Ayer, en la última función del día, me di un tiempo para poder ver la película de la F1 con mi hijo mayor. La sala estaba llena de gente como nosotros, papás con sus hijos adolescentes. Pensé que ya no habría tanta gente viéndola en la sala pues ya tiene un tiempo en los cines, pero no fue así, aun la función de la noche estaba llena de cierta manera.
No me considero un ultra súper fan de la F1 pero me gusta desde pequeño. No es un deporte que le guste a mi papá, ese fue más mío pues lo veía los domingos cuando levantaba temprano y lo pasaban en Imevisión. Me tocaron, sin querer, las grandes carreras de Ayrton Senna, Alain Prost y Mansell. Entendía, sin entender, todo lo que tenía qué ver con los rebases, las curvas en autos que eran rápidos, pero no estaban ni cercanamente tan avanzados como están los coches hoy.
Me tocó la época de la Indy Car en México donde creo que fui a todas las carreras del circuito del ahora Parque Fundidora. Vi a Adrián Fernández como representante mexicano en carros que, aunque eran rápidos, no tenían nada qué ver con los de la F1.
Mi hijo mayor desarrollo el gusto por la F1 más por Checo Pérez que por mí. Fuimos a un par de carreras en la CDMX y vivimos el ambiente de cerca. La gran diferencia de los premios en otros lados a los premios en México y que la gran mayoría de la gente que va en México ni le gusta ni le entiende y solo va para “placearse” y que lo vean.
Volviendo a la película. Más que tendencia, es una moda, tener a los viejitos enseñándoles a los novatos. Mostrar que la experiencia sí hace la diferencia y al menos en la película, un antiguo piloto de F1 logró, en la actuación de Brad Pitt, subirse a un carro de F1 y manejarlo como si nada. Se podría decir que lo prendió al llavazo.
La película es entretenida y muestra a un Pitt como piloto veterano que logró competir con los actuales pilotos de la F1 haciendo artimañas de carreras gringas. Se pudiera decir que conocía tan bien el reglamento que se aprovecho de esto para poder poner a una escudería insípida en el gran plano de las grandes escuderías.
La conclusión de la película es que una combinación de Rocky, la ultima de Top Gun y un poco de Karate Kid.
También notamos que en el cine hay una nostalgia hacia tiempos más analógicos. Esos tiempos donde yo era niño. Lo veo en las películas de Superman, Karate Kid y ahora la de la F1. ¿En verdad los 80’s eran maravillosos y no nos dábamos cuenta?
Yo creo que esa parte de la historia y la visión del cine de ahora si tienen que ver. Mire que la próxima película que veré con mi hijo pequeño será la de Los Pitufos y no es como que sea algo muy nuevo.
¡Ánimo!