En 2006 el analista político estadounidense Dick Norris publicó un libro intitulado Hillary vs Condi: the next great presidential race. En él, el escritor especuló en torno a quienes serían los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano en 2008. En su vaticinio, las abanderadas serían Hillary Clinton, ex primera dama y senadora por el estado de Nueva York, y Condelezza Rice, ex Secretaria de Estado durante el gobierno de George W. Bush.

Norris erró. A la postre, serían Barack Obama y John McCain los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano, respectivamente. Sin embargo, la obra de Norris fue un bestseller en Estados Unidos y abrió las puertas hacia el sueño de ver a dos mujeres diputar la presidencia del país.

Más tarde, en 2016, la posibilidad de ver a dos mujeres encabezar la candidatura presidencial del Partido Demócrata se presentó nuevamente ante la especulación sobre la selección de la senadora Elizabeth Warren como compañera de fórmula de Hillary Clinton; suceso que no se produjo. Al final, la ex primera dama optaría por el senador Tim Kaine como candidato a la vicepresidencia. Los resultados de las elecciones generales de 2016 son bien conocidos.

En este contexto, México podría vivir en 2024 una experiencia similar; donde dos mujeres inteligentes y competentes podrían disputarse la presidencia de nuestro país. Claudia Sheinbaum, cuyo trabajo al frente del gobierno de la Ciudad de México ha sido bien reconocido (merecido o no, pues sucesos desafortunados han ensuciado su trayectoria política tales como la tragedia del accidente de la línea de 12 del Metro) y cuya popularidad le habilita para ser competitiva en una eventual carrera presidencial.

En adición, a pesar de las rencillas internas de Morena, Claudia tiene el apoyo del presidente AMLO, quien le dará su espaldarazo oficial una vez que el teatro de las encuestas ciudadanos al interior haya debidamente concluido.

Claudia Sheinbaum es, en suma, una mujer competente que tiene buenas posibilidades de alzarse con la presidencia de México. Su principal tarea será, si asume el cargo en 2024, desvincularse políticamente de AMLO, con el objetivo de crear una presidencia propia, quizá heredera del legado de su antecesor, pero con nuevos enfoques que ofreciesen soluciones a las grandes problemáticas nacionales.

Del lado de la oposición, con algunas excepciones, México no cuenta con candidatas fuertes que pudiesen ser capaces de rivalizar seriamente contra Sheinbaum. Margarita Zavala, quien demostró en 2018 sus debilidades políticas para ganar voluntades dentro de su propio partido, no es una candidata fuerte hacia 2024.

Claudia deberá desterrar a la oposición interna presentada por personajes como Marcelo Ebrard, mientras que las eventuales candidatas de la oposición deberán jugar sus bazas políticas para consolidarse como claves de la alianza tripartita, y luego, en un segundo momento, hacer posible la alianza de los tres principales partidos de oposición, sumando, si es posible, al reticente Movimiento Ciudadano.

En suma, México podría vivir en 2024 lo que algún día Nick Norris anticipó equivocadamente para Estados Unidos. ¿Algún escritor mexicano se aventurará a escribir un libro sobre una posible contienda entre mujeres? Quizá sería más acertado que Norris.