles de ellas serán necesarias en el futuro y cuáles podrían volverse obsoletas.

Desde la perspectiva educativa, este panorama presenta desafíos sin precedentes. Las instituciones de educación superior se enfrentan a la tarea de preparar a los estudiantes para un mercado laboral en constante evolución, donde las habilidades técnicas de ayer podrían no ser suficientes para el mañana. En respuesta a esto, dichas instituciones deben adaptar sus currículos para enfocarse no sólo en el conocimiento técnico, sino también en habilidades blandas como el pensamiento crítico, la creatividad y la adaptabilidad. Estas competencias son cruciales para mantenerse vigente y relevante en una era definida por la IA, donde la capacidad de aprender y adaptarse rápidamente es tan importante como el conocimiento específico de un campo.

Como sociedad, debemos ser resilientes frente a los cambios impulsados por la IA, abrazando las oportunidades que ofrece mientras mitigamos los desafíos que presenta. Esto implica un enfoque colectivo hacia la educación continua, la capacitación y el reciclaje profesional, asegurando que la fuerza laboral pueda adaptarse a las nuevas realidades.

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Es en este contexto de cambio constante donde algunas profesiones demuestran su verdadero valor y resistencia. A pesar de la creciente omnipresencia de la IA, hay campos que, por su naturaleza, son menos susceptibles a la automatización. Estas profesiones se caracterizan por requerir un alto grado de empatía, solidaridad, creatividad, juicio moral y habilidades interpersonales, aspectos que aún están más allá del alcance de las máquinas más avanzadas.

Por ejemplo, las profesiones relacionadas con la salud mental, como la psicología y la psiquiatría, siguen siendo eminentemente humanas. La capacidad de comprender y relacionarse con las experiencias humanas en un nivel profundo es algo que la IA no puede replicar. De manera similar, los roles que requieren un alto grado de creatividad artística, como los pintores, escritores y músicos, siguen siendo dominio exclusivamente humano. Claro, lo sabemos, la IA puede generar arte. Pero, en realidad, la profundidad emocional y la conexión humana que sólo un artista real puede provocar y evocar, son únicas. Quizá, Beethoven es la más paradigmática prueba de ello. Claro, sin dejar atrás la emoción triunfal, la conmoción y el trance que sólo piezas como la Obertura 1812, el Mesías o el Réquiem, son capaces de generar por virtud de la sinapsis e interconexión de nuestras neuronas. Proceso que, aún permanece bioquímico y escapa a lo binario.

Inteligencia Artificial

Del mismo modo, las profesiones centradas en el juicio ético y moral, como el derecho y ciertas áreas de la política, se resisten y resistirán a la automatización. La capacidad de navegar en matices éticos y morales, entender contextos culturales y humanos complejos, y tomar decisiones que afectan a las personas a un nivel fundamental son habilidades que permanecen firmemente en el ámbito humano.

En el futuro, la relevancia de estas profesiones no solo se mantendrá, sino que podría incluso aumentar. A medida que la IA se integra más en nuestras vidas, la necesidad de habilidades humanas únicas se hará más evidente. Las profesiones que abarcan estos aspectos no solo se adaptarán a los cambios, sino que se convertirán en elementos esenciales de nuestra coexistencia con la tecnología.

Por lo tanto, mientras que la IA seguirá transformando el panorama profesional de maneras que apenas podemos empezar a imaginar, hay una certeza reconfortante en el valor perdurable de ciertas profesiones. En estas áreas, el toque humano no es simplemente un añadido; es insustituible. Y, en este reconocimiento yace una fuente de esperanza: en un mundo cada vez más automatizado, las habilidades y capacidades inherentemente humanas no solo sobrevivirán, sino que serán más valoradas que nunca.

Dr. Julio César Bonilla Gutiérrez, Comisionado Ciudadano del INFO, CDMX